Haciendo Justicia - Acceso al sistema

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462 • REBECCA lGREJA LEMOS También debe mencionarse la importancia que tenía la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal para los grupos. Con el apoyo del INI, esta comisión había incidido positivamente en los grupos indígenas, aunque no tuviera un programa de atención específico para ellos. La CDHDF era una entidad propositiva, que hacía recomendaciones morales y que, en términos de prevención del delito, procuraba actuar con cursos de capacitación, distribuir la Cartilla de los indígenas, y coadyuvar con otras instituciones. La asesoría reconocía cuán débil era esta prevención, por ser un problema complejo que exigía la participación conjunta de varias instituciones; sin embargo, habían logrado establecer vínculos con la procuración y administración de justicia y con las propias organizaciones indígenas. También estaba presente en el escenario la Fundación Rigoberta Menchú, que inició un programa en la ciudad de México para atender a indígenas. Esta fundación se creó el 31 de enero de 1993 como Institución de Asistencia Privada (IAP). El trabajo con los indígenas de la ciudad inició con la elaboración del programa Sance Tochan (La casa común) que tenía la tarea de realizar un diagnóstico general sobre las condiciones de vida de los indígenas que vivían en la ciudad y la zona metropolitana. Para esto se había seleccionado a 20 grupos que pertenecían a ocho comunidades étnicas y a un grupo multiétnico. Este programa se realizó primero a partir de una metodología participativa, a través de talleres, con el fin de crear un espacio de reflexión donde se generara propuestas en torno a políticas y acciones útiles para superar la situación difícil de los migrantes." A principios de 1998, cuando apenas iniciaba esta investigación, la fundación tenía la expectativa de concluir el diagnóstico en tres meses; sin embargo, muchas contrariedades impidieron alcanzar esta meta. Cuando nuevamente entré en contacto con ellos en 1999, todavía no habían terminado el diagnóstico y ya habían cambiado a los encargados de llevarlo a cabo. De manera muy interesante, los datos que elaborarían los diagnósticos vendrían de los talleres y de los testimonios realizados por los propios indígenas. Son ellos los que iban elaborar el trabajo muchas veces sin la participación de profesionales del área interesada' La idea es bastante interesante porque pretendía dar voz a los grupos; sin embargo, los datos obtenidos se volvieron un pliego petitorio de quejas sobre sus condiciones y la victimización de sus condicio- 29 Documento de la institución.

DERECHO YDIFERENCIA ÉTNICA' 463 nes materiales cuando en la realidad algunos líderes ya habían obtenido algunos recursos que allí estaban reclamando. Esto exigió de la fundación la reestructuración de sus trabajos. Una última institución que empezaba a trabajar específicamente con indígenas, incluyendo materia jurídica, era Cáritas, a través de un programa llamado Nuestro hermano indígena. Hoy se sabe que hay una actuación mucho más consistente de Cáritas que ha expandido su trabajo con los indígenas de la ciudad. El panorama presentado lleva a la conclusión de este apartado. Los grupos indígenas migrantes han encontrado la oportunidad de obtener mejores condiciones de vida y mayores recursos con el surgimiento de nuevas instituciones para su asistencia. Andar entre una institución y otra es una estrategia que van desarrollando y aprendiendo a manejar muy bien. Por supuesto que tal actitud puede alimentar la reproducción de una situación de paternalismo y clientelismo que inhibe las iniciativas propias de los grupos. Las propias instituciones alimentan esa actitud pues en búsqueda de mostrar su trabajo y obtener resultados, compiten entre sí buscando agregar la mayor cantidad posible de organizaciones. En varios casos analizados durante la investigación se observó no solamente la competitividad entre las instituciones, pero también las amenazas y las presiones que hacían a los grupos en búsqueda de preservar su "cliente". Las instituciones también auxiliaron y siguen auxiliando a los grupos en la instrumentalización de sus identidades étnicas. Así por ejemplo, estimulaban a que se presentaran como "indígenas", término que antes no era comúnmente utilizado por los grupos que se decían originarios de tal lugar o cuando mucho mazahuas, triquis, otomíes. Esa es una estrategia que de manera interesante ha sido apropiada por los pueblos del sur de la ciudad. Estos pueblos originarios, al reforzar sus trabajos con el "Área Metropolitana" han retomado el término indígena para abrir espacios frente a las necesidades que enfrentan, cuando antes no se presentaban así, aunque se afirmaran como una colectividad cultural. Ellos también han buscado integrarse y conocer a otros grupos indígenas de la ciudad, parajuntos crear un frente común, no obstante, las' diferencias entre los problemas vividos. No solamente el apoyo que puedan recibirjustifica el vínculo de los indígenas con las instituciones, sino que también el mero hecho de decir que participan de varias instituciones les permite sentirse más seguros y apoyados en sus demandas frente a las demás instancias del gobier-

