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apunta Huamán Poma: "no quieren servir a dios ni a su magestad y se ausentan y están<br />
en las punas estancias y chacaras y huaycos metidos y anci no se confiesan ni viene a<br />
la doctrina ni a misa ni le conosen el padre ni el corregidor ni cacique principal ni<br />
obedese a sus alcaldes y caciques pincipales y comen carne cruda y vuelven a su<br />
antigua ydulatria ni quieren servir a su magesta".<br />
La vida provincial descrita por Huamán Poma es de escarnio permanente para el indio.<br />
Este debe pagar el tributo al corregidor o al encomendero, labrar los campos, servir de<br />
carguero en los trajines comerciales, trabajar en las misas y ciudades, tejer en los<br />
obrajes y sufrir todos los caprichos y abusos de los encomenderos y corregidores.<br />
Huamán Poma protesta no sólo de la depresiva condición del indio sino que defiende su<br />
libertad y su dominio sobre la tierra de sus antepasados. Sostiene que ésta le pertenece<br />
desde los tiempos de Huari huiracocha runa en que los indios primitivos desbrozaron las<br />
tierras y echaron las piedras que las cubrían. Con orgullo de señor feudal dice<br />
refiriéndose a las tierras que él tenía en el campo de Chupas que eran suyas y de sus<br />
antepasados "desde que dios fundó la tierra". El dominio de los Incas es para él tan<br />
advenedizo e ilegítimo como el de los españoles, aunque por razón de conveniencia<br />
sostiene que el Rey de España es el heredero legítimo de los Incas del Perú. "¿Quién es<br />
el Inga sino el Rey Católico", exclama (193). Pero el vasallaje no significa esclavitud.<br />
Huamán Poma protesta sobre todo del tributo cobrado a los indios principales porque<br />
esto los reduce a la condición de pecheros (897). "Que no diga tributo –reclama varias<br />
veces– cino pecheros i dezir tributos es decir esclavo" (457).<br />
El cobro del tributo era la señal y el punto de partida para todas las extorsiones. El<br />
tributo se pagaba primitivamente en especies según las provisiones de Vaca de Castro y<br />
de la Gasca, hasta que el Virrey Toledo ordenó pagarlo también en moneda, y tasarlo<br />
por los visitadores. Pero las exacciones continuaron, no obstante las ordenanzas, por la<br />
exigencia del servicio personal de los indios para ciertas tareas como las minas, los<br />
obrajes, los trajines comerciales y el servicio de las ciudades y de los encomenderos. El<br />
corregidor exigía al indio el pago del tributo en especies y en servicios y le obligaba a<br />
hacerle continuos "camaricos" o presentes; el padre doctrinante exigía a su grey parte<br />
de los frutos de la tierra, hacía hilar a las indias en su provecho o reunía a las doncellas<br />
"con color de la doctrina" en la cocina. El encomendero se hacía llevar en andas como<br />
los ingas, mandaba hacer sogas y costales, exigía carneros, papas, huevos y conejos y<br />
ejercía el derecho de pernada entre las indias "desvirgando a las doncellas y forzando a<br />
las casadas" (533). La explotación se remataba en las bajas esferas por la colaboración<br />
de los caciques principales y demás indios mandoncillos coludidos con el corregidor y el<br />
encomendero para esquilmar la última gota de sudor del indio.<br />
Con los apuntes dispersos, e insistentes hasta la saciedad, de Huamán Poma se puede<br />
rehacer el cuadro de la administración provincial española en la época colonial y el de<br />
las diversas escalas sociales que lo integraban. Una rápida comparación entre los datos<br />
del cronista y los contenidos en otros documentos oficiales de la época basta para<br />
acreditar la veracidad y realismo de sus acusaciones.<br />
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