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iris –que sus sucesores llevarían como estandarte– y al darse con el destino definitivo de<br />
su raza entonan el cantar de chamaiguarisca o "cantar de pura alegría", que podría ser<br />
el himno nacional del Imperio.<br />
Ninguna de estas poetizaciones, que también surgieron sobre otros Incas –<br />
principalmente, sobre Pachacútec–, reducen, proviniendo de un pueblo crédulo y<br />
agorero, la personalidad histórica de Manco Cápac y la certeza de sus hazañas vitales.<br />
Manco Cápac existió realmente. Podrá dudarse si fue de raza quechua o aymara, o de la<br />
cronología de su reinado; pero fue héroe de carne y hueso y el jefe de los ayllus que<br />
ocuparon el Cuzco tras de la odisea de Paccarectampu a Guanacaure y el valle sagrado.<br />
Es inútil que los historiadores traten de saber si fue quechua o aymara, cuando los<br />
propios indios, sus descendientes, le hacían hijo del Sol y de la Luna o declaraban que<br />
"no tuvo pueblo, ni chácara, ni casta o antigualla pacarimoc". El nombre Manco no tiene<br />
explicación en quechua, según Garcilaso, aunque Cápac signifique poderoso o rico, en<br />
quechua y en aymara y mallco, según Uhle, sea "señor de vasallos" en aymara. No<br />
cabe, tampoco, aceptar la tesis del sutil investigador Latcham, quien piensa que los<br />
Ayar, nombre que significa "difunto", habían muerto cuando sus tribus llegaron al Cuzco<br />
y que, por lo tanto, ni Manco ni sus compañeros collas vieron jamás la ciudad del Sol.<br />
Para la tradición secular incaica, Manco Cápac fue el inconfundible fundador o marcayoc<br />
del Cuzco de los Incas.<br />
Entre los signos históricos innegables de la personalidad histórica de Manco Cápac<br />
están los hechos de que en el Cuzco se le señaló siempre unánimemente, como el<br />
fundador de la ciudad e iniciador de la dinastía incaica, y de que se veneró, además, por<br />
una tradición persistente, los sitios donde Manco fundó el templo de Inticancha, el de<br />
Colcampata que fue su morada o el sitio en que dormía su mujer, Mama Ocllo. Además<br />
de estos recuerdos locales se conservó la versión de que fue Manco quien enseñó la<br />
labranza de la tierra y el uso del arado, estableció el culto del Sol y forjó las leyes y las<br />
grandes instituciones y ceremonias rituales del Imperio. Con tan firmes lauros la figura<br />
de Manco vence las nieblas de la leyenda y adquiere vigor y prestancia reales. Es el<br />
fundador del Cuzco y de la estirpe de los Incas y preside, como desde un pórtico<br />
majestuoso y monolítico, toda la primera historia peruana.<br />
Manco fue, pues, el personaje real e histórico que fundó el Cuzco y aun le dio, según la<br />
tradición, su nombre perdurable. El Cuzco, antes de la llegada de Manco, estaba<br />
ocupado, según el testimonio veraz de Betanzos, en gran parte por "un tremedal o<br />
ciénaga" y no había en el valle del Huatanay sino pueblos pequeños de "hasta veinte o<br />
treinta casas pajizas y muy ruines". Huamán Poma dice que este caserío antiguo se<br />
llamó Acamama.<br />
Manco cumple la función sinoicista, allanando obstáculos y juntando pueblos. De ahí,<br />
acaso, el nombre mismo del Cuzco, sobre el que vacila la ciencia lingüística. Garcilaso<br />
afirmó que "Cozco, en la lengua particular de los Incas, quiere decir ombligo o centro del<br />
mundo". También se ha dicho modernamente, por Escalante, que proviene de Cejasco,<br />
que significa pecho o corazón. Pero González Holguín, uno de los más ilustres<br />
quechuistas, afirmó en los mismos días de Garcilaso, en su Vocabulario prócer,<br />
dictado, según él, por los mismos indios del Cuzco que cusquini significa "allanar el<br />
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