Primeros-tiempos-de-la-fotografía-en-Zaragoza

Apéndice documental
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“Al enterarse la aristocrática familia de Sobradiel
del riesgo que corría la vida de su hijo,
puso en juego todas sus valiosas influencias.
Su respetable señora doña María Teresa Álvarez
de Toledo y Palafox, madre de Paco Cavero,
salió a escape para Madrid en un coche
de postas, matando dos caballos en el viaje
para llegar pronto a la Corte. Recibida por la
reina Isabel, imploró el perdón de su hijo y el
de todos los prisioneros.
Para conseguir el indulto intercedieron también
todos los parientes de la casa de Sobradiel,
condesa de la Romana, condesa de Montijo,
la emperatriz Eugenia, Medina Sidonia,
marqueses de Lazán, duque de Bivona, Fernán
Núñez, Xiquena y otras linajudas personalidades
que vivían en íntimo trato con la reina.
Cavero y sus compañeros se salvaron, pero no
pudo lograrse el indulto del mariscal de campo,
D. Jaime Ortega.”
(Extracto del manuscrito anónimo, Memorias
de un Zaragozano, datado hacia principios del
siglo XX 24 )
Así pues, aun teniendo entre los de su propia sangre
irredentos carlistas, como el propio hijo de los
Condes, Francisco Cavero, en un acto de reconocimiento,
gratitud y desagravio, el retrato de Isabel II
formó parte siempre del álbum y la memoria familiar
de los Condes de Sobradiel.
No podía faltar, tampoco, entre las páginas del álbum
de esta familia de marcado carácter tradicionalista y
católico, la presencia tanto del retrato del pontífice
Pío IX, como los del arzobispo de Zaragoza y posteriormente
cardenal, Fray Manuel García Gil, durante
cuyo mandato impulsó la construcción y decoración
la cúpula mayor (1866 - 1869) de la basílica del Pilar
y la consagración del templo, en 1872.
Por último, son igualmente del mayor interés algunas
de las fotografías que ilustran los usos y costumbres
de la suntuosa vida social de la aristocracia
española en tiempos de Isabel II. Es decir, junto
al retrato de la soprano Adelina Patti, la cantante
lírica más célebre y admirada de su tiempo, toda
una diva del bel canto, también el álbum se hace eco
de los célebres “bailes de trajes” o disfraces que
se celebraron los lunes de Carnaval en el madrileño
palacio de Cervellón de los duques de Fernán
Núñez, cuyos retratos, por supuesto forman parte
también del álbum. Estos bailes, a los que asistía la
reina Isabel II y lo más granado de la aristocracia
española, estaban dedicados a la evocación o ambientación
sucesiva de diferentes asuntos históricos,
en un remedo mundano de los gustos y temas
que el género de la pintura de historia ponía de
actualidad a través de las exposiciones nacionales
de Bellas Artes. Entre los bailes temáticos que a
través de los personajes caracterizados y retratados
en los gabinetes madrileños de Ángel Alonso Martínez
o Pedro Martínez de Hebert, podemos evocar,
descubrimos los dedicados al Quijote (1862) y
a la Corte de los Reyes Católicos (1863), así como
otros dedicados a Italia y al siglo XVII. Y, entre los
escasos personajes que hemos podido reconocer,
junto a los duques de Fernán Núñez, encontramos
a la condesa Scláfani y a Leonor Lezcano.
Así glosaba la periodista Faustina Sáez de Melgar,
en las páginas de la revista La Violeta, el baile de
trajes dedicado a la Corte de los Reyes Católicos,
en 1863:
“Cuando los Reyes subieron y tomaron asiento
en el salón, empezó a desfilar una brillante
comparsa que representaba la antigua Corte
de Castilla, en tiempo de Isabel la Católica,
fielmente reproducida por los importantes
24 GALÉ CASAJÚS, Enrique: “Un texto desconocido referente a la muerte del general Ortega”, en Boletín informativo Grupo de Historia de Tauste n°
3, Tauste, Agosto del 2002.