Haciendo Justicia - Acceso al sistema

176 • MARÍA TERESA SIERRA
dar de los dramas cotidianos que suelen vivir mujeres nahuas de la Sierra,
sobre todo si no cuentan con el apoyo familiar de sus padres o hermanos,
y mucho menos con recursos económicos para confrontar sus
pleitos. Pero muestra también la existencia de mujeres que en situaciones
límite toman la decisión de no quedarse cruzadas de brazos y encuentran
en la ley la posibilidad de defender sus derechos. Muchas otras
mujeres, tal vez la mayoría, si consideramos el contexto de las mujeres
nahuas en Cuetzalan, y menos aún en Huauchinango, no tienen ni la
fuerza ni la suerte de Antonia.
Los casos analizados permiten constatar que el acceso a la justicia
en el ámbito del Estado pero también de sus comunidades, implica,
aunque sea de manera indirecta, que las mujeres cuestionen costumbres
arraigadas para negociar sus espacios, lo que revela asimismo
cambios en las dinámicas locales y en los roles de género. En esto influye
indudablemente el que muchas mujeres escuchan la radio indigenista,
principal medio de comunicación en Cuetzalan y en la Sierra, en
donde se transmiten periódicamente programas sobre derechos de las
mujeres y experiencias de justicia, pero también el que participen en
los innumerables talleres que continuamente se ofrecen en la región
apoyados por las ONG, como el Cadem y la Maseualsiuamej Mosenyochicauanij,
y otras instituciones, como en su momento el INi. Es de observar
la proliferación de comités y organizaciones de mujeres en las
distintas comunidades de Cuetzalan y la participación activa de muchas
de ellas en proyectos productivos generalmente artesanales, así como
en talleres regionales donde se discute su situación como mujeres y sus
derechos. En estos espacios circulan discursos sobre género provenientes
de diferentes registros nacionales e internacionales, desde los referentes
locales y cotidianos de la salud y la violencia, hasta los discursos
legitimados en la legislación internacional sobre los derechos de las mujeres
así como los referentes a los derechos indígenas, definidos en el
Convenio 169 de la OIT. Si bien el impacto de estos programas es limitado
y no llega a todas las mujeres de las comunidades, hemos podido
constatar que algunas mujeres nahuas representantes de las organizaciones
han conseguido cambios importantes en sus relaciones domésticas,
dÍsputando por su derecho a participar y asistir a reuniones y
eventos dentro y fuera de sus comunidades, lo que sin duda les ha valido
innumerables críticas de sus familiares y vecinos. Tales acciones no
son suficientes para modificar las relaciones de género e impedir la violencia
que suele teñir el ámbito doméstico, no obstante van dejando