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sin reparo alguno desde 1935 en que fue publicado, y ha dado motivo a que los nuevos<br />
historiadores ofrezcan parecidas conclusiones en trabajos recientes, aunque en algunos<br />
de ellos se ha eludido citar la fuente inspiradora.<br />
La caída del Imperio Incaico salió en la Revista de la Universidad Católica del Perú el<br />
citado año; fue reeditado por la misma Universidad en 1993 y en la Revista Sollertia de<br />
los estudiantes de diversas Facultades de la Universidad de San Marcos en 1990, con<br />
una corta nota introductoria del profesor Miguel Maticorena. Trabajos importantes como<br />
los de Fernando Bobbio Rosas, Liliana Regalado de Hurtado y del citado doctor<br />
Maticorena, fijan claramente el interés que tiene el estudio de Porras al poner éste de<br />
lado el motivo psicológico; el de los elementos materiales, entre los que involucra los<br />
caballos y las armas usadas en aquella época, y el de los factores sobrenaturales, como<br />
determinantes de la derrota sufrida por Atahualpa en Cajamarca. Porras efectivamente<br />
se aparta de esos conceptos y ofrece una opinión más acorde con la realidad vivida en<br />
aquel momento, conceptualmente estimada dentro de una visión de conjunto en la que,<br />
como señala Maticorena, juega la erudición, el dato, el documento y la "plena conciencia<br />
de la correlación análisis-síntesis, erudición-interpretación". En esa forma, afirma Liliana<br />
Regalado, "Porras con el estudio breve pero justo dio un paso adelante harto<br />
significativo en lo que se refiere al atisbo o planteamiento de una serie de cuestiones<br />
que las siguientes generaciones se encargarían de desarrollar".<br />
Al iniciar su trabajo expresa Porras que "la derrota de Cajamarca no se explica<br />
simplemente por el arrojo de los españoles ni por el miedo de los indios. Tampoco se<br />
explica por los factores sobrehumanos alegados por ambas partes; ni el milagro del<br />
apóstol Santiago ayudando con su espada formidable a los españoles, ni la profecía de<br />
Huayna Cápac de que habla Garcilaso sobre la próxima terminación del imperio y venida<br />
de unos hombres blancos y barbudos, a los que debían obedecer". Para Porras si bien<br />
es cierto aquellos factores tuvieron alguna influencia en el ánimo de ambos pueblos, no<br />
fueron determinantes en el mencionado suceso, como tampoco los elementos<br />
materiales. Más bien encuentra explicación en otros hechos que no fueron coyunturales<br />
sino provenientes del proceso mismo en el desarrollo y fuerza del imperio incaico.<br />
Estimo innecesario detenerme en cada uno de los factores considerados por Porras por<br />
ser claros y precisos. En consecuencia me limito únicamente a mencionar a continuación<br />
los más importantes.<br />
Según Porras el imperio incaico empezó a derrumbarse solo y encuentra como motivo la<br />
enorme extensión territorial que pudo desarrollarse y mantenerse mientras tuvo "grandes<br />
espíritus guerreros y conquistadores" como Pachacútec y Túpac Yupanqui y, sobre todo,<br />
a la conservación de una milicia cohesionada y firme, "sobria y virtuosa", como lo era la<br />
de los orejones. Huayna Cápac tenía esas mismas virtudes guerreras, pero en él se<br />
presentan y se afirman ya síntomas de corrupción y relajamiento de las costumbres<br />
militares tradicionales, lo que determina que las victorias incaicas sean más lentas y<br />
difíciles. Ya no se siente "el ímpetu irresistible de las legiones quechuas"; es decir, la<br />
casta militar de los orejones pierde la fuerza y vigor de otros momentos. La conquista de<br />
Quito que, entre otras cosas, rompe la unidad del imperio al crearse un nuevo foco de<br />
poder, significa para Porras la pérdida del Tahuantinsuyo porque crea el germen fatal de<br />
la disolución y surge la rivalidad irreconciliable de cuzqueños y quiteños. Este hecho<br />
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