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CUADERNOS DE BDSM - nº8<br />

2 -Porqué nos gusta el dolor.<br />

Para todas aquellas personas que no han vivido la experiencia, pensar que alguien sienta<br />

placer al ser azotado con un látigo, puede parecer un puro disparate, incluso aquellas<br />

que llevan muchos años en el mundillo, pueden pensar que lo suyo no es normal y que<br />

están un poco “locas”. Pues bien, existen mecanismos bastante simples por los cuales el<br />

dolor puede llegar a ser placentero para cualquiera:<br />

a) El dolor no tiene un camino exclusivo, es decir, dolor y placer viajan por las<br />

mismas vías nerviosas hasta el cerebro donde se procesa el estímulo y se<br />

cataloga. Esto significa que el “umbral del dolor”, el punto donde una persona<br />

percibe la línea que separa un estímulo agradable de uno doloroso, es personal y<br />

subjetiva. Además, la práctica continuada hace que un estímulo se perciba cada<br />

vez menos doloroso y más soportable.<br />

b) El dolor está modulado por las emociones. Es decir, una emotividad intensa<br />

puede producir dolor físico, pero al revés también funciona. Una excitación<br />

sexual hace del dolor una experiencia mucho más soportable. Todos conocemos<br />

casos de futbolistas lesionados que siguen jugando el partido como si tal cosa,<br />

sus emociones, su nivel de estrés produce un analgésico natural que les permite<br />

ignorar el dolor. El dolor tiene un valor adaptativo, nos avisa de un daño o<br />

peligro. En el transcurso de una sesión estándar, la valoración del daño no se<br />

asocia a este daño o peligro, no está unido (y no debe estarlo) al miedo y por<br />

tanto, es cualitativamente distinto de una agresión real.<br />

c) El placer, y el orgasmo, son reflejos condicionados. Es decir, muy fácilmente se<br />

asocian a otros estímulos. Es el perro de Paulov, puro y duro. La campana suena,<br />

el perro saliva. Si alguien (sobre todo si es joven, cuando aún es posible la<br />

impronta) ve una caja de galletas y a continuación, por la razón que sea, siente<br />

un fuerte placer hasta llegar al orgasmo, al cabo de algunas sesiones, verá la caja<br />

de galletas con un morbo incontenible. Ese es el principio que hace posible el<br />

fetichismo. De igual manera, se puede asociar un dolor moderado y soportable,<br />

con el placer. Al final, al dolor el individuo se acostumbra y es necesario<br />

incrementar el umbral para experimentar la misma ansiedad anticipatoria (léase<br />

excitación).<br />

d) El dolor se asocia con el morbo de lo prohibido, de llegar más allá, de trasgredir<br />

los límites de lo convencional y de uno mismo y esto es una recompensa por sí<br />

solo. En muchas culturas, el dolor, tiene un valor social y se presenta bajo la<br />

forma de ritual iniciático (como requisito imprescindible para entrar en una<br />

comunidad), o religioso. En estos casos, el dolor será soportado con orgullo y se<br />

percibirá como un estímulo tolerable, aún en el caso de graves mutilaciones.<br />

e) El miedo, el morbo, el dolor, la excitación, liberan adrenalina, que es una droga<br />

natural. Pero es que además, existe un fenómeno llamado “post-reacción<br />

afectiva”, por el cual, el individuo tiende a recuperar un equilibrio emocional.<br />

Cualquier emoción intensa, (tirarse en paracaídas, por ejemplo) produce una<br />

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