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La Crónica India*<br />
El descubrimiento y la conquista fueron narrados exclusivamente en los primeros lustros<br />
de la colonización, por cronistas castellanos. El choque entre las dos razas, los sucesos<br />
culminantes de Cajamarca y del Cuzco, se relataron únicamente por el vencedor. Se<br />
tuvo la versión española de la conquista, pero faltaba la versión india que explicase el<br />
derrumbe del Imperio y juzgase la derrota y sus causas desde el ángulo de los vencidos.<br />
Es cierto que algo de la voz y el sentimiento de aquellos pudo deslizarse en algunas de<br />
las crónicas castellanas o en las informaciones tomadas a los quipucamayos por Vaca<br />
de Castro, por Cieza de León, por el Virrey Toledo o por Sarmiento de Gamboa. Pero el<br />
hecho mismo del interrogatorio oficial, con su presión efectiva o tácita y la doble o triple<br />
transmisión de los testimonios a través del intérprete, el escribano y el funcionario<br />
informante, les quita a éstos su carácter primicio de espontaneidad. No importa aún que<br />
en determinadas ocasiones el propio elemento hispánico busque y favorezca la razón<br />
india, como en la época de Gasca, para rebajar la obra y sobre todo para menoscabar el<br />
poder y la influencia de los primeros conquistadores. Aun en la crónica de Cieza, que es<br />
el reflejo de ese estado de ánimo y no obstante el humanitarismo generoso del autor,<br />
que recoge muchas de las protestas y de los sentimientos del pueblo oprimido, no es el<br />
espíritu de éste el que se transparenta en su obra sino en la propia mentalidad del<br />
cronista, española y cristiana.<br />
Es sólo en los primeros cronistas indios y mestizos de las postrimerías del siglo XVI en<br />
que empieza a escucharse la voz de la raza vencida. Estos son, naturalmente, muy<br />
escasos y con muy estrecha libertad para decir su verdad bajo un régimen colonial.<br />
Estrictamente son tres cronistas indios: Titu Cusi Yupanqui, Juan Santa Cruz Pachacutic<br />
Salcamaygua y Felipe Huamán Poma de Ayala, y un mestizo genial, el Inca Garcilaso de<br />
la Vega. En todos, aun en los indios puros, hay una huella indeleble de mestizaje<br />
español, de modo que puede considerárseles, como lo ha apuntado José Varallanos en<br />
relación con Poma de Ayala, como mestizos espirituales. Hay en ellos algunas<br />
influencias de la cultura hispánica y occidental –nociones históricas, sociales o<br />
religiosas– pero la mentalidad y el modo de sentir y raciocinar son profundamente indios<br />
y primitivos. Hablan quizás en español, pero piensan en quechua. Es la diferencia<br />
fundamental que los separa del Inca Garcilaso. El gran cronista cuzqueño es también<br />
profundamente indio por el querer y por su atávica simpatía a todas las manifestaciones<br />
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