Portada Simposios - Supplements - Haematologica

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208 Haematologica (ed. esp.), volumen 85, supl. 2, octubre 2000 31. Hallak M, Senderowica J, Cassel A et al. Activated protein C resistance (factor V Leiden) associated in thrombosis in pregnancy. Am J Obstet Gynecol 1997; 176: 889-893. 32. Pabinger I, Nemes L, Rintelen C et al. Pregnancy-associated risk for venous thomboembolism and pregnancy outcome in women homozygous for factor V Leiden. The Hematology Journal 2000; 1: 37-41. 33. Grandone E, Margaglione M, Colaizzo D et al. Genetic susceptibility to pregnancy-related venous thromboembolism: roles of factor V Leiden, prothrombin G20210A, and methylentetrahydrofolate reductase C677T mutations. Am J Obstet Gynecol 1998; 179: 1324-1328. 34. Simioni P, Sanson BJ, Prandoni P et al. Incidence of venous thromboembolism in families with inherited thrombophilia. Thromb Haemost 1999; 81: 198-202. 35. Mateo J, Oliver M, Borrell M et al. Increased risk of venous thrombosis in carriers of natural anticoagulant deficiencies. Results of the family studies of the Spanish Multicenter Study on Thrombophilia. (EMET study). Blood Coag Fibrinol 1998; 9: 71-78. 36. Gerhardt A, Scharf RE, Beckmann MW et al. Prothrombin and factor V mutations in women with history of thrombosis during pregnancy and the puerperium. N Engl J Med 2000; 342: 374-80. 37. Eldor A. The treatment of thrombosis during pregnancy. Haematology 1999; 483-490. 38. McColl MD, Ellisson J, Reid F et al. Prothrombin 20210 G → A, MTHFR C677T mutations in women with venous thromboembolism associated with pregnancy. BJOG 2000; 107: 565-569. 39. Sibai BM. Thrombophilias and adverse outcomes of pregnancy-what should a clinician do N Engl J Med 1999; 340: 50-52. 40. Kupferminc MJ, Eldor A, Steinman N et al. Increased frequency of genetic thrombophilia in women with complications of pregnancy. N Engl J Med 1999; 340: 349-13. 41. Montagud M, Montserrat I, Oliver A et al. Embarazo y trombofilia en mujeres con déficit congénito de antitrombina III, proteína C, proteína S o plasminógeno: análisis de 39 casos. Med Clin (Barc) 1993; 100: 201-204. 42. Martinelli I, Cattaneo M, Taioli E et al. Genetic risk factors for superficial vein thrombosis. Thromb Haemost 1999; 82: 1215-1217. 43. McColl MD, Ramsay JE, Tait RC et al. Superficial vein thrombosis: incidence in association with pregnancy and prevalence of thrombophilic defects. Thromb Haemost 1998; 79: 741-742. 44. Lanska DJ, Kryscio RJ. Stroke and intracranial venous thrombosis during pregnancy and puerperium. Neurology 1998; 51: 1622-1628. 45. Koch KA, Robyn JA. Intracranial venous thrombosis and proteinuria during pregnancy and puerperium. Neurology 1999; 53: 1161. 46. Gokcil Z, Odabasi Z, Vural O et al. Cerebral venous thrombosis in pregnancy: the role of protein S deficiency. Acta Neurol Belg 1998; 98: 36-38. 47. Rodriguez-Ballesteros R, Pliego-Pérez AR, Pérez Reyes M et al. Postpartum superior longitudinal sinus venous thombosis. Ginecol Obstet Mex 1998; 66: 69-71. 48. Greer IA. The special case of venous thromboembolism in pregnancy. Haemostasis 1998; 28 (Supl. 3): 22-34. 49. Tam WH, Wong KS, Yuen PM et al. Low-molecular-weight heparin and thromboembolism in pregnancy. Lancet 1999; 353: 932. 50. Bates SM. Optimal management of pregnant women with acute venous thromboembolism. Haemostasis 1999; 29 (Supl. S1): 107-111. 