Haciendo Justicia - Acceso al sistema

INTRODUCCIÓN' 39
solas la responsabilidad familiar y a generar nuevas estrategias en la
vida doméstica (D'Aubeterre, 2000). Lo nuevo de la migración es el
destino y la permanencia. Una parte importante de hombres nahuas de
comunidades de Huauchinango está partiendo hacia Estados Unidos y
Canadá, a diferencia de lo que sucedía hace algunos años cuando la migración
era hacia los centros urbanos en el país, en especial, la ciudad
de México. Estos procesos se observan también en otras regiones
de estudio aunque con menor intensidad, según sucede en comunidades
mixes de Oaxaca, yen muchas otras comunidades indígenas del país,
como ha sido documentado en varios estudios especialmente para
Oaxaca y Puebla (D'Aubeterre, 2000). En Cuetzalan se reporta que
las condiciones económicas de las familias nahuas requieren cada
vez mayor participación de la mujer en actividades productivas y de
comercialización. Así, en muchos de los casos en que a nivel intrafamiliar
se presentan conflictos y violencia, son las mujeres quienes
sustentan a sus hijos. Son ellas quienes además de realizar trabajo
doméstico, realizan trabajo económico-productivo en sus huertas.
Son ellas quienes trabajan al jornal en recolección de café y pimienta,
en lavado de ropa, o en otros casos realizan trabajo artesanal para la
venta (huipiles, blusas bordadas, etcétera). Así también en casos en
que se separan de sus cónyuges o sufren abandono se trasladan a la
cabecera municipal para trabajar en restaurantes en la preparación
de tortillas o alimentos.
Los procesos organizativos. Destaca, asimismo, la incidencia significativa
de procesos organizativos de carácter productivo y de promoción
de derechos (derechos humanos, de género, etcétera), que están
generando nuevos cambios en las dinámicas sociales locales y regionales,
yen la relación con el Estado. Tal es, por ejemplo, lo que observamos
de manera principal en regiones como Cuetzalan, Puebla, en
donde se localiza un sinnúmero de organizaciones productivas indígenas
y más recientemente organizaciones de derechos humanos y de
mujeres. Muchas de ellas fueron promovidas en un principio por el
Estado, como condición para apoyar proyectos cooperativos o de
desarrollo, o por organizaciones no gubernamentales, y otras más
por él impulso de una iglesia comprometida. Dichas organizaciones,
especialmente las de derechos humanos, han jugado un papel central
en la promoción de un discurso reivindicativo de derechos y en el fortalecimiento
de la etnicidad. Los discursos han tenido también un importante
impacto en el campo legal del Estado, generando nuevas op-