Los clásicos que hacen clásicos: la importancia ... - História Medieval
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Ricardo da COSTA. <strong>Los</strong> clásicos <strong>que</strong> <strong>hacen</strong> clásicos.<br />
Es muy común decirse hoy <strong>que</strong> un verdadero clásico va “más allá de su tiempo”: en verdad,<br />
lo <strong>que</strong> hace el clásico es mostrarnos <strong>que</strong> <strong>la</strong> belleza en sentido tradicional, <strong>la</strong> belleza<br />
objetiva, no tiene propiamente tiempo, así como una sentencia no es verdadera por<strong>que</strong> es<br />
dicha hoy o mañana, a no ser accidentalmente. 15 Es antes a<strong>que</strong>llo <strong>que</strong> no es<br />
verdaderamente bello (o <strong>que</strong> posee muy poco de verdadera belleza) lo <strong>que</strong> sólo puede<br />
ejercer atracción efímera, por fundamentarse en idiosincrasias particu<strong>la</strong>res, modas,<br />
movimientos ideológicos, etc., los cuales, por encontrarse también en el observador,<br />
producen cierta re<strong>la</strong>ción de identificación y aprobación. Por eso, es antes este tipo de<br />
producto humano <strong>que</strong> posee “su tiempo”; al contrario, no es propio de lo bello, en tanto<br />
<strong>que</strong> es bello, el tener un tiempo “suyo”. 16<br />
En ese sentido, un clásico es siempre un texto contemporáneo, pues su calidad estética<br />
impone su actualidad literaria. Es por eso <strong>que</strong> el diplomático y escritor Alberto Manguel<br />
(1948- ) afirmó <strong>que</strong> ¡<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras escritas en una página dan coherencia al mundo! 17<br />
Acreciento: <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras, por <strong>la</strong> belleza <strong>que</strong> son capaces de expresar, aligeran <strong>la</strong>s<br />
desafortunadas miserias de nuestra existencia en ese valle de lágrimas en <strong>que</strong> vivimos 18<br />
<strong>que</strong> siempre amenaza <strong>la</strong> natural armonía de nuestra existencia. 19 Así, hay <strong>que</strong> rescatar los<br />
textos clásicos del olvido, pues ellos aportan los ideales ético-estéticos fundadores de<br />
nuestra civilización.<br />
II. La esencial categoría de un clásico: <strong>la</strong> belleza<br />
Un clásico siempre busca <strong>la</strong> belleza. Esa es una de <strong>la</strong>s categorías <strong>que</strong> abarcan <strong>la</strong> definición<br />
de clásico. Así, ¿qué es lo bello? ¿En qué circunstancias irrumpe <strong>la</strong> belleza? ¿Cómo<br />
podemos aprender<strong>la</strong> con nuestra razón?<br />
El espíritu humano necesita de <strong>la</strong> belleza, y <strong>la</strong> desea desde <strong>la</strong> Antigüedad, periodo del<br />
surgimiento de los cánones filosófico-literarios occidentales. La belleza se encuentra bajo<br />
el concepto de Kalokagathia (καλοκαγαθία, derivado de kalos kai agathos [καλός καi<br />
αγαθός]), <strong>que</strong> unía los ideales de bello y bueno (o virtuoso). Uno de los primeros a<br />
expresar lo kalos (bondad, nobleza, belleza) fue el poeta Teognis de Megara (siglo VI a.C.),<br />
y curiosamente el concepto surge a través de <strong>la</strong>s Musas –como en el Libro III de <strong>la</strong> nove<strong>la</strong><br />
15 La re<strong>la</strong>ción entre verdad y belleza se da en tanto <strong>que</strong> ambas se unen al nivel de los l<strong>la</strong>mados<br />
“trascendentales” (aquí verum y pulchrum), <strong>que</strong> desarrol<strong>la</strong>remos más abajo. La sentencia verdadera “Hoy<br />
ha llovido todo el día.” sólo deja de ser verdadera si se cambia el correspondiente real del término “hoy”;<br />
si mañana digo <strong>la</strong> misma sentencia, habría <strong>que</strong> cambiar el “hoy” por “ayer”, por supuesto, para referirme a<br />
<strong>la</strong> misma realidad, ahora pretérita. Naturalmente, sentencias de suyo atemporales nos sirven mejor como<br />
ejemplo de lo <strong>que</strong> tratamos: “El todo es mayor <strong>que</strong> sus partes.” es siempre verdadera por<strong>que</strong> se<br />
fundamenta en una re<strong>la</strong>ción cuantitativa atemporal (por formal) fundamentada en <strong>la</strong>s propias cosas.<br />
Ahora bien, de <strong>la</strong> misma manera, <strong>la</strong> proporción y <strong>la</strong> unidad <strong>que</strong> yacen en <strong>la</strong> estructura de una obra le son<br />
perfecciones intrínsecas, <strong>que</strong> <strong>la</strong> <strong>hacen</strong> objetivamente bel<strong>la</strong>; como dichas perfecciones son formales, y lo<br />
formal es en sí atemporal, <strong>la</strong> obra objetivamente bel<strong>la</strong> es bel<strong>la</strong> para siempre.<br />
16 Agradezco inmensamente al amigo y colega tomista Luiz Astorga, cuyas observaciones me fueron muy<br />
útiles para el desarrollo de este punto.<br />
17 MANGUEL, Alberto. No Bos<strong>que</strong> do Espelho. Ensaio sobre as pa<strong>la</strong>vras e o mundo. São Paulo: Companhia<br />
das Letras, 2000, p. 13.<br />
18 Sl 84 (83), 7.<br />
19 PLATÓN, Filebo, 17, 31d.<br />
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