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2 - Gnostic Liberation Front

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En los tiempos inmediatamente posteriores al final de la guerra no se creía en el suicidio de Hitler en el Bunker. En<br />

una encuesta realizada en 1947, en los Estados Unidos, el sesenta por ciento de los encuestados afirmaba creer<br />

que Hitler estaba aún vivo. Varios libros se publicaron haciéndole aparecer en el Tibet, o en la Antartica. La guerra<br />

visible terminó en 1945; aún en 1956 se seguían publicando artículos sobre el tema. Conservo en mi poder un<br />

periódico de la India en el que se afirma que Hitler estaba en el Tibet. También la muerte de Subhash Chandra<br />

Bose, el líder hindú del Partido del Congreso, que estuvo con Hitler hasta el final, se cuestionaba, y hay quien<br />

sigue creyendo que no murió, que se encuentra en alguna parte del mundo con el Führer. Todo es vago. De las<br />

"encarnaciones" o representaciones en tono menor del Arquetipo, sobre el único que positivamente se conoce que<br />

aún vive, es de León Degrelle, el jefe del "Rexismo" belga. Mussolini, Codreanu, Primo de Rivera, Doriot, Jorge<br />

González von Marees, murieron. Con Degrelle me he encontrado más de una vez. Conocí también al coronel Otto<br />

Skorzeny. Muchos ya ni sabrán quién fue Skorzeny. Se hallaba en otro plano que los anteriores. Fue sólo un oficial<br />

extraordinario, de los "Comandos Especiales" de las Waffen SS, un hombre de acción, un guerrero. Su hazaña<br />

más celebrada fue el rescate de Mussolini en la cumbre del Gran Sasso, donde le tenían prisionero los militares de<br />

Badoglio, al final de la guerra. También actuó en la ofensiva de las Ardennes, como jefe de un Comando que se<br />

hizo pasar por norteamericano y sembró la confusión en el enemigo, dando órdenes contradictorias. Como la<br />

ofensiva fue planeada hasta en sus menores detalles por el Führer, él sólo obedecía sus órdenes. Degrelle<br />

también tomó parte en esta ofensiva y Peiper, ese brillante y heroico coronel SS, quien fuera asesinado en<br />

Francia, después de cumplir una larga prisión, para impedirle la publicación de sus memorias. Otto Skorzeny<br />

estuvo también en la batalla por la defensa del Vístula, demostrando su capacidad de estratega y táctico. Esperó<br />

luego en Berchtesgaden el arribo del Führer, pensando librar allí la última batalla y morir junto a él. Cuando todo<br />

hubo terminado, se entregó como prisionero a los norteamericanos. Cuenta en sus libros que la pregunta obsesiva<br />

que sus interrogadores le hicieron —one truck minder— era: "¿Dónde llevó a Hitler, dónde le ocultó?". De<br />

Skorzeny podía creerse todo. ¿Quién mejor para sacar a Hitler de Berlín y llevarlo a algún lugar secreto de la<br />

tierra? Así pensaban los aliados occidentales. Pero Skorzeny no lo sabía y tampoco pensaba que Hitler estuviera<br />

vivo. Fueron y son los alemanes los que menos han creído en la supervivencia física de su Führer. Los alemanes<br />

no mienten, menos podrán creer que sus jefes les mientan, que Doenitz lo haya hecho. Como siempre, son los<br />

últimos en llegar, porque son lentos, pero cuando lo hacen, allí se quedan. Entonces, son capaces de elevarse<br />

hasta cumbres que ningún otro podrá alcanzar. Hoy, los alemanes, poco a poco, están llegando a la vivencia de<br />

la no muerte del Führer, de su regreso y resurrección.<br />

¿En poder de quién estuvo conocer y descubrir la verdad de lo sucedido en el Bunker? De los rusos. Llegaron allí<br />

los primeros. ¿Qué encontraron? Más de diez cadáveres (catorce se ha dicho) repartidos en la vecindad,<br />

semicarbonizados, todos con restos de uniformes iguales a los de Hitler. Stalin declaró al Secretario de Estado<br />

norteamericano de aquellos días, Cordell Hull: "Hitler no ha muerto, está vivo en alguna parte. No hemos<br />

encontrado el cadáver que pueda asegurarnos de su muerte". Años después, los rusos han tratado de desdecirse,<br />

presentando pruebas falsas e in-satisfactorias. Todo esto ya lo hemos comentado en "El Cordón Dorado". Esas<br />

extrañas declaraciones de Stalin pueden haber sido un punto más en su contra para precipitar la acción de los<br />

médicos judíos y de la "medicina" que le aplicaron. La medicina "anti-culto de la personalidad". Y Stalin se acabó,<br />

y nada más de él quedará en el ámbito de la historia, como de Roose-velt, como de Churchill.<br />

Que los norteamericanos creyeron a Stalin, se comprueba en la poderosa expedición militar y naval que enviaran<br />

a la Antartica, bajo el comando del Almirante Richard Byrd, en 1946. Sobre todo esto me he extendido en detalle<br />

en "El Cordón Dorado". Los aliados estaban seguros de que Hitler se encontraba en alguno de los misteriosos<br />

oasis de aguas templadas, descubiertos por la expedición alemana del capitán Alfred Ritscher, en las tierras<br />

antarticas de la Reina/Maud, en 1938. ¿Sería éste el "paraíso terrenal" del Almirante Doenitz?/¿Habrían<br />

descubierto los submarinos el paso secreto, que bajo los hielos une ambos polos? ¿Y la entrada a la "tierra<br />

hueca", al "otro mundo", a la "otra tierra" inexpugnable?<br />

El Almirante Doenitz se habrá llevado a la tumba el secreto, si en verdad lo conocía. Y si lo reveló a sus captores,<br />

ya no importaba. Paradesha es inexpugnable, siempre lo fue, gracias a los vimanas y a la otra ciencia de<br />

Hiperbórea.<br />

Después de cuarenta años del final de Berlín, se ha venido a hacer un descubrimiento inquietante, revelado por la<br />

publicación del "Chriemgau Zeitung", de Rosenheim, en el sur de Alemania, con fecha reciente del 2 de diciembre<br />

de 1983. A causa de una explosión en un sector de Berlín, se ha hecho visible toda una red de calles y pasillos<br />

subterráneos que, partiendo de la Cancillería de Hitler, conectaban un sistema de Bunkers, yendo a terminar en el<br />

aeródromo de Tempelhof. Se desconoce aún su extensión, pues los pasillos se hallan bloqueados por muros de<br />

cemento muy espesos, además que parecieran estar repletos de armamentos y explosivos acumulados allí al<br />

finalizar la guerra en Berlín. La explosión fue causada por éstos. Según el periódico, algunos habitantes de la<br />

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