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Riva Agüero y la historia incaica<br />
El más solvente y autorizado historiador de los Incas, a la manera clásica, es don José<br />
de la Riva Agüero (1885-1944), tanto por la extraordinaria riqueza de su cultura<br />
humanista, que le daba dominio pleno sobre todas las disciplinas conexas de la historia,<br />
cuanto por la vigorosa originalidad de su espíritu, que le llevó a plantear esenciales<br />
revisiones e interpretaciones de capital importancia no sólo para la historia incaica sino<br />
para todo el transcurso de la historia peruana. Fue lástima que las circunstancias<br />
políticas adversas del Perú de su época determinaran su largo apartamiento del país y<br />
de las actividades universitarias, a las que pertenecía de derecho, pero, a pesar de esta<br />
dispersión de sus actividades de la época viril –que le impidió escribir la gran obra de<br />
conjunto que de él se reclamaba–, dejó en los libros promisores de su juventud y en los<br />
ensayos colmados de erudición de su madurez truncada, la garra de su profunda<br />
concepción de la historia y su enjundiosa sagacidad crítica.<br />
José de la Riva Agüero y Osma nació en Lima, el 26 de febrero de 1885. Descendía de<br />
viejas estirpes españolas y republicanas. Entre sus ascendientes más notables se<br />
hallaba don Nicolás de Ribera el Viejo –uno de los Trece compañeros de Pizarro en la<br />
Isla del Gallo y primer Alcalde de Lima– y su bisabuelo, don José de la Riva Agüero y<br />
Sánchez Boquete, fue el más descollante conspirador peruano contra el régimen<br />
español en los albores de la independencia y el primer Presidente del Perú, desposeído<br />
por Bolívar, en 1823. Estos antecedentes determinaron la vocación aristocrática de Riva<br />
Agüero y su contextura esencial de élite. Educado en el Colegio de los padres franceses<br />
de la Recoleta, recibió en él una profunda formación cristiana a la vez que el hálito liberal<br />
de la historia y de la cultura de Francia, que condicionó la tolerancia de su ideario juvenil.<br />
La Universidad de San Marcos de principios del siglo XX le impuso por un tiempo la<br />
impronta positivista de la época, que se refleja en sus primeros ensayos y opiniones.<br />
Dos obras fundamentales, escritas en plena mocedad estudiantil, acusan la recia<br />
mentalidad de Riva Agüero y son acaso los hitos más importantes de su contribución<br />
histórica. Ellas fueron Carácter de la Literatura del Perú Independiente (Lima, 1905) y<br />
La historia en el Perú (1910). La primera –escrita cuando sólo contaba 19 años y<br />
comentada entonces por Unamuno– inicia los estudios orgánicos de historia de nuestra<br />
cultura y traza, por primera vez, un cuadro completo de nuestra evolución literaria,<br />
coordinado y pletórico de información y de solidez crítica. Es, junto con El Perú<br />
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