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que recogen esta actitud afirmativa. Y junto con ellas el cumplimiento voluntario de la<br />
obligación social: camay.<br />
Hay vocablos abundantes que expresan la alegría en el trabajo (ccapa runa, hombre<br />
alegre en el trabajo), la voluntad de trabajar más que los otros (ccapacha cumuni), la<br />
ponderación del trabajador incansable hasta la vejez (ccori o chhoqqueruna) y la<br />
fustigación de la ociosidad, y de los perozosos y holgazanes (ccaçiruna, hombre ocioso,<br />
sin oficio, o el "perezoso para poco" (69) o el manay macirakpas (16). Correspondiente<br />
con esta fuerza y sanidad de espíritus jóvenes hay también un anhelo de "buena ciencia<br />
y vida concertada" (chhantaylla) que define "la honra" indígena (alliyupay cayniy o<br />
yupayoc cayñiy). Esta honra está sujeta a virtudes y abstenciones, a prohibiciones que<br />
se expresan por la partícula Ama, persuasiva y por la imperativa amapuni amatac, que<br />
significa "en ninguna manera". Los vicios especialmente fustigados en el lenguaje son<br />
precisamente aquellos que más se imputaron al deprimido indio colonial: la mentira, la<br />
falsedad, el ocio, la murmuración, la ebriedad. Ejemplo de esta rectitud del ánimo es<br />
esta frase recogida por Holguín, precisamente sobre el culto de la verdad y la palabra<br />
empeñada: Cam llullaypas ñocam ari amatac "Di tu mentira si quieres, empero yo no",<br />
que revela un sano espíritu de honestidad mental y esta otra, también llena de sencillez<br />
y sinceridad: "La palabra salió una vez de mi boca y he dado el sí. No se ha de quebrar"<br />
(35). La mentira, llulla es combatida; despreciado el embustero, batum llulla, y estimado<br />
"el que cumple fielmente lo que dijo y no engaña" (checcan simi sullullusin y runa o simin<br />
cana).<br />
Estas comprobaciones no invalidan la existencia de vicios y corrupciones morales<br />
semejantes a los que existen en la vida de todos los pueblos. El mundo de perfección<br />
bosquejado por el baladrón Mancio Serra de un Imperio sin ladrones, ni mujeres<br />
adúlteras ni ociosos, es del campo de la Utopía. Como en el diccionario de Santo Tomás<br />
abundan en éste las palabras que señalan a las mujeres públicas comunes a todas<br />
(pampayruna o huptasca huarmi), al amancebarse la mujer, Runayucuni o huaynayacun,<br />
al hijo de muchos (Huptascca churi) y a los concubinarios amancebados (Tiyakmaciy). El<br />
adulterio "a escondidas del marido" se llama Çuapuccuni ccoçay hahuampi o<br />
hahuamanta o çocanta hahuanchani huassanhani ayuni y el hijo adúltero çuacussca<br />
huahua. Huctatac paltaycuchicuk huarmi, "la que pone los cuernos a su marido". Otros<br />
términos denuncian al ladrón y sus diversas clases: el que se lleva cuanto puede (apapu<br />
çuapu) el çua hucucha o ladroncillo de comidas, el gran ladrón, allca hucucha o moro<br />
huccucha runa, el ladrón que todo se le pega a las manos çua cazcaccoc maqui<br />
hayhuaycachak maqui o lluquiricuk maqui, yachascca uyay çua "público ladrón cursado<br />
o conocido", hasta el que se dedica a hurtar (manu çuaccuni) y el simple "gorrón que se<br />
convida a comer con todos y se entra sin combidarle": Micupuccuc, upiyapuccuc, caypi<br />
chaypi. El perezoso es fustigado en frases como ésta: Allcota yallik qquellapunik,<br />
perezoso dormilón mas que el perro o llamándolo despectivamente yana huacta, que es<br />
"baldón de floxo". El borracho es también zaherido en dichos y motes burlescos (44),<br />
pero el indio admira al mismo tiempo al gran bebedor de recia cabeza que no se<br />
emborracha, ceka huma o racra puyñu ccoro puyñu.<br />
En la colmena incaica el arquetipo es el hombre medio, el yuyay runa, el hombre cuerdo,<br />
adulto o de razón, el buen trabajador, el fiel cumplidor de sus deberes: Checcan soncco<br />
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