51. BlombacK M, Bremme K, Hellgren M et al. Thromboprophilaxis with low molecular mass heparin, “Fragmin” (dalteparin), during pregnancy-a longitudinal safety study. Blood Coagul Fibrinolysis 1998; 9: 1-9. 52. Anderson DR, Ginsberg JS, Burrows R et al. Subcutaneous heparin therapy during pregnancy: a need for concern at the time of delivery. Thromb Haemost 1991; 65: 248-250. 53. Mellisari E, Parker CJ, Wilson NV et al. Use of low molecular weight heparin in pregnancy. Thromb Haemost 1992; 68: 652-656. 54. Valentine KA. 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La asociación entre los CO y el tromboembolia venosa (TEV) fue detectada ya a principio de los años 60, demostrándose en aquellos estudios, y los muy amplios posteriormente realizados, que los CO aumentan el riesgo de accidentes trombóticos, tanto arteriales como venosos 1-10 , habiendo sido asociados a infarto de miocardio 2,8,11-13 , accidentes cerebro-vasculares 4-16 , trombosis de los senos venosos cerebrales 17-18 , tromboembolia venosa 3,4,7,9,10,19,20 . La acción protrombótica de los CO está ligada a modificaciones de la hemostasia 21,22 , que en general son moderadas, ya que raramente, las alteraciones de los distintos factores de la coagulación, secundarias a la ingesta de CO, sobrepasan los límites de la normalidad. Dichas alteraciones se centran fundamentalmente en incrementos del fibrinógeno, factor X, protrombina, factor VII y factor VIII 23-29 . Los CO también afectan a los inhibidores fisiológicos de la coagulación, favoreciendo disminuciones de la proteína S, proteína C y antitrombina 30,33 . En cuanto a su mecanismo de acción, parece que esta directamente relacionado con su contenido en estrógenos, así como con la dosis y potencia androgénica del gestágeno, ya que el riesgo de eventos tromboembólicos se duplica cuando el contenido de estrógenos supera los 50 g por comprimido. Por ello, se ha reducido la concentración estrogénica de los CO, utilizándose en general CO con concentración de estrógenos no superior a 30 g. A la vez, también se utilizan prosgestágenos con menor actividad androgénica, como son el desogestrel, gestodeno o norgestimate. A este tipo de CO se les denomina de tercera generación. Sin embargo, los CO de tercera generación, que en efecto parecen promover menos problemas arteriales vasculares, a la vez que también menos alteraciones del metabolismo lípidico 33,34 , parece que aumentan el riesgo de tromboembolia venosa 5,8,35-38 . Este efecto tromboembólico venoso es más manifiesto en los que contienen desogestrel que en los que contienen gestodene 39-42 . Por todas estas circunstancias, la utilización de los CO de tercera generación ha suscitado, en los últimos años, una viva polémica sobre la conveniencia o no de su utilización, y sobre sus posibles ventajas con respecto a los CO de segunda generación. Consecuentemente, parece de interés revisar el problema de los accidentes tromboembólicos que pueden darse en las mujeres que toman CO, dado que éstos son cada día más usados, pues actualmente, alrededor del 15 % de las mujeres que utilizan un procedimiento artificial para regular su fertilidad, lo hacen por medio de CO. Por otro lado, recientemente se han descrito nuevos factores congénitos de riesgo trombótico, especialmente el FV Leiden 43 y la mutación de la protrombina G20210A 44 , habiéndose confirmado que ambos están asociados a un incremento de riesgo tromboembólico 44-47 . A la vez, también se ha comprobado que cuando en las mujeres se asocian algunos de estos factores congénitos de riesgo trombótico con los CO, el riesgo de trombosis se incrementa

