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con este respeto por todos los legados étnicos y culturales que han enriquecido nuestro<br />

espíritu, debe ser norma indeclinable del historiador peruano, ese fondo de cortesía y de<br />

respeto que el Inca Garcilaso exigía para escribir la historia, que no puede tener por<br />

objeto ni la propaganda, ni la lisonja, ni la difamación, sino el culto insobornable de la<br />

verdad y un afán incesante de comprensión". Porras, en consecuencia, señala que el<br />

estudio de nuestro pasado debe ser integral y exige ser cauteloso en la crítica, en la<br />

interpretación y en las afirmaciones a las que se pueda arribar. El historiador debe<br />

despojarse de toda idea preconcebida al tratar el tema histórico, y ajustarse a los<br />

documentos e informaciones, si es que desea llegar a conclusiones válidas. Su mira, por<br />

lo mismo, debe ser encontrar la verdad, sin falsificarla por pasiones personales,<br />

compromisos ideológicos o de otra índole. Paul Valery decía que "la historia es el<br />

producto más peligroso que la química intelectual haya elaborado", con lo que quiso<br />

indicar que había que tratarla con suma cautela y sin introducir elementos que pueden<br />

derivar en perjuicio de la humanidad.<br />

l respecto debe tenerse presente que la historia es materia indesligable de la enseñanza<br />

escolar y universitaria, es decir de la niñez y juventud, en las que se recoge y valora todo<br />

lo que contribuye a forjar la conciencia de la nacionalidad. Por esta razón, Porras, en<br />

nota de puño y letra dejó sintetizado su pensamiento de historiador en los siguientes<br />

términos: "La historia –factor de enseñanza cívica, de espíritu humanitario, de dignidad<br />

nacional y de desarrollo del amor a la verdad– no puede ser usada para fines extraños a<br />

su propia misión, ni utilizarse como un instrumento de propaganda. Todo sectarismo<br />

debe ser ajeno por completo a la función de enseñar. El alumno debe ser puesto por el<br />

profesor en condición de pesar el pro y el contra de los hechos, de discernir por sí<br />

mismo lo verdadero y lo falso y de formar libremente sus convicciones".<br />

Me he detenido en fijar algunos de los criterios y normas que han guiado la obra<br />

histórica del maestro Porras porque pienso que muchos lectores no los conocen y<br />

porque los considero indispensables al presentar este volumen sobre el Legado<br />

Quechua.<br />

El interés que tenía por poseer una visión integral de la historia del Perú, a la que me he<br />

referido anteriormente, le llevó a estudiar y escribir artículos y ensayos sobre los<br />

momentos históricos, circunstancias y personajes representativos vinculados a distintas<br />

etapas de nuestra historia, como se verá cuando finalmente se cumpla con el deseo de<br />

publicar la vasta creación intelectual que se tiene de él. Entre los trabajos con óptica<br />

panorámica y general, se cuenta con algunas síntesis valiosas tocantes a diversos<br />

aspectos de nuestra cultura a través de nuestra historia. Básteme citar El sentido<br />

tradicional en la literatura peruana (1945) que Porras inicia con la frase de Francisco<br />

de Xerez, por la que este conquistador y cronista del primer momento, califica al pueblo<br />

indígena peruano de "gente de más calidad y manera que indios, porque ellos son de<br />

mejor gesto y color [...] de más razón que toda la que antes habían visto de indios", y<br />

que culmina nombrando a las personalidades intelectuales más destacadas del Perú<br />

contemporáneo. Está también El periodismo en el Perú (1921), que abarca desde El<br />

Diario de Lima y el Mercurio Peruano de fines del siglo XVIII hasta las dos primeras<br />

décadas del presente siglo, al que añade artículos posteriores sobre el mismo tema; El<br />

Paisaje Peruano-De Garcilaso a Riva Agüero (1955), bello ensayo que sirvió de<br />

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