FRAGMENTO
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Horizontes del saber I<br />
El Coronel peruano Francisco Bolognesi Cervantes, es particularmente<br />
recordado por su heroica participación en la batalla de Arica en la que<br />
murió el 7 de junio de 1880, luchando junto a sus soldados y después de<br />
pronunciar las célebres palabras “Tengo deberes sagrados que cumplir y<br />
los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. Su valentía y coraje han<br />
pasado a la historia como ejemplo de soldado de honor y de espíritu<br />
guerrero.<br />
Nació en 1816, hijo de Andrés Bolognesi, natural de Génova y de Juana<br />
Cervantes oriunda de Arequipa. Realizó sus estudios primarios en Arequipa.<br />
En 1830 ingresó al Seminario Conciliar de San Jerónimo, donde estudió<br />
secundaria. Desde muy joven, a la muerte de su padre trabajó en el<br />
Comercio de Arequipa. Estudió Contabilidad y llegó a dominar el francés.<br />
Se dedicó a los negocios, pero su principal interés se encontraba en la<br />
vida política del país.<br />
En 1853, con el grado de Teniente Coronel fue designado ayudante del<br />
Estado Mayor General de la división de Arequipa y posteriormente fue<br />
nombrado comisario de guerra. Participó en varias batallas libradas en<br />
Ayacucho, Arequipa, Cusco y otros lugares. Después, pasó a servir en la<br />
Inspección General del Ejército de Lima. Llegó a ser nombrado edecán<br />
de campo del Presidente de la República el Mariscal Ramón Castilla. Fue<br />
ascendido al grado de Coronel efectivo, por acción distinguida. En la<br />
campaña contra el Ecuador en 1860, participó como jefe de artillería.<br />
Enviado a Europa para comprar piezas de artillería, regresó de Londres con<br />
el armamento adquirido.<br />
Cuando estalló la guerra con Chile, Francisco Bolognesi fue llamado a<br />
tomar las armas y defender a la patria. En dicha contienda estuvo al<br />
mando de la tercera división y participó en las batallas de San Francisco<br />
y Tarapacá. Después de la derrota de los ejércitos de Perú y Bolivia en<br />
la batalla de Tacna, el sur del país quedó casi todo perdido en manos<br />
chilenas. Únicamente en Arica quedaba una guarnición de 1600 hombres<br />
al mando de Bolognesi, que aislada por tierra y por mar estaba condenada<br />
a caer. Su emplazamiento era el morro de la ciudad.<br />
El 5 de junio, un parlamentario del ejército chileno, el mayor Juan de<br />
la Cruz Salvo, se acercó a pedir la rendición de la plaza a fin de evitar<br />
derramamiento de sangre. El honor militar, aseguró, no debe llevar a un<br />
sacrificio carente antemano de fruto. El ejército chileno tenía 6 mil hombres<br />
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