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También debe mencionarse la importancia que tenía la Comisión de<br />

Derechos Humanos del Distrito Feder<strong>al</strong> para los grupos. Con el apoyo<br />

del INI, esta comisión había incidido positivamente en los grupos indígenas,<br />

aunque no tuviera un programa de atención específico para<br />

ellos. La CDHDF era una entidad propositiva, que hacía recomendaciones<br />

mor<strong>al</strong>es y que, en términos de prevención del delito, procuraba actuar<br />

con cursos de capacitación, distribuir la Cartilla de los indígenas, y coadyuvar<br />

con otras instituciones. La asesoría reconocía cuán débil era esta<br />

prevención, por ser un problema complejo que exigía la participación<br />

conjunta de varias instituciones; sin embargo, habían logrado establecer<br />

vínculos con la procuración y administración de justicia y con las<br />

propias organizaciones indígenas.<br />

También estaba presente en el escenario la Fundación Rigoberta<br />

Menchú, que inició un programa en la ciudad de México para atender<br />

a indígenas. Esta fundación se creó el 31 de enero de 1993 como Institución<br />

de Asistencia Privada (IAP). El trabajo con los indígenas de la ciudad<br />

inició con la elaboración del programa Sance Tochan (La casa común)<br />

que tenía la tarea de re<strong>al</strong>izar un diagnóstico gener<strong>al</strong> sobre las condiciones<br />

de vida de los indígenas que vivían en la ciudad y la zona metropolitana.<br />

Para esto se había seleccionado a 20 grupos que pertenecían a<br />

ocho comunidades étnicas y a un grupo multiétnico. Este programa se<br />

re<strong>al</strong>izó primero a partir de una metodología participativa, a través de<br />

t<strong>al</strong>leres, con el fin de crear un espacio de reflexión donde se generara<br />

propuestas en torno a políticas y acciones útiles para superar la situación<br />

difícil de los migrantes."<br />

A principios de 1998, cuando apenas iniciaba esta investigación, la<br />

fundación tenía la expectativa de concluir el diagnóstico en tres meses;<br />

sin embargo, muchas contrariedades impidieron <strong>al</strong>canzar esta meta.<br />

Cuando nuevamente entré en contacto con ellos en 1999, todavía no<br />

habían terminado el diagnóstico y ya habían cambiado a los encargados<br />

de llevarlo a cabo. De manera muy interesante, los datos que elaborarían<br />

los diagnósticos vendrían de los t<strong>al</strong>leres y de los testimonios<br />

re<strong>al</strong>izados por los propios indígenas. Son ellos los que iban elaborar el<br />

trabajo muchas veces sin la participación de profesion<strong>al</strong>es del área interesada'<br />

La idea es bastante interesante porque pretendía dar voz a los<br />

grupos; sin embargo, los datos obtenidos se volvieron un pliego petitorio<br />

de quejas sobre sus condiciones y la victimización de sus condicio-<br />

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