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alma incaica y de la organización institucional de los antiguos peruanos, según sus<br />

propias palabras. Tanto en los quechuistas citados como en otros de los primeros siglos<br />

de la presencia española en el Perú que también recogieron vocablos quechuas y<br />

usaron esta lengua para sus sermones, informes, y demás trabajos oficiales y religiosos,<br />

se encuentra amplísimo material para escribir la historia de los Incas, particularmente en<br />

lo que se refiere al espíritu creativo y sustentador del sentimiento del pueblo incaico. A<br />

ellos se debe que muchas palabras y expresiones, que reflejan el espíritu del pueblo<br />

indígena, no desaparecieran. "El mito, la leyenda y el cuento fueron las formas populares<br />

y poéticas anunciadoras de la historia", dice Porras, y esas manifestaciones se<br />

descubren en los quechuistas de los siglos XVI y XVII. Porras lo expresa claramente<br />

cuando señala que "la historia, los mitos y la organización del pueblo incaico se<br />

transparentan a través de los vocablos simbólicos. El hallazgo de la fonética y el traslado<br />

de los fonemas quechuas a la escritura occidental permite la fijación y la perpetuación de<br />

los cantares históricos de los Incas, de sus hayllis o himnos guerreros y de sus leyes, de<br />

sus haravis amorosos o bucólicos y de sus fábulas o consejas populares. Las crónicas<br />

castellanas recogen ávidamente el latido de la vieja civilización indígena y lo sincronizan<br />

con la cultura universal...". La historia de los Incas para Porras "fue un sacerdocio<br />

investido de una alta autoridad moral, que utilizó todos los recursos a su alcance para<br />

resguardar la verdad del pasado y que estuvo animado de un espíritu de justicia y de<br />

sanción moral para la obra de los gobernantes, que puede servir de norma para una<br />

historia más austera y estimulante, que no sea simple acopio memorístico de hechos y<br />

de nombres". Todo ello lo dice Porras en base a su conocimiento profundo de los<br />

quechuistas y de los cronistas, en los que fue maestro incomparable.<br />

La incorporación en este volumen de los trabajos sobre fray Domingo de Santo Tomás y<br />

fray Diego González Holguín, que sirvieron de prólogo a cada una de las obras de estos<br />

notables quechuistas, debe ser por consiguiente estimado como fundamental para los<br />

estudiosos de la historia de la lengua de los Incas, de las instituciones incaicas y de las<br />

más variadas manifestaciones de la cultura vinculada a nuestro pasado indígena<br />

Fray Domingo de Santo Tomás<br />

Porras expresa, en frases encendidas de admiración y simpatía, la valiosísima<br />

contribución de fray Domingo de Santo Tomás al estudio de la lengua de los Incas, a la<br />

que es el primero en bautizar con el nombre de quechua. Por esta razón le dedica uno<br />

de sus mejores estudios, producto, como siempre, de minuciosa investigación sobre la<br />

vida, la obra y la personalidad del notable dominico. Fray Domingo de Santo Tomás,<br />

dice Porras, "tuvo en el Perú la vocación y el destino de iniciador". Confirma esta<br />

aseveración con una relación en la cual enumera haber sido el primero de los españoles<br />

que en el Perú abrió surcos provechosos que sirvieron de ejemplo y de perseverancia<br />

para alentar vocaciones. Por todo lo que hizo y dejó como ejemplo o modelo en el Perú<br />

en su condición de lingüista, maestro y predicador, fray Domingo de Santo Tomás "se<br />

yergue, en el pórtico de la cultura peruana, como una de esas esculturas de los<br />

frontispicios de los templos medioevales, revestido con el amplio y noble talar de la<br />

sabiduría", escribe Porras.<br />

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