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El comisionado de Matienzo que vio a Titu nos da su traza física así: "será hombre como<br />

de cuarenta años, de mediana estatura, moderno y con unas pecas de viruelas en la<br />

cara, el gesto algo severo y robusto". El Inca vestía camiseta de "damasco azul",<br />

diadema de plumas en la cabeza, collar y coracinas de plumas en las pantorrillas. En el<br />

pecho llevaba una patena de plata, un puñal dorado y una "rodela" de Castilla en la<br />

mano y el rostro "enmascarado de un mandul colorado". "Le rodeaban veinte o treinta<br />

mujeres de razonable parecer". Así vio un soldado español el último cortejo de un Inca<br />

irrisorio, algo selvatizado por la permanencia en Vilcabamba y con unos pobres arreos<br />

de farsa en vez de la magnífica joyería de sus antepasados.<br />

En tanto que se formalizaban los arreglos, el Inca permitió que entrasen a Vilcabamba<br />

algunos frailes para doctrinar a los indios. El primero en entrar fue Fray Antonio de Vera,<br />

en el pueblo de Carco, quien bautizó a Quispe Titu, que recibió el nombre de Felipe<br />

(1567). Al año siguiente Titu Cusi solicitó ser bautizado por el fraile más principal del<br />

Cuzco y se le envió al prior de los agustinos fray Juan de Vivero, quien le bautizó el 28<br />

de agosto de 1568, "día del glorioso doctor San Agustín", recibiendo el nombre de Diego<br />

de Castro. Quedó en Vilcabamba el padre Marcos García, quien debía doctrinar al Inca y<br />

quien escribió a solicitud de Titu Cusi un memorial o "Instrucción" al Gobernador García<br />

de Castro que tiene el carácter de crónica. El Inca murió a poco de una pulmonía y los<br />

indios mataron entre grandes suplicios al padre agustino Diego Ortiz, porque no supo<br />

curarle primero ni resucitarle después.<br />

La Instrucción recuenta los agravios hechos por los conquistadores españoles a Manco<br />

Inca en el Cuzco principalmente por los hermanos de Pizarro, en ausencia de éste. El<br />

hijo de Manco rinde justicia al Conquistador del Perú, cuando, después de relatar las<br />

tropelías sufridas por su padre, escribe: "Entienda el que esto leyere que cuando estos<br />

negocios pasaron de dar la coya a la prisión de las cadenas y grillos el Marqués don<br />

Francisco Pizarro ya era ido a Lima y a la sazón no estaba en el Cuzco y por eso, no<br />

piense naide que en todo se halló".<br />

La crónica de Titu Cusi es particularmente interesante para reconstruir el sitio del Cuzco<br />

por Manco y la etapa de los Incas de Vilcabamba. Relata también la captura de<br />

Atahualpa recogiendo la versión cuzqueña contraria a aquel Inca, enemigo y destructor<br />

de su raza. Su testimonio no es muy seguro desde el punto de vista cronológico, como<br />

hombre que no supo escribir y confió todo a la memoria. La acción de su padre Manco<br />

es hiperbolizada en muchas partes, principalmente en los sucesos anteriores a la<br />

insurrección, en que Titu pretende hacer creer que Manco gobernaba en el Cuzco como<br />

heredero primogénito de Huayna Cápac, en lugar de Huáscar. Otros sucesos y nombres<br />

son confundidos, como los de Soto y el violador de Inguil que no fue Gonzalo sino Juan<br />

Pizarro. El fraile redactor de la crónica interpone también su personalidad, haciendo<br />

pronunciar a cada rato, a Manco Inca, arengas que son verdaderas homilías y que<br />

comienzan invariablemente con este vocativo: "Muy amados hijos y hermanos míos". Sin<br />

embargo de esto, hay algunos atisbos e impresiones directas del espíritu indio frente a<br />

los españoles o viracochas. Así, cuando dice, para describir a los conquistadores, que<br />

eran hombres barbados que hablaban a solas con unos paños blancos –para decir que<br />

leían–, que iban sobre animales que tenían los pies de plata y que eran dueños de unos<br />

illapas o truenos.<br />

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