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CUADERNOS DE BDSM - nº8<br />

Existen grandes diferencias en la sexualidad de hombres y mujeres y por lo tanto<br />

también vivirán el BDSM de manera distinta, lo cual da pie a grandes problemas y<br />

malentendidos. Para las mujeres, el componente afectivo es fundamental y ellas casi<br />

siempre insisten en el vínculo que les une a su amo/ama, que no será cualquiera. Creo<br />

que es muy raro de ver una sumisa buscando una sesión rápida e inmediata en una fiesta<br />

con cualquier amo de su gusto, como sí es posible ver a los sumisos. Nosotras<br />

necesitamos ser mimadas, atendidas, agasajadas, en una palabra, cortejadas, antes de<br />

cualquier acercamiento sexual y el BDSM, aún cuando no haya un roce físico entre los<br />

participantes, es una práctica sexual. Es por eso que los amos tienen muy asumido que<br />

cuidar de sus sumisas es fundamental. Incluso las mujeres más promiscuas, (y yo lo soy<br />

mucho) no nos basta con un estímulo superficial, exigimos el cortejo como pago de la<br />

cópula, por motivos estrictamente biológicos. En los ambientes liberales, el cortejo es<br />

mínimo, pero existe en formas muy sutiles, invitar a una copa, por ejemplo, y el hombre<br />

que los cumpla, tendrá mucho más éxito y más contactos sexuales. Tan importante es<br />

este aspecto, que los gigolós, aquellos hombres que ejercen la prostitución para mujeres,<br />

incluyen en sus servicios pagar la cena, o enviar flores, aunque luego sea la clienta<br />

quien abone en última instancia las cuentas. En el caso de la prostitución femenina, el<br />

cortejo se sustituye por una aportación económica objetiva, pero como decía un amigo<br />

mío, las mujeres siempre salimos caras, y cuanto más decentes, más dinero cuestan.<br />

Ahora bien, quien crea que las mujeres necesitan menos sexo que los hombres, vive en<br />

un grave error. De hecho, biológicamente, nuestra capacidad sexual es muy superior,<br />

podemos ser multiorgásmicas, podemos ser insaciables, podemos tener relaciones<br />

sexuales placenteras durante horas, sobre todo si estamos enamoradas.<br />

Es fácil darse cuenta que las mujeres tenemos relaciones homosexuales con mucha<br />

mayor facilidad y frecuencia. Será de las pocas prácticas sexuales, en las cuales una<br />

mujer ponga menos pegas que un hombre. En mi opinión esto se debe a dos factores<br />

biológicos y uno cultural:<br />

a) Las mujeres intercambiamos con facilidad el afecto, las caricias, y los besos ente<br />

nosotras, por lo que solo tenemos que dar un pasito más allá para tener<br />

relaciones sexuales.<br />

b) Los machos de cualquier especie superior tienen un nivel de competencia y<br />

agresividad entre ellos mucho más alto. En los hombres, esta competencia es<br />

feroz y se traduce en una mayor dificultad para acercarse emocionalmente y<br />

físicamente a otros hombres, sobre todo si ambos se consideran amos.<br />

c) Las relaciones entre hombres, están muy mal vistas, una mujer que se acuesta<br />

con otra, sigue siendo una mujer, pero un hombre que se acuesta con otro<br />

hombre, ya sabemos en lo que se convierte casi automáticamente.<br />

Para los hombres, cualquier estímulo sexual es más rápido e imperioso. No es que<br />

necesiten más sexo, es que lo necesitan ya. Se excitan con mayor rapidez y también se<br />

“desinflan” más rápidamente. Son muy dependientes del estímulo visual. El olor, el<br />

oído y el tacto, tienen menos importancia para ellos que para las mujeres. Sus estímulos,<br />

Pag. 54

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