Errico Malatesta - Folletos Libertad
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Erico <strong>Malatesta</strong><br />
La anarquía 5<br />
hallar experimentalmente la solución que mejor responda a los postulados de la ciencia y a<br />
las necesidades y sentimientos de todos.<br />
¿Cómo se educará a los niños... No lo sabemos ni necesitamos saberlo. Los padres, los<br />
pedagogos y todos cuantos se interesen por la suerte de las futuras generaciones, se reunirán;<br />
discutirán, y unidos o divididos en diversas opiniones pondrán en práctica los sistemas<br />
de enseñanza que estimen más convenientes; y constatado por la experiencia el sistema<br />
mejor concluirá por triunfar.<br />
Esto mismo es aplicable a cuantos problemas puedan presentarse.<br />
Resulta de aquí lo que ya hemos dicho antes, que la anarquía, tal cual la concibe el movimiento<br />
anarquista y tal como puede ser comprendida, se basa en el socialismo. Y si no<br />
existieran escuelas socialistas que escinden artificiosamente la unidad natural de la cuestión<br />
social, considerando sólo algunas partes o aspectos de ellas, si no existieran los equívocos<br />
por medio de los cuales se trata de cortar el paso a la revolución social, podríamos<br />
afirmar que anarquía es sinónimo de socialismo, puesto que una y otro significan la abolición<br />
de la dominación y de la explotación del hombre por el hombre, practíquense por medio<br />
de los engaños, por la fuerza de las bayonetas o por medio del acaparamiento de los<br />
medios de existencia.<br />
La anarquía, de igual modo que el socialismo, tiene como base, como punto de partida y<br />
como medio necesario, la igualdad de condiciones, por faro la solidaridad y por método la<br />
libertad. La anarquía no es la perfección, no es el ideal absoluto que, como el horizonte,<br />
se aleja a medida que avanzamos; pero es ciertamente el camino abierto a todos los progresos,<br />
a todos los perfeccionamientos, realizables en interés de todos.<br />
Establecido ya que la anarquía es el solo modo de vida social que conduce y facilita el<br />
mayor bienestar para todos los hombres, por ser el único capaz de destruir toda clase interesada<br />
en mantener oprimida y en mísera condición a la masa humana; demostrado que la<br />
anarquía es posible, desde el momento en que se limita, en resumen, a desembarazar a la<br />
humanidad del obstáculo gobierno contra el que siempre ha tenido que luchar para avanzar<br />
en su penoso trabajo; establecido todo esto, hagamos constar que los autoritarios de la libertad<br />
y de la justicia, tienen miedo a la libertad y no saben decidirse a concebir una humanidad<br />
viviendo y marchando sin tutores y sin pastores. Estrechados de cerca por la verdad,<br />
solicitan estos individuos el aplazamiento indefinido de la solución del asunto. He<br />
aquí la substancia de los argumentos que se nos oponen al llegar a este punto concreto de<br />
la discusión.<br />
«Esta sociedad sin gobierno que se rige por medio de la cooperación libre y voluntaria;<br />
esta sociedad que se confía de modo absoluto a la acción espontánea de los intereses y que<br />
se halla enteramente fundada en la solidaridad y en el amor, es, en verdad, un ideal muy<br />
bello, pero que, como todos los ideales, permanece en el estado de nebulosidad. Nos hallamos<br />
en el seno de una humanidad siempre dividida en oprimidos y opresores; éstos imbuidos<br />
del espíritu de dominación y manchados con todos los vicios de los tiranos; aquellos<br />
habituados al servilismo y encenagados en los todavía más vergonzosos vicios que la esclavitud<br />
engendra. El sentimiento de la solidaridad dista mucho de ser el que impera entre<br />
los hombres del día, y si es cierto que los destinos de los hombres son y se hacen cada día<br />
Figuraos, pues, que el hombre de las piernas trabadas, de quien antes hemos hablado, le<br />
expone el médico toda una teoría y le presenta miles de ejemplos hábilmente inventados, a<br />
fin de persuadirle de que, si tuviera las piernas libres, le sería imposible caminar y vivir; en<br />
este supuesto, el individuo en cuestión se esforzaría en conservar sus grillos o ligaduras, y<br />
no vacilaría en considerar como enemigos a quienes desearen desembarazarse de ellos.<br />
Ahora bien, puesto que se ha creído que el gobierno es necesario, puesto que se ha admitido<br />
que sin gobierno no puede haber otra cosa sino confusión y desorden, es natural y hasta<br />
lógico que el término anarquía, que significa la ausencia o carencia de gobierno, venga a<br />
significar igualmente la ausencia de orden.<br />
Y cuenta que el hecho no carece de precedentes en la historia de las palabras. En las épocas<br />
y países donde el pueblo ha creído necesario el gobierno de uno solo (monarquía), la<br />
palabra república, que significa el gobierno de la mayoría, se ha tomado siempre como sinónima<br />
de confusión y de desorden, según puede comprobarse en el lenguaje popular de<br />
casi todos los países.<br />
Cambiad la opinión, persuadid al público de que no sólo el gobierno dista de ser necesario,<br />
sino que es en extremo peligroso y perjudicial... y entonces la palabra anarquía, justamente<br />
por eso, porque significa ausencia de gobierno, significará para todos orden natural,<br />
armonía de necesidades e intereses de todos, libertad completa en el sentido de una solidaridad<br />
asimismo completa.<br />
Resulta impropio decir que los anarquistas han estado poco acertados al elegir su denominación,<br />
ya que este nombre es mal comprendido por la generalidad de las gentes y se<br />
presta a falsas interpretaciones. El error no depende de nombre sino de la cosa y la dificultad<br />
que los anarquistas encuentran en su propaganda, no depende del nombre o denominación<br />
que se han adjudicado, sino del hecho de que su concepto choca con todos los prejuicios<br />
inveterados que conserva el pueblo acerca de la función del gobierno o, como se dice<br />
de ordinario, acerca del Estado. Antes de proseguir será conveniente hacer algunas ligeras<br />
indicaciones respecto a esta última palabra, causa, a nuestro entender, de numerosas interpretaciones<br />
erróneas.<br />
Los anarquistas se sirven ordinariamente de la palabra Estado para expresar todo el conjunto<br />
de instituciones políticas, legislativas, judiciales, militares, financieras, etc., por medio<br />
de las cuales se sustrae al pueblo la gestión de sus propios asuntos, la dirección de su<br />
propia seguridad, para confiarlos a unos cuantos que -usurpación o delegación- se encuentran<br />
investidos de la facultad de hacer leyes sobre todo y para todos y de compeler al pueblo<br />
a ajustar a ellas su conducta, valiéndose, al efecto, de la fuerza de todos.<br />
En este supuesto la palabra Estado significa tanto como gobierno, o si se quiere, la expresión<br />
impersonal, abstracta de este estado de cosas cuya personificación está representada<br />
por el gobierno: las expresiones abolir el Estado, sociedad sin Estado, etc., responden,<br />
pues, perfectamente a la idea que los anarquistas quieren expresar cuando hablan de la abolición<br />
de toda organización política fundada en la autoridad y de la constitución de una sociedad<br />
de hombres libres e iguales fundada en la armonía de los intereses y sobre el concurso<br />
voluntario de todos, a fin de satisfacer las necesidades sociales.<br />
La palabra Estado tiene, empero, otras muchas significaciones, algunas de ellas suscepti-