Haciendo Justicia - Acceso al sistema

88 • JANE F. COLLIER
trantes meditaran sobre su posición: en primer lugar, detenían a las personas
"peligrosas" hasta que pudiera acordarse una audiencia. Los borrachos
violentos y los malhechores traídos de los parajes eran encerrados
por una noche o más hasta que los demás ínvolucrados en el caso pudieran
ser llamados a la cabecera. En segundo lugar, losjueces usaban la cárcel
como medida de protección para aquellos que corrían el riesgo de ser
línchados o lastímados por vecínos furiosos. Tercero, los jueces podían ordenar
encerrar a alguna persona hasta que aceptara los térmínos del
acuerdo. Supe de un caso, por ejemplo, en el que un joven, al que se le
pedía una suma considerable de dínero, fue encerrado hasta que sus paríentes
llegaron con el dínero. Por fortuna, éstos lograron juntar la cantidad
solicitada antes del anochecer, por lo que el joven fue liberado. Por
último, los jueces usaban la cárcel como medio de castigo. Supe de un
solo suceso durante mi estancia entre 1997 y 1998 en el que esto fue
lo acontecido. Una pareja encontrada culpable de adulterio fue sentenciada
a 15 días de trabajo a favor de la comunidad limpiando las calles
y pasando las noches en la cárcel. Creo que hoy en día los jueces temen
usar la cárcel como castigo. Sienten temor de que los malhechores o sus
parientes apelen a las organizaciones de derechos humanos. Como resultado,
los jueces utilízan la cárcel principalmente para detener a los
acusados antes y durante los juicios.
Historia. Las continuidades entre los años sesenta y los noventa son
más llamativas que los cambios. Durante ambos periodos de investigación,
las autoridades zínacantecas concebían su labor encaminada a la
resolución de conflictos. Como resultado, las audiencias en ambos periodos
involucraban a varias personas, duraban hasta que se llegaba a
un acuerdo y terminaban con la distribución de bebidas. Reconozco tres
cambios, pero todos parecen más de grado que de tipo. Ante todo, el
crecimiento de la población ha derivado en que los jueces del juzgado
municipal parecen conocer menos sobre los querellantes que lo que sabían
en los años sesenta. La población de Zinacantán se ha triplicado
desde entonces. Al mismo tiempo, la construcción de nuevas carreteras
ha mejorado el transporte, lo que hace más sencillo que los habitantes
de los parajes lleven sus casos a la cabecera. Como resultado, los jueces
parecer1 depender menos de su conocimiento personal de las querellas y
más de lo que pueden saber de boca de los querellantes y de los agentes
que los acompañan. Asimismo, el crecimiento de la población ha significado
un aumento en el número de casos que llegan a la cabecera.
Mientras estuve asistiendo al juzgado municipal entre 1997 y 1998,