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Drets humans al carrer, cuentos infantiles sobre derechos humanos

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drets <strong>humans</strong> <strong>al</strong> <strong>carrer</strong>. Cuentos <strong>infantiles</strong> <strong>sobre</strong> <strong>derechos</strong> <strong>humanos</strong><br />

—Por favor, Majestad —le dijeron los zánganos.<br />

La Reina cerró los ojos y siguió desovando un huevo cada tres segundos.<br />

Nuestra hormiga estaba desnuda. Ya su matria no olía a nada, ni sus hermanas, ni<br />

siquiera el olor de la Reina, su augusta madre, le decía nada.<br />

Así es como le habían privado de su nacion<strong>al</strong>idad. No tenía olor.<br />

—Fuera —le gritó la centinela centuriona, clavándole en el abdomen sus mandíbulas<br />

y empujándola contra la g<strong>al</strong>ería de s<strong>al</strong>ida. —Fuera de aquí, si no quieres que te<br />

cortemos en pedacitos para los pulgones.<br />

Y <strong>al</strong> s<strong>al</strong>ir, todas las hormigas hicieron un doble pasillo gritándole el más feo insulto<br />

que se le puede decir a una hormiga><br />

—¡Amátrida!<br />

O sea, no tienes matria. O sea, no tienes nación. O sea, no tienes nacion<strong>al</strong>idad.<br />

O sea, no hueles como nosotros.<br />

Y por fin la hormiguita llegó hasta la boca del hormiguero y tuvo que pasar entre<br />

BSG 7047 y BSG 7045 quienes, llorando, pues eran hermanas desde hacía 96 días, aunque<br />

BSG 7047 tenía tres segundos menos y BSG 7045 tenía tres segundos más de vida<br />

que ella, le dijeron><br />

—¡Amátrida!<br />

Hacía un sol tibio y la hormiga se sintió vacía. No tenía hormiguero, no tenía país,<br />

no tenía matria. Fue sólo un momento. El vacío que sentía dentro empezó a llenarse.<br />

Primero sintió que le brotaban unas hojitas de la esp<strong>al</strong>da, que se extendieron completamente<br />

<strong>al</strong> sol hasta secarse.<br />

—¿Qué es esto| —pensó. Y eran <strong>al</strong>as.<br />

Las <strong>al</strong>itas en su esp<strong>al</strong>da empezaron a agitarse, a batir cada vez más rápido hasta que<br />

sintió que sus seis patitas dejaban de tocar el suelo. El viento traía nuevos olores, dulces,<br />

maravillosos. Y nuestra amiga se dejó llevar más <strong>al</strong>lá del prado, a fundar un nuevo hormiguero,<br />

un nuevo país que aún no tenía olor.<br />

Porque… ¿podría nuestra hormiga ser feliz sin un hormiguero|<br />

Nadie en el mundo puede ser privado de su hormiguero, aquel en el que nació o<br />

aquel en el que elija vivir.<br />

Recordad que no tenemos raíces como el tilo. Recordad que tenemos patas, y también,<br />

ocultas, <strong>al</strong>as.

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