Haciendo Justicia - Acceso al sistema

INTERLEGALIDAD, JUSTICIA YDERECHOS' 171
Por último llama la atención una complementación y similitud en
las ideologías de género arraigadas en los funcionarios judiciales municipales
con las que prevalecen en el discurso de las autoridades indígenas.
Es de notar, por ejemplo, que en relación a disputas domésticas, el
agente subalterno del municipio terminaba aceptando acuerdos similares
a los que se llegaban en las comunidades, respecto a las obligaciones
del hombre y la mujer en el matrimonio. Por esta razón si bien se
castiga la violencia del hombre, se apela a justificativos que minimizan
su impacto y se busca convencer a la mujer que lo perdone bajo la justificación
de proteger a los hijos y mantener unida la familia, hecho similar
en las dos instancias de autoridad. Igual sucede cuando se promueve
el matrimonio en demandas planteadas como estupro, sobre todo
en casos de noviazgo. Dichas ideologías se legitiman además en el hecho
de estar reconocidas en la ley, tal como lo hacía ver el agente subalterno:
// ... de acuerdo a la ley comete delito de estupro el hombre que mediante
la seducción o el engaño obtiene la cópula con mujer mayor de
doce y menor de 18 años... También dice la ley que el perdón de la parte
agraviada se da con el matrimonio" (entrev. agente subalterno de
Cuetzalan).
Dicho planteamiento coincide con costumbres vigentes en las comunidades
indígenas según las cuales la fuga de los novios tiende a resolverse
con la formalización del matrimonio.
¿Qué nos revela esta situación respecto a las mujeres y la justicia
El análisis de los casos nos permite constatar que la justicia comunitaria
es efectivamente una instancia central recurrida por las mujeres
nahuas para dirimir sus controversias, muchas de las cuales se refieren
a conflictos con sus parejas. Esta justicia se desarrolla dentro de ciertos
marcos culturales que limitan el alcance de las disputas y su resolución,
de ahí que si bien las mujeres consiguen exponer sus reclamos y ser
atendidas por las autoridades, se confrontan continuamente con modelos
sexogénericos que legitiman la autoridad del hombre y los derechos
sobre su mujer. Al acudir a estos espacios las mujeres buscan generalmente
renegociar sus relaciones al interior de la unidad doméstica, poner
límites a la violencia del hombre, comprometerlo a que cumpla con
sus responsabilidades económicas ante la familia, y lograr hasta un
simple regaño como contrapeso a su actuación. Durante las negociaciones
salen a relucir argumentos recurrentes sobre el deber ser femenino
y masculino lo que es particularmente notorio en el espacio de la
justicia comunitaria, pero también en las instancias municipales: no