Haciendo Justicia - Acceso al sistema

350 • ELISA CRUZ RUEDA
Ley Agraria, lo oral y lo escrito, los cargos de sello y no sello. Todos
ellos dan cuenta del proceso de oficialidad de San Marcos y las respuestas
que da la comunidad a las exigencias de legalidad. El caso del sello
es particularmente revelador de ese proceso. Cuando hay sello los comités
o comisiones creados para trabajos específicos, tienen mayor independencia
de gestionar frente a las autoridades gubernamentales externas
lo que la asamblea les ha encomendado. Pero cuando no hay sello, los
responsables del cargo tienen que recurrir al agente o al comisariado
para que autorice la gestión y selle de conformidad. Es decir el sello se
convierte en el símbolo de la autoridad y la legitimidad.
El uso de la legalidad en San Marcos Móctum se mueve entre lo que
dice la ley estatal (que pocos conocen y cuya información llega por el
visitador de la Procuraduría Agraria) y lo que son los acuerdos de la
asamblea (que no incluyen el Reglamento Interno), lo que no necesariamente
significa una oposición entre ellos. Se utiliza el discurso de la
ley estatal: como amenaza o como recurso simbólico para justificar el
actuar de las autoridades (como medio de imposición de la ley) y los
acusados (como forma de resistirse a la aplicación de la ley), tal como
lo ha descrito Sierra (cfr. Sierra en este libro). Asimismo los acuerdos
tienen un peso determinado en la resolución de asuntos pues son el referente
para la atención de subsecuentes conflictos y su legitimidad se
construye desde su uso práctico y por el procedimiento interno de su
elaboración.
Según se ha visto la conversión religiosa tuvo un fin práctico para
la resolución del conflicto agrario, permitiendo un distanciamiento con
los de Totontepec, logrando que San Marcos Móctum recuperara sus
tierras y que ya no realizara las fiestas católicas. Es decir, esto planteó
la posibilidad a los de Móctum de construir su propia identidad separada
de la cabecera municipal.
La resolución del conflicto agrario así como el surgimiento de otras
fuentes económicas, está provocando hoy en día que la cuestión agraria
pierda peso como estructuradora del sistema normativo. Seguramente
esto propiciará que las normas que se empiecen a formular tendrán
que ver con otro tipo de asuntos, como es el hecho mismo de la
migración, sin que pierda su importancia la tierra y el territorio como
espacio de reproducción cultural y de aplicación del derecho.
Tal situación se vuelve significativa cuando se comenta por algunos
que las autoridades actuales no son muy competentes, pero como ya
no hay tanto que gestionar y sobre todo, el problema de la tierra ya está