XLII Reunión Nacional de la AEHH y XVI Congreso de la SETH. Simposios 209 sustancialmente 48-53 . En efecto, y de una forma general, utilizando datos medios de la literatura, se podría decir que, si se considera como 1 el riesgo tromboembólico de una mujer sana, para las usuarias de CO de 2.ª generación este riesgo sería de 4, y para las de 3.ª generación de 9. Por otro lado, las pacientes heterocigotas para el FV Leiden, sin utilizar CO, incrementan su riesgo trombótico hasta 8 veces y las homocigotas hasta 80. Para las pacientes que utilizan CO de 2.ª generación y son heterocigotas para el FV Leiden, el riesgo tromboembólico se incrementa hasta 15 veces, y si el FV Leiden se asocia a los AO de 3.ª generación, este riesgo puede aumentar hasta 40 veces. Si se diera la asociación entre pacientes homocigotas para el FV Leiden y CO de 2.ª generación, circunstancia muy infrecuente, el riesgo podría incrementarse hasta 150 veces y hasta 400 veces si los CO son de 3.ª generación. En caso de que coexistan CO de 3.ª generación y disprotrombinemia G20210A, el incremente de riesgo trombótico en mujeres sanas podría incrementarse hasta 150 veces. Es decir, parece claramente establecido que la unión de CO y factores congénitos de riesgo trombótico, incrementa significativamente el riesgo de trombosis. Según nuestros propios datos de un reciente estudio 54 en el que se incluyen 84 mujeres con TVP y utilización de CO, el riesgo trombótico, se incrementa 3,5 veces (95 % CI, 1,5-8,2) con respecto a un grupo de mujeres sanas, de edad similar, pero que no ingieren CO. De las 84 mujeres incluidas en este estudio, 60 (71,4 %), no presentaban ningún factor congénito de riesgo trombótico. Las 24 restantes presentaban algún factor congénito de riesgo trombótico, y de ellas, 18 tomaban algún tipo de CO. Es decir, el porcentaje de mujeres que tomaban CO y a la vez padecían algún factor congénito de riesgo trombótico, en el grupo de 84 mujeres con accidentes tromboembolicos, era del 21,4 %, en contraposición a ninguna en el grupo de 89 controles sanos (p < 0,002). De estas 24 mujeres, 5 tenían la mutación G20210A de la protrombina (6,0 % del total de las 84 mujeres) y 9 el factor V Leiden (14,3 %). De las 37 que tomaban CO, 2 (5,4 %) tenían una protrombina G20210A y 9 (24,3 %) el factor V Leiden. Estos datos confirman que las usuarias de CO muestran un riesgo incrementado de padecer accidentes tromboembólicos, y que este riesgo se incrementa significativamente cuando se combinan CO y factores congénitos de riesgo trombótico. Un aspecto menos evaluado en relación con el riesgo trombótico en las mujeres que toman CO, son las características clínicas de los accidentes trombóticos que en ellas pueden darse. En un reciente trabajo 55 , nosotros hemos evaluado esta circunstancia en un grupo de 44 mujeres con trombosis venosa, que tomaban CO, comprobando que el factor V Leiden estaba presente en el 19 % de ellas y la protrombina G20210A en el 17 %. En el 39 % de estas pacientes, el CO fue el único factor de riesgo trombótico. En el 81% de las mujeres tomando CO de 3.ª generación, el CO fue el único factor de riesgo tromboembólico circunstancial, siendo este porcentaje del 57 % en las que tomaban anticonceptivos de 2.ª generación. En el conjunto de las mujeres estudiadas, el accidente tromboembólico ocurrió a los 18,6 meses de iniciado el tratamiento con CO. Este tiempo fue más corto en las que tomaban CO de 3.ª generación con respecto a las que los tomaban de 2.ª (14,5 ± 11,5 frente a 21,2 ± 31,0). Pero el hallazgo más significativo fue, que en las mujeres portadoras de factor V Leiden, el accidente trombótico ocurrió a los 6,2 ± 4,0 meses de iniciar la ingesta de CO, período mucho más corto que en las que tenían la protrombina G20210A (17,2 ± 12,7), o las que no tenían ningún factor congénito de riesgo trombótico (19,3 ± 27,8). En general, nos parece, que aunque la prevalencia de accidentes trombóticos en mujeres que ingieren CO, en cifras absolutas, es baja, el hecho de que se trate de mujeres jóvenes incrementa la importancia clínico-social de estos accidentes vasculares. Por ello, a nuestro juicio, debe seguir abierta la pregunta sobre si es o no conveniente realizar una evaluación analítica de factores congénitos de riesgo trombótico previamente a la utilización de CO. En nuestra opinión, ya que el factor V Leiden tiene una elevada prevalencia en la población normal (2-5 %), y también a que el riesgo trombótico de su asociación con los CO es muy superior al de la protrombina G20210A, a la vez que su determinación biológica es fácil, económica y eficaz, no parece ilógico que se pueda proponer su evaluación antes de iniciar por primera vez la ingesta de AO 57 . Sin embargo, esta evaluación no parece justificada para el resto de factores congénitos de riesgo trombótico. Bibliografía 1. Vessey M, Mant D, Smith A, Yeates D. Oral contraceptives and venous thromboembolism: finding in a large prospective study. BMJ (Clin Res Ed) 1986; 292: 526. 2. Rosenberg L, Palmer JR, Lesko SM, Shapiro S. Oral contraceptive use and the risk of myocardial infarction. Am J Epidemiol 1990; 131: 1009-1016. 3. World health organization collaborative study of cardiovascular disease and steroid hormone contraception. Effect of different progestagens in low oestrogen oral contraceptives on venous thromboembolic disease. Lancet 1995; 346: 1582-1588. 4. World health organization collaborative study of cardiovascular disease and steroid hormone contraception. Venous thromboembolic disease and combined oral contraceptives: results of international multicenter case-control study. Lancet 1995; 346: 1575-1582. 5. Jick H, Jick SS, Gurevich V, Myers MW, Vasilakis C. Risk of idiopathic cardiovascular death and non fatal venous thromboembolism in women using oral contraceptives with differing progestagen components. Lancet 1995; 346: 1589-1593. 6. World health organization collaborative study of cardiovascular disease and steroid hormone contraception. Ischaemic stroke and combined oral contraceptives: results of an international muticentre case control study. Lancet 1996; 348: 498-505. 7. Douketis JD, Ginsberg JS, Holbrook A, Crowther M, Duku EK, Burrows R F. A reevaluation of the risk for venous thromboembolism with the use of oral contraceptives and hormone replacement therapy. Arch Intern Med 1997; 157: 1522-1530. 8. Who collaborative study of cardiovascular disease and steroid hormone contraception. Acute myocardial infarction and combined oral contraceptives: results of an international multicentre case control study. Lancet 1997; 349: 1202-1209.

