Haciendo Justicia - Acceso al sistema

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cambiar sus procedimientos. Mientras que quienes manejaban los conflictos
en los años sesenta actuaban como mediadores, empleando largas
horas en ayudar a los adversarios a alcanzar acuerdos conciliatorios, yo
esperaba encontrar que en los años noventa, aquéllos preferirían actuar
como jueces y determinar los hechos del caso para aplicar la norma
apropiada de la manera más ágil. Mi razonamiento era que, una vez
que la base de la riqueza y el poder en Zinacantán, dejara de ser el número
de dependientes dentro del hogar además de los seguidores leales
y fuera reemplazada por la posesión de capital, los hombres prominentes
tendrían poco incentivo para gastar su tiempo alentando a las partes
involucradas en una querella para que buscaran una solución que les
permitiera continuar su relación.
Mis expectativas eran parcialmente correctas. En los años noventa
los hombres prósperos y prominentes de Zinacantán dejaron de gastar
su tiempo en ayudar a otros miembros de la comunidad a resolver sus
conflictos. Preferían dejar esta tarea a los miembros del cabildo. Pero
los jueces y los agentes que manejaban las querellas sí empleaban largas
horas tratando de ayudar a las partes a encontrar una solución
que les permitiera continuar su relación y vivir pacíficamente. Los
procesos legales que observé en el juzgado municipal de Zinacantán entre
1997 y 1998 no se distinguían significativamente de los que había
presenciado y conocido en los años sesenta. Losjueces y los agentes actuaban
como mediadores más que como jueces. El cambio principal que
observé era que los hombres más prósperos y prominentes ya no participaban
en ayudar a parientes y vecinos a resolver sus disputas. En contraste
con los años sesenta, cuando los mayores y los líderes de la
comunidad recibían con agrado las oportunidades de demostrar sus habilidades
como conciliadores, los hombres prominentes de los años noventa
por lo general sugerían a quienes buscaban su ayuda que acudieran
a las autoridades correspondientes.
La inercia cultural, junto con el hecho de que la mayoría de los conflictos
suceden entre parientes y vecinos, pudieran explicar que la participación
de terceros siguiera implicando procedimientos conciliatorios.
Hace tiempo que los antropólogos reconocen que las desavenencias
complejas entre personas involucradas en relaciones de largo plazo pocas
veces pueden ser resueltas con soluciones de todo o nada (Gluckman,
1965; Van Velsen; 1969; Nader, 1969). Pero también es cierto que
los acontecimientos históricos recientes pudieron haber incentivado
a los responsables de resolver conflictos en Zinacantán a valorar la re-