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¿Cómo se desarrolló, doctor Porras, el debate sobre la antigüedad de esta obra<br />

El debate sobre la antigüedad del drama Ollantay obsesiona al siglo diecinueve. La<br />

primera noticia sobre el drama la da el periódico "El Museo Erudito" del Cuzco en 1857.<br />

Su redactor principal, el culto escritor don José Manuel Palacios y Valdez, era<br />

relacionado del cura Antonio Valdez. Palacios reconoce a Valdez como autor del drama<br />

que habría recogido de la tradición oral india, pero le censura haber cambiado el<br />

desenlace trágico de castigo y exterminio, reemplazándolo por un final de bodas y<br />

perdones. Otros testimonios contemporáneos, olvidados o pospuestos, reconocen a<br />

Valdez como el autor del drama. El viajero francés Marcoy, que estuvo en el Cuzco en<br />

1846, habla de la tragedia de Valdez inspirada en la leyenda popular. El cura de Lares,<br />

Justiniani, que dio a Makham una copia del manuscrito de Ollantay en 1856, dijo a éste<br />

que Valdez era el autor del drama. Idéntica afirmación volvió hacer Palacios en un folleto<br />

publicado en 1846 en Río de Janeiro. El testimonio cuzqueño contemporáneo fue pues<br />

unánime en señalar como autor del Ollantay al célebre cura de Tinta, amigo de los<br />

Túpac Amaru.<br />

Sin embargo, de esta comprobación indisputable –nos siguió expresando el doctor<br />

Porras Barrenechea–, triunfó en el siglo diecinueve la tesis de la antigüedad<br />

prehispánica del drama, que oscureció definitivamente la fama y el prestigio literario del<br />

cura Valdez, gran despojado de nuestra historia. Markham, por sostener la importancia<br />

de su hallazgo, llevado de su sano entusiasmo incanista, proclamó la procedencia<br />

antigua del drama y descalificó a Valdez, como autor de su descollante obra. El<br />

argentino López proclamó, sin sustento cronológico alguno, que Valdez había sido<br />

compañero de su padre y que nunca escribió dramas. Tschudi consideró el drama como<br />

una supervivencia del teatro incaico, de tragedias y comedias, aludido por Garcilaso y<br />

aseveró que había sido transcrito a la escritura en el siglo dieciséis. El gran quechuista<br />

cuzqueño Pacheco Zegarra declaró que el lenguaje del drama era arcaico y que su<br />

forma lo acusaba como una obra escrita en el siglo dieciséis. El historiador argentino<br />

Mitre y don Ricardo Palma denunciaron el error y sostuvieron el carácter prehispánico<br />

del drama. Factor fundamental de revisión de este concepto fue la intervención del gran<br />

humanista argentino Ricardo Rojas. En su libro Un Titán de los Andes, Rojas diferenció<br />

la leyenda del drama. La leyenda es indígena, primitiva; el drama es colonial y<br />

dieciochesco. Pero Rojas descartó a Valdez como autor del drama o le pospuso,<br />

desconocedor de su figura y trayectoria vital. Por eso planteé desde 1943, en la cátedra<br />

de Literatura Americana y Peruana de San Marcos la necesidad de estudiar y aclarar la<br />

figura de Valdez.<br />

¿Y los resultados ahora<br />

El resultado de la investigación biográfica ha sido plenamente confirmador de la<br />

paternidad de Valdez. No es ya sólo el testimonio de sus contemporáneos, sino su<br />

origen, sus actos, sus predilecciones, los que lo definen como el revelador de la leyenda<br />

ollantina. La familia de los Valdez y los Ugarte, de antigua prosapia cuzqueña, venida a<br />

menos en su fama, radicó en Urubamba, a pocas leguas de Ollantaytambo. El nació al<br />

parecer en San Juan de Huaylla-bamba. Su madre tenía casa en la plaza de Urubamba<br />

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