XLII Reunión Nacional de la AEHH y XVI Congreso de la SETH. <strong>Simposios</strong><br />

209<br />

sustancialmente 48-53 . En efecto, y de una forma general,<br />

utilizando datos medios de la literatura, se<br />

podría decir que, si se considera como 1 el riesgo<br />

tromboembólico de una mujer sana, para las usuarias<br />

de CO de 2.ª generación este riesgo sería de 4, y<br />

para las de 3.ª generación de 9. Por otro lado, las<br />

pacientes heterocigotas para el FV Leiden, sin utilizar<br />

CO, incrementan su riesgo trombótico hasta 8 veces<br />

y las homocigotas hasta 80. Para las pacientes que<br />

utilizan CO de 2.ª generación y son heterocigotas<br />

para el FV Leiden, el riesgo tromboembólico se incrementa<br />

hasta 15 veces, y si el FV Leiden se asocia a<br />

los AO de 3.ª generación, este riesgo puede aumentar<br />

hasta 40 veces. Si se diera la asociación entre<br />

pacientes homocigotas para el FV Leiden y CO de 2.ª<br />

generación, circunstancia muy infrecuente, el riesgo<br />

podría incrementarse hasta 150 veces y hasta<br />

400 veces si los CO son de 3.ª generación. En caso<br />

de que coexistan CO de 3.ª generación y disprotrombinemia<br />

G20210A, el incremente de riesgo<br />

trombótico en mujeres sanas podría incrementarse<br />

hasta 150 veces. Es decir, parece claramente establecido<br />

que la unión de CO y factores congénitos<br />

de riesgo trombótico, incrementa significativamente<br />

el riesgo de trombosis.<br />

Según nuestros propios datos de un reciente estudio<br />

54 en el que se incluyen 84 mujeres con TVP y utilización<br />

de CO, el riesgo trombótico, se incrementa<br />

3,5 veces (95 % CI, 1,5-8,2) con respecto a un grupo<br />

de mujeres sanas, de edad similar, pero que no<br />

ingieren CO. De las 84 mujeres incluidas en este estudio,<br />

60 (71,4 %), no presentaban ningún factor<br />

congénito de riesgo trombótico. Las 24 restantes<br />

presentaban algún factor congénito de riesgo trombótico,<br />

y de ellas, 18 tomaban algún tipo de CO. Es<br />

decir, el porcentaje de mujeres que tomaban CO y a<br />

la vez padecían algún factor congénito de riesgo<br />

trombótico, en el grupo de 84 mujeres con accidentes<br />

tromboembolicos, era del 21,4 %, en contraposición<br />

a ninguna en el grupo de 89 controles sanos<br />

(p < 0,002). De estas 24 mujeres, 5 tenían la mutación<br />

G20210A de la protrombina (6,0 % del total<br />

de las 84 mujeres) y 9 el factor V Leiden (14,3 %). De<br />

las 37 que tomaban CO, 2 (5,4 %) tenían una protrombina<br />

G20210A y 9 (24,3 %) el factor V Leiden.<br />

Estos datos confirman que las usuarias de CO muestran<br />

un riesgo incrementado de padecer accidentes<br />

tromboembólicos, y que este riesgo se incrementa<br />

significativamente cuando se combinan CO y factores<br />

congénitos de riesgo trombótico.<br />

Un aspecto menos evaluado en relación con el riesgo<br />

trombótico en las mujeres que toman CO, son las<br />

características clínicas de los accidentes trombóticos<br />

que en ellas pueden darse. En un reciente trabajo 55 ,<br />

nosotros hemos evaluado esta circunstancia en un<br />

grupo de 44 mujeres con trombosis venosa, que tomaban<br />

CO, comprobando que el factor V Leiden estaba<br />

presente en el 19 % de ellas y la protrombina<br />

G20210A en el 17 %. En el 39 % de estas pacientes, el<br />

CO fue el único factor de riesgo trombótico. En el<br />

81% de las mujeres tomando CO de 3.ª generación, el<br />

CO fue el único factor de riesgo tromboembólico circunstancial,<br />

siendo este porcentaje del 57 % en las<br />

que tomaban anticonceptivos de 2.ª generación. En el<br />

conjunto de las mujeres estudiadas, el accidente<br />

