06.01.2015 Views

PE-LA-0001

PE-LA-0001

PE-LA-0001

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

En el peldaño superior de la vida provincial estaban los españoles, cuyo representante<br />

máximo era el corregidor, delegado del Rey con poderes ejecutivos, judiciales y hasta<br />

legislativos. El corregidor ejecutaba las órdenes reales, cobraba las rentas de la corona,<br />

fijaba los precios de los comestibles e intervenía en la vida privada de los vecinos para<br />

vigilar las buenas costumbres. El exceso de autoridad y el aislamiento de los pueblos<br />

andinos, fueron las causas principales de los abusos de los corregidores. El Virrey<br />

Velasco señalaba ya esta causa en 1596, diciendo que los excesos de estos<br />

funcionarios eran mayores que los de la Nueva España, por ser la tierra menos poblada<br />

"y las provincias della son tan distantes una de otras y los pueblos de los yndios tan<br />

divididos y apartados entre sí". Don García Hurtado de Mendoza se quejaba también al<br />

Rey de la imposibilidad de vigilar las provincias porque los corregidores "suélense<br />

concertar ellos y los doctrineros y caciques y en haciendo esto es imposible saber como<br />

proceden". El Príncipe de Esquilache apuntaba en su memoria: "El brazo del Virrey no<br />

es poderoso contra la negligencia y mala administarción de los corregidores". La tiranía<br />

de los corregidores creció con la irresponsabilidad y el aislamiento. La residencia del<br />

cargo era tomada al corregidor saliente por el sucesor, lo que los volvía generalmente<br />

solidarios. El corregidor debía ganar de dos mil a tres mil pesos del corregimiento a<br />

costa de los indios (437). El corregidor se coludía, desde su llegada, con el<br />

encomendero, con el fraile, con el cacique principal y el escribano. La primera extorsión<br />

era el cobro del tributo, el que se exigía cobrando mayor número de especies de las que<br />

estaban tasadas, obligando a los indios a que sus hijas y mujeres hilasen y tejiesen la<br />

ropa del corregidor y su séquito, y exigiendo constantemente a los indios pobres,<br />

carneros, charqui, lana, maíz, papas, cuando no gallinas y perdices (555). Los<br />

corregidores cometieron tantos atropellos que hubo necesidad de imponer castigos y<br />

reprimendas constantes y dictar ordenanzas restringiendo sus atribuciones y señalando<br />

sus responsabilidades. Así, el Virrey Mendoza ordenó repartir las rentas de los bienes de<br />

Alonso de Hinojosa entre los indios de Parinacochas "en restitución de los servicios<br />

personales y excesivos servicios que exigió a los indios" (Noticias Cronológicas del<br />

Cuzco, 242). Los virreyes Hurtado de Mendoza y Velasco dictaron también severas<br />

disposiciones. El primero promulgó sus Ordenanzas sobre Corregidores de 21 de julio<br />

de 1594 y el segundo, la Ordenanza de Corregidores de 31 de julio de 1601. Huamán<br />

Poma se suma, humorísti-camente, al propósito de los Virreyes y pide que los<br />

corregidores no duren cinco años sino que el corregidor bueno esté "un año no más", el<br />

malo "que no esté un día" (500). Todas las disposiciones fueron inútiles. El Duque de la<br />

Palata decía a fines del siglo XVII estas palabras: "Hay que tener por buenos a los que<br />

no son verdaderamente inicuos. Son como las langostas en Castilla y por doquier que<br />

vayan consumen todo y hechan a perder la tierra". La formidable insurreción india de<br />

Túpac Amaru, también contra la vesanía de los corregidores, recogió en 1780 la queja<br />

provisora de Huamán Poma.<br />

A la sombra del corregidor medran naturalmente otros españoles. El más odiado por su<br />

altanería y sus exigencias es el encomendero. Este exige yanacones, labradores,<br />

caballerizos, pastores de ganado, hortelanos, chinaconas y muchachos yanacones para<br />

sus trapiches, estancias e ingenios y les hace trabajar sin pagarles el salario. Huamán<br />

Poma tiene con ellos un resentimiento especial: el de su promiscuidad con las mujeres<br />

de su raza. Protesta indignado de los atropellos sexuales de los encomenderos y clama<br />

107

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!