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y de algodón en los oasis verdeantes de los valles junto al curso rápido y torrentoso de<br />

los ríos, bordeados de arboledas frutales como los pacaes o huavas, las guayabas,<br />

paltas, chirimoyas, piñas, lúcumos y algarrobos; los bosquecillos de espinos, huarangos<br />

y algarrobos en las partes altas y en las bajas los sauces, chilcas y los juncales y aneas<br />

de los pantanos; la humedad ambiente condensada en la neblina y en la tenue garúa<br />

invernal; la fauna menuda y veloz, de gozquecillos, patos, palomas, cigüeñas, faisanes,<br />

perdices, venados y los clásicos gallinazos; sin animales temerosos como los lobos,<br />

salvo las águilas y astutas raposas, y los pumas sorpresivos. Los únicos fenómenos<br />

extraordinarios del ambiente costeño son el temblor cucuy y el hauyco o aluvión violento<br />

que desciende por las quebradas como un castigo de los cerros destrozando casas y<br />

sembríos.<br />

La estructura geográfica original de suelo, clima, vegetación y vida animal, influye en<br />

primer término sobre el hombre y es reformada y definida por la acción de éste y por los<br />

recursos de su técnica. Del yunga costeño hablaban despectivamente los Incas, como lo<br />

comprobaron los cronistas primitivos Jerez, Sancho y Estete, que dicen de ellos ser<br />

"gente ruin y pobre", que no servía para guerra ni para gobierno. Esto, prescindiendo del<br />

alto nivel intelectual y artístico que revelan los vasos y dibujos estilizados de Nazca, las<br />

telas de Paracas y las esculturas chimúes. Coinciden en este desdén por el yunga u<br />

hombre de la costa, a través de los siglos, los amautas cuzqueños y los sociólogos<br />

marxistas de hogaño. Algunos geógrafos y viajeros han recogido también<br />

epidérmicamente, esa impresión deprimente del clima costeño sobre el hombre.<br />

Raimondi pensaba que el aire saturado de humedad hacía perder calor al cuerpo<br />

humano calentado por el sol. La tala de árboles suprimía las barreras a los vientos y<br />

favorecía el frío fisiológico. Middendorf creía que la falta de descargas eléctricas en el<br />

verano disminuía la capacidad de trabajo y el cielo plomizo cargado de nubes y la<br />

correspondiente falta de luz, más que la de calor, producían el decaimiento moral. En<br />

oposición a éstos, algunos científicos modernos afirman que el tiempo medio más<br />

favorable a la energía física e intelectual es el que va de 16º a 20ºC con 70º o 90º de<br />

humedad relativa y el de Lima oscila en 17º y 22º. El clima costeño, según Pedro<br />

Larrañaga, favorece en nuestros días, la vivienda y el taller baratos y ligeros, la<br />

suculencia de recursos alimenticios en que predominan las farináceas sobre las<br />

proteínas, permite el trabajo a la intemperie y ofrece reservas enormes de energía<br />

eléctrica proporcionada por los torrentes cisandinos.<br />

Estas realidades geográficas básicas modelan las instituciones y las relaciones<br />

humanas. El yunga pescador y cazador obligado, se alimentó de carne y pescado crudo;<br />

se estacionó en los valles al borde de la fuente de agua única que recogió y distribuyó<br />

en canales para vivificar los sembríos de maíz y plantas alimenticias y construyó sus<br />

poblaciones agrícolas en las colinas o sitios encumbrados o cerros artificiales huyendo<br />

de la llanura o la tierra fértil por razones defensivas, económicas o mágicas. La huaca<br />

irguió su perfil en talud incorporándose a la visión del paisaje local. La templanza del<br />

clima, la amenaza del temblor y la falta de madera y de piedra determinaron los<br />

materiales de construcción: paredes de adobes o torta de caña y barro y techos de<br />

troncos de árbol, paja, ramajes o totora. El vestido fue ligero y de algodón y los<br />

trabajadores los simplificaban en el trabajo que hacían semidesnudos. La benignidad del<br />

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