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estudio preliminar a los Paisajes Peruanos del insigne historiador Riva Agüero; y<br />
finalmente, Mito, tradición e historia del Perú (1951), que es una brillante suma y<br />
compendio histórico-cultural del Perú a partir de los mitos y leyendas del mundo<br />
indígena hasta las figuras representativas de los siglos XIX y XX de la época<br />
republicana.<br />
El conjunto de los estudios históricos de Porras es, por consiguiente, amplísimo sin<br />
tomar en cuenta sus obras vertebrales como Fuentes Históricas Peruanas, Los<br />
Cronistas del Perú, Pizarro, el fundador, Las Relaciones Primitivas de la conquista<br />
del Perú, Los Viajeros italianos en el Perú, El Congreso de Panamá, Historia de los<br />
límites del Perú o el Elogio de Miguel Grau. Ahora bien. Se ha dicho que Porras se<br />
interesó particularmente por la Conquista y la Colonia, es decir porque lo vinculaban a lo<br />
hispánico. Es verdad, porque no podía ser de otra manera. Se olvida que Porras fue<br />
profesor de esa parte de nuestra historia y que como catedrático consciente de la<br />
responsabilidad que ello implicaba, tenía que ahondar sus conocimientos respecto de<br />
dichas etapas. He tenido la suerte de ser alumno de un brillante grupo de profesores en<br />
la Universidad de San Marcos que creo difícil que se haya dado en otro momento. La<br />
Facultad de Letras contaba en las décadas cuarenta y cincuenta con destacados<br />
maestros a los que los estudiantes admirábamos por su vocación docente, por el sólido<br />
dominio de la especialidad que era materia del curso que corría a su cargo, por su honda<br />
formación humanística que los caracterizaba y por su permanente inquietud intelectual<br />
para dejar obra escrita que esté a la altura del renombre que ya tenían en los medios<br />
académicos. No eran profesores repetidores de otros autores ni de cultura general,<br />
como ocurre con frecuencia en ciertas universidades. Recuerdo con imborrable afecto a<br />
Julio C. Tello, Luis E. Valcárcel, Raúl Porras y Jorge Basadre, para referirme solamente<br />
a los profesores de historia peruana. Pues bien, Tello, catedrático de Arqueología,<br />
ahondó sus investigaciones sobre esta especialidad; Valcárcel, catedrático del curso de<br />
Incas, hizo lo mismo con el suyo; Basadre, catedrático de Historia de la República,<br />
también siguió el mismo camino. Porras, catedrático de Conquista y Colonia y de<br />
Fuentes Históricas Peruanas, trabajó en idéntica forma. Por lo indicado, todos los<br />
maestros mencionados han dejado obra imperecedera en su especialidad y nadie<br />
discute ni puede negar que en gran medida se debió a su compromiso con el claustro<br />
sanmarquino y sus alumnos, así como con la cultura peruana. Porras, es cierto, se<br />
dedicó a investigar y profundizar sus conocimientos sobre la Conquista y la Colonia,<br />
curso que desarrolló poniendo de lado las tradicionales lecciones narrativas, para<br />
ocuparse de preferencia del régimen colonial, las instituciones y las fuentes históricas<br />
pertinentes, sobre todo los cronistas y los quechuistas que no sólo le sirvieron para<br />
conocer mejor las etapas mencionadas sino además para descubrir las esencias del<br />
pueblo indígena y la cultura quechua. Su magnífica obra Los Cronistas del Perú, es un<br />
ejemplo, como lo es también Fuentes Históricas Peruanas para el curso que tuvo a su<br />
cargo con dicho título.<br />
Ahora bien, sin disminuir o negar los altos méritos de mis maestros Tello, Valcárcel,<br />
Basadre y otros, a quienes recordaré siempre con el mayor afecto, admiración y<br />
reconocimiento por sus sabias enseñanzas, puedo decir que Porras tenía además la<br />
virtud de contar con el maravilloso don de la exposición, clara y firme, seguridad en los<br />
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