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Atahualpa no murió el 29 de agosto de 1533*<br />

El debate habido ayer en la Cámara de Diputados sobre la fecha en que deba<br />

celebrarse * el Día del Tahuantinsuyu o Día del Indio, demuestra hasta qué punto la<br />

leyenda es más tenaz y firme que la historia y cómo no valen documentos fidedignos ni<br />

investigaciones documentales para rebatir hechos legendarios. Tal ocurre con la muerte<br />

de Atahualpa, suceso que hirió vivamente la imaginación popular y sobre el que<br />

subsisten, no obstante las rectificaciones fundamentales de hechos ya incontrovertibles,<br />

las fantasías inventadas uno o dos siglos después de la muerte del Inca, por escritores<br />

anovelados y repetidas después, sin examen, por toda clase de historiadores y<br />

biógrafos.<br />

La muerte de Atahualpa y todos los sucesos que la rodearon, están comprobados por<br />

crónicas y documentos oficiales de la época, por testimonios y cartas particulares de los<br />

conquistadores y por otros documentos, públicos y privados, que coadyuvan a<br />

restablecer la cronología y la secuela de hechos que antecedieron o siguieron a la<br />

ejecución del Inca. Pero, aparte de estos documentos, hay una profusa leyenda,<br />

principalmente de origen quiteño, que inventa episodios que no constan en ningún<br />

documento o crónica. Desde el día siguiente de la muerte de Atahualpa, el pueblo<br />

indígena comienza a trabajar poéticamente sobre el final del Inca y la tragedia de<br />

Cajamarca. Los soldados de la conquista, afectos también a las alucinaciones<br />

fantásticas, colaboran en la difusión de esas creaciones novelescas y las trasmiten más<br />

tarde a las crónicas. El pueblo indígena no puede aceptar la derrota y muerte de su Inca<br />

y señor, sin darle una explicación plausible y surgen las leyendas de la profecía de<br />

Huayna Cápac, sobre la llegada de los Viracochas y la próxima pérdida del Imperio, las<br />

versiones de pronósticos siniestros de los oráculos o las calpas y de la aparición de<br />

sacacas o cometas fatídicos.<br />

A este ciclo justificador que podríamos llamar de los presagios, que atribuye a un<br />

mandato sobrenatural el triunfo de los españoles y la derrota de los indios, sigue otro,<br />

que podría ser el ciclo de la venganza o reparativo, en que los indios toman desquite de<br />

los españoles, los derrotan en una batalla campal y les imponen en la misma plaza de<br />

*Publicado en: Excelsior, Lima, ene-feb. 1945, N° 143-144, p. 23-24; Revista de<br />

Infantería, Chorrillos (Lima), agosto de 1950, N° 1, p. 339-342; y Equis, Lima, octubre<br />

de 1955, p. 11-12.<br />

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