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CUADERNOS DE BDSM - nº8<br />

Es tradicional asociar el BDSM, a un nivel cultural y social alto, gente rica que se<br />

aburre, básicamente. En la actualidad, la difusión de Internet, ha roto esas barreras<br />

sociales, y los “vicios”, exclusivos y privados, ya no existen. No son prácticas baratas,<br />

pero la extensión a círculos más amplios, hace posible celebrar fiestas y vender ropa a<br />

un precio más o menos asequible a un público más numeroso, con lo cual, podemos<br />

afirmar, que el atrezzo, (tan necesario en el BDSM) se ha popularizado. Cabría<br />

preguntarse si el BDSM es posible que exista en sociedades no occidentales o en épocas<br />

pasadas. Creo que como tal, con nuestra filosofía y sobre todo, con nuestra estética,<br />

seguramente no, pero con otros nombres y otras ropas, podemos encontrar su rastro en<br />

los lugares más insospechados. Por ejemplo, vemos aparecer escenas de temáca BDSM<br />

en el Satiricon de Petronio (cap XX), en el Kamasutra (descripción de mordiscos y<br />

arañazos eróticos) y no olvidemos los tratados sobre shibari del Japón medieval.<br />

No cabe duda, de que el número de practicantes del BDSM está creciendo con rapidez.<br />

Gracias a Internet, una persona con inquietudes o fantasías de ese tipo, rápidamente<br />

encuentra información y personas con gustos similares. El efecto secundario que se<br />

produce es que se ponga de moda y muchas parejas lo prueben de manera esporádica o<br />

más o menos continuada.<br />

A la inmensa mayoría de las personas que disfrutan del dolor, solo les gusta en<br />

contextos muy determinados, por ejemplo en el transcurso de una sesión. No es<br />

cualquier dolor, ni provocado de cualquier manera. No conozco a nadie que disfrute<br />

cuando se le cae el martillo en el dedo gordo del pie, ni siquiera a los masoquistas más<br />

impenitentes.<br />

La activación del organismo es lo que llamamos arousal (Anderson 1990), que va desde<br />

un nivel mínimo en el sueño, a un máximo en situaciones de peligro, que el cerebro<br />

interpreta como “lucha o huye”, y que compartimos con todos los vertebrados. No<br />

existen tipos arousales distintos según el tipo de estímulo. Es decir, no hay un<br />

mecanismo de activación que sea distinto para el sexo, para el estrés, para el dolor….<br />

Por esta razón, podemos medir una conexión, conocida desde antiguo, entre erotismo y<br />

agresividad. En los circos romanos, a la salida de los juegos era cuando mejor negocio<br />

hacían prostitutas y prostitutos, ya que el público salía “encendido”, por haber<br />

presenciado un espectáculo violento. Es más, la palabra “fornicar”, viene de latín<br />

“fornice” que significa curva de un arco, lugar donde se ponían las prostitutas a la salida<br />

del anfiteatro romano, tal y como nos refieren los graffiti encontrados en Pompeya y<br />

Herculano. Nosotros mismos, nos sentimos más “activados”, cuando vemos, por<br />

ejemplo, una película de acción. Visto desde esa perspectiva, no tiene nada de extraño<br />

mezclar la violencia (física o verbal) con el placer. Se me dirá, con razón, que una<br />

práctica consensuada en una sesión no es ni violenta, ni agresiva. A nivel intelectual, sin<br />

duda es cierto, pero esto no es lo que el cerebro primitivo en el hipotálamo percibe.<br />

Como consecuencia, podemos asegurar que el juego D/S, será aún más excitante si el<br />

sometido se resiste un poco al castigo, ya que esto estimulará aún más a ambas partes,<br />

por aumento del arousal.<br />

Pag. 47

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