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sacrificios y los ritos, los hechiceros, las abusiones, las procesiones, el ayuno, los<br />

entierros y otras costumbres incaicas. Es en este sentido una cantera magnífica. El<br />

doctor Lastres ha relievado en un jugoso ensayo, las noticias del cronista indio en<br />

materia de prácticas curativas, hechicerías y costumbres medicinales. Huamán Poma<br />

repite a menudo noticias recogidas por otros cronistas, sin método ni plan, pero<br />

aportando a cada paso contribuciones frescas y originales extraídas directamente del<br />

fondo popular de la tradición incaica. Su contribución al folklore andino es inapreciable.<br />

La provincia que vio Huamán Poma<br />

La segunda parte de la obra de Huamán Poma es la que se titula Buen Gobierno y está<br />

destinada a analizar y censurar la realidad social y política de la época en que le tocó<br />

vivir al cronista. Intérprete de la lengua quechua y procurador de pleitos de indios,<br />

Huamán Poma escribe, más que una crónica una serie de memoriales y proyectos<br />

dirigidos al rey y a las autoridades coloniales, en los que se mezclan quejas y protestas<br />

justísimas por los abusos de algunos funcionarios provinciales, sátiras embozadas<br />

contra algunos de ellos, digresiones y repeticiones constantes de los mismos hechos y<br />

opiniones, jaculatorias religiosas y protestas de adhesión al régimen español, mezclados<br />

con planes de reforma de un proyectismo ingenuo y casi infantil.<br />

Las principales diatribas de Huamán Poma están dirigidas contra la tríada provincial que<br />

representan el corregidor, el cura doctrinero y el cacique indio, con su cortejo de<br />

"mandones" y de "mandoncillos". Sarcásticamente compara a los diversos personajes<br />

provinciales con los animales de la fauna local. Los corregidores, dice, con gracia de<br />

fabulero, se parecen a las sierpes porque aprietan a los indios con sus trabajos, los<br />

encomenderos por su arrogancia semejan leones, los curas doctrineros son como zorras<br />

mañosas, el escribano es el gato cazador y los caciques indios, dice, son ratones peores<br />

que todos estos animales porque no cesan de roer a los indios ni de día ni de noche.<br />

Corregidores, encomenderos, padres doctrinantes, caciques principales, mandones y<br />

mandoncillos indios, jefes decimales de grupos a la manera incaica y hasta los mestizos,<br />

negros y mulatos explotan, vejan y maltratan al indio. El sistema opresivo contraría no<br />

sólo las leyes y los propósitos humanos de la colonización, sino que produce la<br />

disminución de la raza indígena y la despoblación de las ciudades y villorios andinos.<br />

Los indios huyen a las punas y las soledades agrestes para librarse de las extorsiones y<br />

abusos de los funcionarios de la ciudad. Es el lamento más constante en la pluma de<br />

Huamán Poma: "se acaban los indios, se despueblan las villas, todos paren ya mestizos<br />

y cholos" (446). Pero no es un grito aislado del cronista indio. Es también la opinión de<br />

los virreyes contemporáneos don García Hurtado de Mendoza y don Luis de Velasco<br />

que coinciden casi literalmente en sus expresiones con Huamán Poma. "Los indios –dice<br />

el Virrey Mendoza– están pobres y oprimidos a causa de los servicios personales y<br />

mucho tributo que pagan". Y agrega, con una expresión que deja pálidas las protestas<br />

de Huamán Poma, "son la gente mas miserable encoxida y oprimida que debe de haber<br />

en el mundo". Y el Virrey Velasco, defendiendo la conservacion de los indios "de quien<br />

todo pende" expresa que "por evadirse los indios de este Reyno de los trabajos y<br />

vexaciones que padecen en sus pueblos, se esconden y ocultan en chácaras, montes y<br />

quebradas... y se vuelven a sus ydolatrias y biben como salvajes". Es lo mismo que<br />

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