tromboembólico ocurrió a los 18,6 meses de iniciado<br />

el tratamiento con CO. Este tiempo fue más corto<br />

en las que tomaban CO de 3.ª generación con respecto<br />

a las que los tomaban de 2.ª (14,5 ± 11,5 frente<br />

a 21,2 ± 31,0). Pero el hallazgo más significativo<br />

fue, que en las mujeres portadoras de factor V Leiden,<br />

el accidente trombótico ocurrió a los 6,2 ± 4,0 meses<br />

de iniciar la ingesta de CO, período mucho más<br />

corto que en las que tenían la protrombina G20210A<br />

(17,2 ± 12,7), o las que no tenían ningún factor congénito<br />

de riesgo trombótico (19,3 ± 27,8).<br />

En general, nos parece, que aunque la prevalencia<br />

de accidentes trombóticos en mujeres que ingieren<br />

CO, en cifras absolutas, es baja, el hecho de que se<br />

trate de mujeres jóvenes incrementa la importancia<br />

clínico-social de estos accidentes vasculares. Por<br />

ello, a nuestro juicio, debe seguir abierta la pregunta<br />

sobre si es o no conveniente realizar una evaluación<br />

analítica de factores congénitos de riesgo trombótico<br />

previamente a la utilización de CO. En nuestra<br />

opinión, ya que el factor V Leiden tiene una elevada<br />

prevalencia en la población normal (2-5 %), y también<br />

a que el riesgo trombótico de su asociación con<br />

los CO es muy superior al de la protrombina<br />

G20210A, a la vez que su determinación biológica es<br />

fácil, económica y eficaz, no parece ilógico que se<br />

pueda proponer su evaluación antes de iniciar por<br />

primera vez la ingesta de AO 57 . Sin embargo, esta<br />

evaluación no parece justificada para el resto de factores<br />

congénitos de riesgo trombótico.<br />

Bibliografía<br />

1. Vessey M, Mant D, Smith A, Yeates D. Oral contraceptives and venous<br />

thromboembolism: finding in a large prospective study. BMJ (Clin Res<br />

Ed) 1986; 292: 526.<br />

2. Rosenberg L, Palmer JR, Lesko SM, Shapiro S. Oral contraceptive use and<br />

the risk of myocardial infarction. Am J Epidemiol 1990; 131: 1009-1016.<br />

3. World health organization collaborative study of cardiovascular disease<br />

and steroid hormone contraception. Effect of different progestagens<br />

in low oestrogen oral contraceptives on venous thromboembolic disease.<br />

Lancet 1995; 346: 1582-1588.<br />

4. World health organization collaborative study of cardiovascular disease<br />

and steroid hormone contraception. Venous thromboembolic disease<br />

and combined oral contraceptives: results of international multicenter<br />

case-control study. Lancet 1995; 346: 1575-1582.<br />

5. Jick H, Jick SS, Gurevich V, Myers MW, Vasilakis C. Risk of idiopathic<br />

cardiovascular death and non fatal venous thromboembolism in women<br />

using oral contraceptives with differing progestagen components.<br />

Lancet 1995; 346: 1589-1593.<br />

6. World health organization collaborative study of cardiovascular disease<br />

and steroid hormone contraception. Ischaemic stroke and combined<br />

oral contraceptives: results of an international muticentre case control<br />

study. Lancet 1996; 348: 498-505.<br />

7. Douketis JD, Ginsberg JS, Holbrook A, Crowther M, Duku EK, Burrows<br />

R F. A reevaluation of the risk for venous thromboembolism with the<br />

use of oral contraceptives and hormone replacement therapy. Arch Intern<br />

Med 1997; 157: 1522-1530.<br />

8. Who collaborative study of cardiovascular disease and steroid hormone<br />

contraception. Acute myocardial infarction and combined oral contraceptives:<br />

results of an international multicentre case control study.<br />

Lancet 1997; 349: 1202-1209.

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