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CUADERNOS DE BDSM - nº8
hombres y mujeres en todos los ámbitos del BDSM, en mi opinión, se debe a la gran
represión con que las mujeres aún viven su sexualidad.
Dentro de las sesiones, podemos vivir tres estados alterados de conciencia: subspace,
producido por autohipnosis, disociación, un estado muy grave producido por estrés, y el
binomio shock- aftercare, que combina un aturdimiento producido por la violencia
ejercida, con el cariño y el afecto propiciados después, en una combinación que puede
ser muy gratificante, pero también muy peligrosa.
Muchas personas, vivieron sus primeras fantasías BDSM en la infancia, sin que estas se
asocien a experiencias extrañas o desagradables. Sin embargo, la carencia de afecto en
la niñez, sí lleva aparejado una atracción hacia relaciones D/S.
Las parejas con hijos deben abstenerse de cualquier práctica 24/7, aunque pueden seguir
practicando BDSM en la intimidad, sin miedo a que sus hijos les “cazen” y se
traumaticen.
El BDSM, tiene un lado oscuro, se puede caer en desviaciones sexuales llamadas
parafilias, y se puede crear adicción. Existen, ciertos grupos de población con
problemas de personalidad que se verán atraídos a la práctica del BDSM, y aunque son
una minoría, sin duda, son una minoría peligrosa. Por último, hay que advertir, que
existe maltrato encubierto como una práctica de BDSM y se camufla porque se
aprovecha de una cierta tolerancia social en el ambiente y una filosofía que lo justifica.
Naturalmente, el maltrato es totalmente ajeno a la filosofía del BDSM, pero no así a su
práctica cotidiana. Se puede percibir el maltrato en una pareja BDSM, ya que el
dominante tratará de anular psicológicamente a su víctima, aislándola de cualquier
vínculo social, minando su autoestima y propiciando su dependencia emocional.
Felina.
Moraleja.
“John me cuida, me protege, me alimenta, me
acaricia y todo a cambio de llamarle amo”.
Garfield.
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