Haciendo Justicia - Acceso al sistema

CAMBIO YCONTINUIDAD EN LOS PROCEDIMIENTOS LEGALES' 75
do que pueda revisar las decisiones del juzgado y asegurar que no violen
las disposiciones estatales y nacionales. Durante mi periodo de trabajo
de campo, no había sido designada ninguna persona para ese puesto,
pero fui informada que durante 1999 sí había uno asignado. Yo
nunca pude verlo. Los oficiales zinacantecos a quienes les pregunté por
él me dijeron que era un joven abogado mestizo que no hablaba tzotzil
y pocas veces venía a Zinacantán. Con todo, se estaba acondicionando
el juzgado para proporcionarle una oficina.
El juzgado extraordinario. Este juzgado, presidido por el presidente
municipal y todos los oficiales civiles, se abocaba a atender los casos serios
que afectaran a un gran número de personas importantes. Sólo
atestigué que en dos ocasiones el presidente municipal y el síndico reunieron
a los jueces y los regidores para escuchar un caso (aunque se me
hizo saber de otras instancias en las que todos los oficiales civiles habían
presidido). En ambas ocasiones en que observé este juzgado extraordinario,
se reunió en el gran salón del nuevo cabildo en vez de
en el juzgado. Todos los oficiales civiles se sentaban tras una larga mesa
al frente de la habitación, mientras que las partes involucradas se sentaban
en las líneas de bancas frente a ellos o se apoyaban en la pared.
Uno de los casos que presencié involucraba a uno de los hombres más
ricos de Navenchauk, probablemente el hombre más rico de todo el
municipio. Él acusaba a su mujer de adulterio y pedía el divorcio sin
tener que dejarle ninguna propiedad. Elotro caso involucraba a los músicos
que servían a los cargueros religiosos. Ellos amenazaban con dejar
de tocar (lo que hubiera suspendido toda actividad ritual comunitaria)
si una agencia gubernamental del estado no les daba el dinero que
había recibido otro grupo como "apoyo a las danzas tradicionales".
La primera vez que hice trabajo de campo en Zinacantán en los
años sesenta, el presidente municipal fungía como juez principal. Él,
junto con los otros oficiales civiles (el síndico, cuatro jueces y seis regidores),
pasaban casi todo el día sentados en una banca en la terraza del
edificio largo y bajo que ahora se conoce como el "viejo cabildo" esperando
a que la gente los abordara con problemas o preguntas. Este grupo
de oficiales civiles atendían sobre todo los conflictos, pero también
manejaban otros aspectos del gobierno comunitario. Todos ellos eran
indígenas zinacantecos. El único ladino que contaba con un puesto oficial
en los sesenta era el secretario que redactaba los documentos. Esta
situación contrastaba con la de muchas comunidades indígenas de Los
Altos donde las familias ladinas, residentes en la cabecera municipal,