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CUADERNOS DE BDSM - nº8<br />
quieres practicar (no las perversiones y escenas específicas, por supuesto, sino los<br />
principios éticos que modelarán tus prácticas).<br />
La seguridad, particularmente, difiere de un individuo y situación a otro. Una maniobra<br />
que es perfectamente segura para que la realice un gimnasta puede fácilmente provocar<br />
una rotura de cuello a un saltimbanqui desentrenado. Una sesión de azotes que un<br />
sumiso encuentra excitante podría dañar a otro con menos experiencia o preparación.<br />
Una sesión de sujeción rígida y privación sensorial que me lleva al éxtasis podría<br />
mandarte a ti a un hospital psiquiátrico. Incluso al cruzar la calle tenemos que decidir<br />
que nivel de riesgo es aceptable. ¿Por qué iba a ser menor nuestra responsabilidad en<br />
una escena o una relación S/M<br />
Lo que queríamos decir con “S/M seguro”, si volvemos a 1983 (tal como indica el texto<br />
íntegro de la declaración de principios de la GMSMA) era lo opuesto de S/M<br />
descuidado, irresponsable o desinformado. Queríamos decir que tenías que hacer los<br />
deberes y adoptar precauciones razonables. Nunca pretendimos promocionar solamente<br />
el S/M para todos los públicos o transformar la escena del cuero en un parque infantil<br />
sin riesgos, donde el dolor no duele de verdad, las ataduras no inmovilizan y la<br />
dominación consiste en ordenar que hagas lo que querías hacer de todas formas.<br />
Dejamos mucho más vago “sensato” y “consensuado”, “sensato” porque es bastante<br />
vago en cualquier caso, una vez que vayas más allá del significado obvio: “capaz de<br />
distinguir la fantasía de la realidad” y “consensuado” porque no nos dimos cuenta de lo<br />
delicado que es. No teníamos la ventaja de un par de décadas de conciencia creciente de<br />
lo difícil que puede ser abandonar a un esposo maltratador. No tratamos, en aquel<br />
entonces, si el consentimiento era algo que podía otorgarse una vez y para todo, o si<br />
había que renovarlo continuamente, las paradojas ahora familiares de la “no<br />
consensualidad consensuada.” Sin semejante análisis, sin embargo, es, con todo,<br />
bastante fácil leer el requerimiento de consensualidad como análogo a las reglas contra<br />
la “violación por la pareja,” queriendo decir que el superior, dominante o Amo/Ama<br />
tiene que detenerse y pedir permiso al inferior, sumiso o esclavo en cada punto en que el<br />
tipo de actividad cambie. Esto podría funcionar bien en una sesión de juego entre gente<br />
que simplemente está interesada en compartir ciertas sensaciones, pero subvertiría<br />
fatalmente una relación en marcha Dominante/sumiso o Amo/esclavo, o incluso el tipo<br />
de escenas de S/M intenso en las que el sumiso pasa a fase no verbal y es<br />
temporalmente incapaz de elegir.<br />
La elección de la GMSMA si encaramos de nuevo el 1983 era si<br />
explorar/discutir/defender el rango completo de comportamientos S/M, abriéndonos<br />
nosotros mismos al ataque basado en cada caso de sadomasoquismo depredador que los<br />
críticos pudieran descubrir o inventar, o limitar el campo de alguna manera. Al decir<br />
que nos interesaba el “S/M seguro, sensato y consensuado,” estábamos intentando trazar<br />
una distinción muy básica: entre, por un lado, la inmovilización, tortura o control<br />
aplicado a una pareja voluntaria, para satisfacción mutua y, por el otro lado, el maltrato<br />
coactivo sobre víctimas no voluntarias. Pensábamos que esta restricción no dejaría base<br />
racional a los hostiles al S/M para poner objeciones a lo que la GMSMA pretendía,<br />
dejando al descubierto la fobia sexual más fundamental subyacente a la mayoría de los<br />
intentos de tutelar la expresión sexual. (Establecernos nosotros mismos como una nueva<br />
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