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Drets humans al carrer, cuentos infantiles sobre derechos humanos

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La mañana del séptimo día<br />

107<br />

Habían ya soltado mucho lastre, así que tampoco podían evitar el ascenso, que los<br />

conducía hacia una mole de nubes negras y relámpagos terribles.<br />

Abajo no se observaba nada, ni siquiera el mar.<br />

T<strong>al</strong> era la <strong>al</strong>tura a la que volaban, que súbitamente el aire empezó a enrarecerse y<br />

respiraban con mucha dificultad.<br />

Al acercarse a la masa de nubes obscuras, una lluvia violenta atacó <strong>al</strong> globo, que<br />

empezó a girar inexorablemente hacia un tupido nido de rayos.<br />

Jordi y Patricia se abrazaban aterrorizados, mientras la lluvia inundaba el cajón y el<br />

ruido monstruoso de los relámpagos ac<strong>al</strong>laba sus gritos.<br />

El globo había sucumbido ante aquella tormenta y lentamente empezó a perder<br />

<strong>al</strong>tura, sin dejar de girar, pues sus artesan<strong>al</strong>es costuras no habían resistido <strong>al</strong> embate de<br />

la presión y los vientos.<br />

En el fondo del cajón, los chicos yacían inconscientes y golpeados. Vivos sólo por<br />

milagro o porque la luz del día siguiente quería hacerlos despertar, como lo hizo.<br />

Jordi abrió los ojos y miró el firmamento.<br />

No había rastro de los tonos ocres y grises que encontraba cada día. No había nubes<br />

cetrinas ni naves monocromáticas.<br />

Patricia también despertó, m<strong>al</strong>trecha y desorientada.<br />

Como pudieron, ambos se incorporaron en medio de una enorme y apacible niebla<br />

y esperaron a que el globo se deslizara hasta un claro del cielo.<br />

Evidentemente, la tormenta los había hecho desplomarse, pues también podían<br />

escuchar el ruido de las olas, lo cu<strong>al</strong> parecía indicar que había arrecifes o formaciones<br />

rocosas a su <strong>al</strong>rededor.<br />

Después de largos minutos, los chicos lograron escuchar por primera vez, desde<br />

hacía muchos años, el canto de las aves marinas, que se perdían y aparecían conforme la<br />

nave se b<strong>al</strong>anceaba.<br />

Súbitamente, el globo s<strong>al</strong>ió de la inmensa nube por la que descendía, hasta permitir<br />

que Jordi y Patricia presenciaran el espectáculo más conmovedor de sus vidas> <strong>sobre</strong>volaban<br />

una costa poblada de cocot<strong>al</strong>es, guayabos y exuberantes c<strong>al</strong>atheas, que se confundían<br />

entre los macuiles y los <strong>al</strong>mendros.<br />

No había asomo de edificios ni de met<strong>al</strong>es. No se escuchaba más que el sonido del<br />

viento contra las raídas cuerdas del agonizante globo, que enrumbándose hacia aquella<br />

costa paradisíaca, de pronto también reveló a los asombrados muchachos un grupo de<br />

rústicas casas apaciblemente posadas <strong>sobre</strong> el arrecife de cor<strong>al</strong>.

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