Jéssica Cohen Villaverde y José Mª Blanco Navarro
Jéssica Cohen Villaverde y José Mª Blanco Navarro
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Aún cuando en sus inicios el término “crimen organizado”, acuñado<br />
en 1929 por el criminólogo John Ladesco, surge fruto de acciones individuales<br />
propensas a la complicidad en su comisión, si se lleva a cabo un pormenorizado<br />
análisis bibliográfico, en uno u otro territorio, subyace inequívocamente un elemento<br />
común: su funcionamiento no puede ser entendido sin el abrigo de la<br />
corrupción (Lupsha, 2005; Beittel, 2011; Morris, 2013)<br />
La existencia de corrupción, en cualquiera de sus formas, viene derivada<br />
de la pugna por el poder territorial, y de la protección y respaldo que para sus<br />
actividades busca el narcotráfico. En este sentido cabe destacar como ámbitos<br />
institucionales esenciales en el funcionamiento de los estados de derecho la dimensión<br />
política, la policial, la judicial y la penitenciaria.<br />
Si bien, en términos generales, el número de zonas de guerra ha disminuido,<br />
según muestra el Índice de Paz México de 2013 (IPM, 2014) se ha<br />
producido un aumento de la corrupción en todo el país. Ambos indicadores<br />
permiten advertir que, una vez conquistado el terreno, el paso subsiguiente es<br />
interceder en la agenda política local así como obtener libertad de movimientos.<br />
Ambas acciones son imposibles si no se captan personas que se encarguen del desempeño<br />
de estas labores en la esfera pública. Es entonces cuando la corrupción<br />
entra en auge y, como muestran los datos a continuación expuestos, las líneas<br />
que distancian el estado y el crimen organizado se desdibujan y los intereses del<br />
crimen organizado pasan a protegerse por encima de los de los ciudadanos.<br />
Según el índice de Percepción de la corrupción de Transparencia Internacional<br />
(IPC), México se sitúa en el puesto 105 de 176. Dato que viene a<br />
reafirmar la hipótesis expuesta de coexistencia del crimen organizado junto a<br />
la corrupción. Respecto a la policía, el nivel promedio de corrupción percibido<br />
(dónde 5 = extremadamente corrupto y 1 = nada corrupto) obtiene una puntuación<br />
de 4.54, considerándose así como altamente corrupta.<br />
Respecto al sistema judicial, la problemática también es evidente. El<br />
indicador de eficiencia judicial muestra una cifra de homicidios que no finalizan<br />
en condena de más del 90% en algunos estados. Este dato puede ser debido a<br />
una sobrecarga del sistema judicial nutrida por la elevadísima tasa de homicidios<br />
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