Haciendo Justicia - Acceso al sistema

270 • VICTORIA CHENAUT
tre lógicas culturales y lingüísticas diferenciadas se agrava por el hecho
de que los indígenas desconocen las leyes escritas, procedimientos legales
y lenguaje jurídico.
Estas cuestiones se reflejan en los 48 casos que observé en la AMP y
JP, en 36 de los cuales (75 por ciento) se habló en español con las autoridades,
mientras que en 10 casos (20.83 por ciento) hubo al menos
alguna de las partes que participaban en la entrevista que habló en totonaco,
y en dos casos (4.16 por ciento) carezco del registro correspondiente.
La traducción es realizada por cualquier persona que se encuentre
disponible, como el regidor indígena del ayuntamiento, un acompañante
que venga con el o la declarante, e incluso he observado a niños
de unos 10 años traduciendo a sus madres monolingües. Además, las
traducciones son también realizadas por los indígenas que ya son conocidos
en la localidad debido a su experiencia en estos asuntos; se destacan
en esta actividad dos hombres y una mujer, que también es partera.
Durante mi estancia en Coyutla, el agente del ministerio público
entendía el totonaco por ser originario del municipio de Papantla (ubicado
en la llanura costera), aunque no lo hablaba. Su conocimiento era
limitado, debido a las diferencias que existen en las variaciones dialectales
entre el totonaco de la sierra y el de la costa; pero al menos, le permitía
seguir una conversación cuando no había traductor disponible,
aunque él siempre hablaba en español.
Resulta interesante observar que en el nivel legal del municipio, incluso
cuando los litigantes hablan en español con las autoridades, en determinados
momentos cambian del español al totonaco, por lo que en
el calor de una discusión los actores comienzan a expresarse en este
idioma. Ejemplificaré con un caso que presencié en la AMP, cuando llegaron
dos hombres residentes en una colonia popular de Coyutla. Uno
de ellos solicitaba que el otro le pague un sombrero que le había ensuciado
estando borracho. Comenzaron hablando en español delante del
agente del ministerio público, y mientras la discusión subía de tono y
aparecían otros elementos del conflicto, pasaron a discutir largamente
en totonaco. Cuando al final se produjo un silencio el funcionario, que
estuvo escuchando atentamente les dijo: "Bueno, éya se desahogaron".
Esta pregunta resume la relevancia que adquiere en este medio el idioma
totonaco, como el vehículo que permite de una manera más adecuada
expresar los intereses y emociones de los litigantes.
En el JP me tocó presenciar el caso de un carpintero indígena detenido
en la cárcel municipal por amenazas a un vecino. El conocimien-