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Antonio Valdez o Ignacio de Castro, de Sahuaraura y Gallegos y de los esforzados<br />
redactores del Museo Erudito de 1837".<br />
Porras retornaría dos veces más al Cuzco, en misión de estudio, aproximadamente por<br />
espacio de un mes en cada oportunidad. La segunda fue en 1944, por vía terrestre,<br />
presidiendo una delegación universitaria en la que participaron dieciséis estudiantes de<br />
la Facultad de Letras de San Marcos, entre los que se encontraban brillantes discípulos<br />
que habrían de sobresalir en el campo de la diplomacia y de la actividad académica,<br />
como Carlos García Bedoya, Juan José Calle, Carlos Fernández Sessarego, Jorge<br />
Morelli Pando, Enrique Fernández de Paredes y Félix Alvarez Brun, el cronista de la<br />
expedición, quien ha publicado un animado "Testimonio de una gira universitaria al<br />
Cuzco en 1944", en el "Boletín de Lima", Nº 46.<br />
Diez años más tarde, en noviembre de 1954, Porras volvió, accediendo a la honrosa<br />
invitación de la Universidad Nacional de San Antonio Abad, para recibir el grado de<br />
Doctor Honoris Causa, y del Colegio de Abogados del Cuzco, que lo incorporó como<br />
miembro honorario de la Orden. En esa oportunidad ofreció varias conferencias, con<br />
asistencia multitudinaria, para exponer los resultados de sus investigaciones sobre<br />
cronistas cuzqueños y la ciudad imperial y para culminar pesquisas ya iniciadas sobre el<br />
drama Ollantay y el rastro biográfico de su autor, el cura Antonio Valdez. Recibió el<br />
reconocimiento público de maestros y estudiantes, de escritores y periodistas como José<br />
Gabriel Cosio, que expresaron en los diarios la gratitud al gran cuzqueñista que había<br />
encontrado y publicado en la "Revista Histórica" el Acta de fundación de la ciudad.<br />
Ofreció a la revista de la Universidad un legajo de facsímiles de documentos inéditos<br />
hallados por él en el Archivo de Indias, relativos a los héroes cuzqueños Túpac Amaru y<br />
Pumacahua, y recorrió los pueblos aledaños al Cuzco y al valle sagrado del Vilcanota,<br />
que interesaban a su investigación ollantina, como Urubamba, Yucay, Calca, Maras y<br />
Ollantaytambo, rastreando sus archivos parroquiales y notariales y "aprehendiendo en<br />
sus templos – según confiesa en un reportaje – las notas del admirable arte barroco de<br />
los artífices quechuas", porque "cualquiera de las iglesias de los poblachos indígenas del<br />
Cuzco, como Checacupe, Yucay o Andahuaylillas supera en primor y riqueza a los<br />
grandes templos capitalinos".<br />
En la vida y en la obra total de Porras el Cuzco tiene una significación capital y un peso<br />
específico cualitativo. Hay una inocultable predilección amorosa por la ciudad imperial y<br />
por la cultura quechua que lo lleva a la indagación constante desde una visión<br />
pluridisciplinaria: historia, geografía, filología, mito, tradición, paisaje, lengua, literatura,<br />
arte, periodismo. Todo ello expuesto en su estilo vibrante, hablado, con la fuerza<br />
suasoria y la emoción del gran escritor y maestro.<br />
La Fundación M. J. Bustamante de la Fuente cumpliendo cabalmente los fines trazados<br />
por su ilustre creador, para quien el campo de la historia tuvo particular predilección, ha<br />
querido editar y difundir – en estrecha cooperación con el Instituto Porras Barrenechea,<br />
Centro de Altos Estudios y de Investigaciones Peruanas, que desarrolla sus tareas en<br />
condiciones verdaderamente franciscanas – esta segunda edición de la Antología del<br />
Cuzco, agotada desde hace muchos años, cuyo prólogo es una síntesis magistral de sus<br />
indagaciones cuzqueñas de tantos años y cuya selección de textos es un hermoso y<br />
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