Haciendo Justicia - Acceso al sistema

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27.12.2014 Views

~50 • REBECCA IGREJA LEMOS niña mayor, hija de la abuela de los otros dos infantes, siempre fue considerada más rebelde y desobediente, y sabían que ya se drogaba pues fue una comerciante vecina que la inició. Además, su mamá no ve ningún obstáculo en que la niña salga a trabajar incluso porque ella misma, en su pueblo, trabajó desde chica y jamás ha estudiado. La procuraduría encaminó a los niños a unos familiares que los pudieran cuidar en su pueblo de origen. Sobre el caso manifestó ellicenciado encargado: Son otomíes, sí hablan en otomí, pero también hablan en español, por eso partimos de que puedan hacer parte de un grupo indígena. Ellos hablan español, si hubiera venido con nosotros y no hablara más que otomí pediríamos el apoyo del INI para que nos hiciera la traducción, pero no fue necesario. Igual para las familias que se van a encargar de los niños. A pesar de la declaración, se pudo verificar en la investigación que la madre de la niña más grande tenía una enorme dificultad de hablar en español. Muchas veces, su hija hacía de traductora en sus testimonios. La familia no está integrada a ninguna organización en la ciudad, y el licenciado está enterado de eso. Para él, esto significa un motivo más para no considerarlas como indígenas, lo que en su concepto es una gran ventaja para ellas. No están tan integradas, más bien pensando por ellas mismas y por su familia y no por un grupo. Yo creo que están moviéndose por intereses particulares, yo creo eso. Eso sucede porque se desintegra, sucede porque alguien tiene más noción de progresar que otros, no van estar apoyando siempre a este grupo y llegan a cambiar, o va ser una persona distinta al grupo e integra a una familia nueva, con costumbres nuevas, que no depende de la influencia del grupo. La lógica de pensamiento del licenciado está basada en una visión individualista donde no hay lugar para la colectividad. Según él, el hecho de que no formen parte de un grupo significa un motivo de progreso, ya que empiezan a pensar por sí mismos, convirtiéndose en personas libres y con voluntad propia. Esto sería el orden natural que los indígenas abandonen sus grupos culturales y se integren a una sociedad general de hombres libres. Contraponiéndose a este discurso,

DERECHO YDIFERENCIA ÉTNICA' 451 en realidad puede constatarse que las dos mujeres otomíes no están desintegradas porque siguen vinculadas con su comunidad de origen, transitando constantemente entre la ciudad y la comunidad, además de haber participado y convivido con otros otomíes de la ciudad, en sus reuniones. Sujetos por esta visión, es evidente que no puede haber una apertura de los impartidores y procuradores de justicia para tratar problemas como éstos. De casos como éstos no debe deducirse que los indígenas no sepan cuidar a sus hijos, como suelen interpretar los licenciados de la procuraduría, sino que debe ser visto dentro de un contexto más amplio, sin jamás dejar de considerar sus marcos culturales. Estos grupos han vivido en la ciudad una experiencia distinta a lo que estaban acostumbrados en sus comunidades de origen. Por un lado, hablan de una infancia muy dura que tuvieron en sus pueblos por la necesidad de involucrarse tempranamente en el trabajo como apoyo a la familia. Por otro lado, narran que no conocían la violencia, la inseguridad, la delincuencia y la drogadicción a las cuales se han enfrentado en la ciudad. Y es a partir de estas dos realidades distintas que se debe construir un diálogo con los miembros de las organizaciones indígenas relativo a los cuidados de sus hijos. La justicia no debe basarse en una visión individual, a partir de estereotipos y de actitudes discriminatorias, sino que conjuntamente con los grupos deben buscarse alternativas para solucionar tales problemas. No se busca con esto justificar el maltrato, sino solucionar el problema de manera más definitiva a través del reconocimiento de la condición étnica. Los cursos de escuela para padres han sido, sin duda, muy útiles y los propios representantes de organizaciones indígenas los han solicitado a través del INI, sin embargo, es necesario que se promueva cada vez más estos cursos y que cuenten también con la participación de la Procuraduría del Distrito Federal. La disputa por la vivienda El problema de la vivienda es otro generador de conflictos al que se enfrentán los grupos indígenas migrantes de la ciudad. En general, los indígenas migran a la ciudad mediante el apoyo de redes familiares o de vecinos de la misma comunidad y por este motivo cuando llegan, se establecen de forma conjunta, frecuentemente en vecindades o terrenos desocupados.

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en re<strong>al</strong>idad puede constatarse que las dos mujeres otomíes no están<br />

desintegradas porque siguen vinculadas con su comunidad de origen,<br />

transitando constantemente entre la ciudad y la comunidad, además<br />

de haber participado y convivido con otros otomíes de la ciudad, en<br />

sus reuniones.<br />

Sujetos por esta visión, es evidente que no puede haber una apertura<br />

de los impartidores y procuradores de justicia para tratar problemas<br />

como éstos. De casos como éstos no debe deducirse que los indígenas<br />

no sepan cuidar a sus hijos, como suelen interpretar los licenciados de<br />

la procuraduría, sino que debe ser visto dentro de un contexto más amplio,<br />

sin jamás dejar de considerar sus marcos cultur<strong>al</strong>es. Estos grupos<br />

han vivido en la ciudad una experiencia distinta a lo que estaban acostumbrados<br />

en sus comunidades de origen. Por un lado, hablan de una<br />

infancia muy dura que tuvieron en sus pueblos por la necesidad de involucrarse<br />

tempranamente en el trabajo como apoyo a la familia. Por<br />

otro lado, narran que no conocían la violencia, la inseguridad, la delincuencia<br />

y la drogadicción a las cu<strong>al</strong>es se han enfrentado en la ciudad. Y<br />

es a partir de estas dos re<strong>al</strong>idades distintas que se debe construir un diálogo<br />

con los miembros de las organizaciones indígenas relativo a los<br />

cuidados de sus hijos. La justicia no debe basarse en una visión individu<strong>al</strong>,<br />

a partir de estereotipos y de actitudes discriminatorias, sino que<br />

conjuntamente con los grupos deben buscarse <strong>al</strong>ternativas para solucionar<br />

t<strong>al</strong>es problemas.<br />

No se busca con esto justificar el m<strong>al</strong>trato, sino solucionar el problema<br />

de manera más definitiva a través del reconocimiento de la condición<br />

étnica. Los cursos de escuela para padres han sido, sin duda,<br />

muy útiles y los propios representantes de organizaciones indígenas los<br />

han solicitado a través del INI, sin embargo, es necesario que se promueva<br />

cada vez más estos cursos y que cuenten también con la participación<br />

de la Procuraduría del Distrito Feder<strong>al</strong>.<br />

La disputa por la vivienda<br />

El problema de la vivienda es otro generador de conflictos <strong>al</strong> que se enfrentán<br />

los grupos indígenas migrantes de la ciudad. En gener<strong>al</strong>, los indígenas<br />

migran a la ciudad mediante el apoyo de redes familiares o de<br />

vecinos de la misma comunidad y por este motivo cuando llegan, se establecen<br />

de forma conjunta, frecuentemente en vecindades o terrenos<br />

desocupados.

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