Haciendo Justicia - Acceso al sistema

454 • REBECCA IGREJA LEMOS
Algunos artículos del Código de Procedimientos Penales del Distrito
Federal contemplan la presencia indígena en la ciudad determinando la
asistencia de un traductor "cuando una de las partes no hable suficientemente
el español", y el respecto a la cultura y a las costumbres de los
indígenas involucrados. Sin embargo, ya se pudo demostrar que esto
no ha sido suficiente para garantizar una debida impartición de justicia.
Muchas de estas leyes son ambiguas en su construcción, además
que muchos operadores de la justicia simplemente ignoran su existencia,
apoyándose solamente en los artículos referentes específicamente al
delito.
Existía también, en el momento de la investigación, un convenio
firmado entre la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal
(PGJDF) y el INI; sin embargo, los agentes del Ministerio Público
no tenían conocimiento de él y, por lo tanto, no lo ponían en práctica.
En conversaciones con funcionarios del MP de la delegación
Cuauhtémoc me informaron que no llevan registro de ninguna forma
de la calidad de indígena, no sabían del convenio y tampoco conocía
el trabajo del "Área Metropolitana" del INI. Para ellos es más
fácil detectar que son indígenas cuando no logran hablar el español,
momentos en que se ven forzados a recurrir al INI para pedir un traductor.
Sin embargo, la actitud de los agentes del MP tiene su razón
de ser ya que no han sido capacitados debidamente para considerar
el aspecto étnico.
Es obvio que en la ciudad se constata la constitución de una indianidad
urbana que se distingue de la prevaleciente en el campo. Aunque
no se puede distinguir el campo de la ciudad como entidades separadas,
la diferencia cultural deriva de una urbanización que la distingue de la
comunidad. La colonización europea desarticuló las estructuras urbanas
de los pueblos nativos y desde entonces el indígena es sinónimo de
campesino, lo que dificulta la aceptación de la presencia indígena en el
contexto urbano. Los propios indígenas acaban por asimilar la imagen
de campesino y se refieren a los demás habitantes da la ciudad como urbanos.
En cualquier caso, como lo plantea Miguel Alberto Bartolomé
(Bartolomé, 1997: 92) el abandono de las tareas agrícolas, aunque
traiga modificaciones en las culturas de estos grupos, no se traduce
necesariamente en una transfiguración identitaria. Algunos rasgos o
prácticas culturales tienden a mantenerse tanto para la reproducción
de la sociedad grupal como para proporcionar emblemas a la identi-