Haciendo Justicia - Acceso al sistema

CAMBIO YCONTINUIDAD EN LOS PROCEDIMIENTOS LEGALES' 89
me pareció que pasaban pocos días sin que llegaran uno o más casos
al juzgado. Por contraste, durante los años sesenta pasaban muchos
días sin que hubiera ningún caso. Sólo dos o tres parecían llegar por
semana.
El segundo cambio es que muchos más casos terminaban con la redacción
de un acta durante el periodo de 1997 a 1998 que en los años
sesenta. De hecho ahora hay más querellantes pidiendo un registro escrito
de sus acuerdos. Con el paso del tiempo los documentos escritos
se han vuelto más importantes en la vida de las personas. La gente busca
ahora recolectar actas de nacimiento y matrimonio, así como títulos
(informales) de tierras y cartas de compraventa. Además, ahora el
secretario es un joven zinacanteco y no un viejo ladino. Resulta más
sencillo para todos pedir al joven que redacte un documento que lo que
era en los sesenta importunar al secretario ladino.
El tercero es la renuencia de los jueces en los noventa a imponer la
cárcel como castigo. En los años sesenta fui informada de que en muchos
casos los acusados de un delito eran castigados con dos semanas
de "kuch ton" (literalmente significa "cargar piedras") para remover su
"manya" (J. Collier, 1973; 1995). Pero en los noventa sólo supe de un
caso en el que la cárcel fue usada como castigo, o sea el caso de los adúlteros
ya comentado.
El nivel de Distrito Judicial
Como ya he mencionado, pocos casos de Zinacantán parecieron llegar
hasta este nivel durante mi periodo de campo de 1997 a 1998. A pesar
de que las autoridades zinacantecas están obligadas a reportar los delitos
serios al MP, al parecer sólo lo hacían cuando el presunto delincuente
era desconocido o había huido, o si los jueces no lograban resolver el
caso en Zinacantán.
Considero que los zinacantecos que trataron de llevar sus casos ante
las autoridades de San Cristóbal entre 1997 y 1998, lo hicieron por
los mismos motivos que lo hacían otros hace 30 años: deseaban obtener
una ventaja decisiva o lograr el encarcelamiento de un enemigo y
así el1minarlo de la comunidad. En algunos casos de los que fui informada,
los zinacantecos involucrados pudieran haber mentido a las autoridades
relevantes. Durante mi trabajo de campo de 1997 a 1998, por
ejemplo, supe de un hombre mayor que tenía un pleito con su hija
y quería recuperar el terreno que antes le había dado, por lo que había