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encomiendas y demostrando la inconveniencia de la medida por el daño que podría<br />
acarrear a los naturales. Abogaba, en cambio, a favor de su incorporación como<br />
súbditos de la corona real.<br />
o dicho demuestra pues la estrecha vinculación de fray Domingo con Cieza de Leon y<br />
Las Casas, así como la valiosa colaboración que prestó a ambos en su calidad de<br />
informante en asuntos del Perú. Ello le concede el privilegio de ser uno de los más<br />
eficaces y confiables conocedores de la realidad seiscentista peruana.<br />
Lo expuesto explica por qué Porras dedicó especial atención a la figura de fray Domingo<br />
de Santo Tomás. Los prólogos a la Gramática o arte de la lengua general de los<br />
Indios de los Reynos del Perú y El Lexicón o Vocabulario de la lengua general del<br />
Perú, reeditados por Porras en 1951, poseen aquella connotación, es decir que no<br />
solamente incitan a profundizar el estudio de la lengua quechua sino además a penetrar<br />
en la verdadera historia de los Incas y adquirir información fundamental sobre<br />
instituciones, costumbres, mitos y leyendas del mundo indígena peruano. Para Porras la<br />
gramática prueba la capacidad y la estructura mental del pueblo creador de una lengua y<br />
el vocabulario constituye el mejor inventario de los adelantos y adquisiciones culturales<br />
de un pueblo. En relación a fray Domingo de Santo Tomás, como autor de la<br />
Grammatica, expresa que éste "realizó para la lengua quechua la tarea inmortal que<br />
para la castellana llevó a cabo Antonio de Nebrija, a cuyo plan ciñó el análisis de la<br />
estructura de la lengua índica". En cuanto al valor del Lexicón como instrumento para<br />
descubrir la trascendencia del idioma, Porras expresa que "el estudio de los vocabularios<br />
puede servir no sólo para seguir la evolución fonética del lenguaje, sino para rastrear el<br />
origen del pueblo que habla una lengua, su estado social, sus principales nociones y<br />
elementos de cultura, el origen y significados de sus mitos, las relaciones con los<br />
pueblos vecinos y las áreas geográficas de distribución cultural". Partiendo de estas<br />
consideraciones, Porras estima que el examen minucioso de los vocabularios puede<br />
conducir al esclarecimiento de muchos problemas históricos, etnológicos o de otra<br />
índole. Al respecto señala que del estudio geográfico de la difusión de las dos grandes<br />
familias lingüísticas, el quechua y el aymara, surgieron las teorías de Riva Agüero y Max<br />
Uhle sobre el imperio megalítico preincaico que después es comprobado por la<br />
arqueología. Precisa, asimismo, que de "las fuentes lingüísticas arrancan las<br />
interpretaciones cardinales de Rivet sobre el origen de los americanos, así como las de<br />
Latcham, Jijón Caamaño y Valcárcel sobre los primeros pobladores del Cuzco y las<br />
pugnaces interpretaciones de Tello sobre el origen arawaco o forestal de la cultura<br />
peruana, coordinadas con la arqueología".<br />
Después de fijar la importancia de la lengua nativa y dentro de ella los vocabularios para<br />
desentrañar aspectos esenciales como los indicados, Porras se aboca a la tarea de<br />
precisar los orígenes, amplitud, tendencias y demás características del quechua o<br />
runasimi de los Incas. Lo hace con amplio dominio de las fuentes –cronistas,<br />
historiadores, arqueólogos, lingüistas y otros especialistas en el asunto–. Analiza e<br />
interpreta gramáticas y vocabularios con el objeto de destacar el valor de numerosas<br />
palabras quechuas y su significación histórica e idiomática, dentro del espectro general<br />
de la lengua general de los Incas. En esta labor recurre de manera preferente a Fray<br />
Domingo de Santo Tomás, a quien considera el iniciador de los estudios quechuistas. Es<br />
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