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pareja con la crudeza o impudicia de la frase, que llega a veces a la escatología del<br />
* lenguaje, sobre todo en Huamán Poma que no escatima las palabras particularmente<br />
para zaherir a las indias que conviven con los españoles y se cargan de mesticillos. El<br />
indio arremete contra la "putiria" con su látigo de cuatro puntas.<br />
En resumen, la crónica india se define por su tendencia a lo maravilloso indio y cristiano,<br />
por su actitud fatalista o cohibida ante las presiones externas, por su fondo íntimo de<br />
protesta no obstante el exterior halagüeño, por la ingenuidad primitiva de sus<br />
impresiones e imágenes, por su vaguedad e inexactitud histórica, compensadas por su<br />
amor al folklore y a la tradición popular y, en lo externo, por su mescolanza quechuaespañola<br />
y la crudeza bárbara de su estilo.<br />
EL CRONISTA INDIO FELI<strong>PE</strong> HUAMÁN POMA DE AYA<strong>LA</strong> (¿1534-1615)*<br />
Si el Inca Garcilaso es la expresión más auténtica de la historia inca y cuzqueña –la<br />
visión dorada y suave del Imperio paternal–, en Sarmiento de Gamboa está la leyenda<br />
épica antagónica del señorío tiránico y turbulento de los Hijos del Sol, en Gutiérrez de<br />
Santa Clara la pasión y el estrépito de la guerra civil entre los mismos conquistadores y<br />
en Pedro Cieza de León la visión integral y ecuánime del Incario unida a los más nobles<br />
y humanos impulsos del colonizador. El indio Felipe Huamán Poma de Ayala, en cambio,<br />
hasta por sus nombres totémicos –huamán y puma: halcón y león– aparece póstuma y<br />
sorpresivamente, como una reencarnación de la behetría anterior a los Incas. Su Nueva<br />
crónica y buen gobierno no sólo trata de revivir épocas remotas, casi perdidas para la<br />
propia tradición oral en los fondos milenarios de la raza, sino que es también por la<br />
confusión y el embrollo de sus ideas y noticias, y por el desorden y barbarie del estilo y<br />
de la sintaxis, pura behetría mental.<br />
Extravío y Hallazgo<br />
El nombre de Huaman Poma de Ayala fue absolutamente desconocido para sus<br />
contemporáneos, y para la historia posterior hasta 1908. En este año el Director de la<br />
Biblioteca de Gottinga, Richard Pietschmann, descubrió en la Biblioteca de Copenhague,<br />
encuadernado en pergamino, el manuscrito Nº 2232 de la Colección Real que contenía,<br />
con numerosos dibujos, en 1,179 páginas, la crónica del indio peruano. Numerosas<br />
divagaciones y las inevitables sospechas de los detractores de España, han surgido<br />
alrededor del viaje de este manuscrito hasta Dinamarca. Markham, sobre todo, patetiza,<br />
según su costumbre: "Es un misterio cómo el libro con todas estas ilustraciones escapó<br />
a la destrucción y aún cómo se permitió su envío a España. Por fin esta obra<br />
importantísima se halló en manos compasivas". El presunto destierro, la fuga o la vía<br />
crucis del voluminoso códice, no fueron acaso sino la ocasional odisea de tantas otras<br />
producciones de la época, como la de los manuscritos de Cieza, Betanzos o Santa Cruz<br />
Pachacutic y del propio Sarmiento de Gamboa, el defensor de las tesis oficiales<br />
españolas, hallado después de tres siglos en Gottinga por el mismo Pietschmann. El<br />
manuscrito mártir no fue, sin embargo, ni quemado ni destruido, sino probablemente<br />
* Publicado en: La Prensa, Lima, 20 de noviembre de 1946.<br />
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