2 - Gnostic Liberation Front

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05.11.2012 Views

timbaleros dirigen los caballos sólo con la presión de sus piernas, pues ocupan sus manos en golpear sus grandes tambores. (Nosotros, en Chile, conocemos bien esto, o lo conocíamos, pues nuestra caballería hacía lo mismo y nuestra infantería aún marcha con el goose step, por suerte.) Mussolini no ocultaba su emoción estética en el espectáculo y, al volver a Italia, impuso el goose step en el ejército italiano. En verdad, este paso de marcha es lo más impresionante que se pueda ver... En Comparación con Mussolini, Hitler me dio la impresión de una suerte de armazón ("scapffolding") un andamio de madera cubierto con ropa, un autómata con una máscara, como un "robot", o con la máscara de un "robot". Durante la total ceremonia de la parada militar jamás sonrió; se mantuvo huraño. No mostró un signo humano. Su expresión era inhumana, la de un ser con un propósito continuo, sin sentido del humor. (¡El humor..! Algo de que hacen tanto uso los seres del Kali-yuga, y el Demonio...) Hitler parecía el doble de una persona real (he subrayado esto por su importancia) al igual que si Hitler, el hombre, estuviera dentro, como un apéndice, deliberadamente oculto para no perturbar el mecanismo". "¡Qué extraordinaria diferencia entre Hitler y Mussolini! Con Mussolini uno siente que se encuentra junto a un ser humano. Con Hitler uno se espanta ("scared"). Se sabe que jamás se podrá conversar con ese hombre; porque no hay nadie allí. No es un hombre, es una colectividad. No es un individuo; es una total nación. (Un Tulku, con palabras antiguas y sacras). Yo acepto como literariamente verdadero que él no tiene amigos personales. Uno no puede explicarse a Hitler por medio de un contacto personal, como no se puede explicar una obra de arte examinando la personalidad del artista. La gran obra de arte es el producto del total mundo donde el artista vive y de los millones de personas que le rodean y de las miles de corrientes de pensamientos... Mussolini puede encontrar un sucesor; pero no veo quien pueda reemplazar a Hitler..." "Hitler no se puede casar. Si se casara, dejaría de ser Hitler. No me admiraría si él hubiese sacrificado su vida sexual por la causa". Todas estas declaraciones de Jung son tan excepcionales que deberemos volver más de una vez sobre ellas. Continúa Jung: "La verdadera pasión de Hitler es Alemania. Esto significa, a la vez, que él se encuentra dominado por una Idea. La Idea es siempre femenina. La mente es una mujer, porque la cabeza, el cerebro, es creador, como el seno materno. El Inconsciente del hombre es femenino (anima), el de la mujer, masculino (animus)". "Hitler no tiene ambiciones personales. Sus ambiciones van mucho más allá de las del hombre corriente... El poder de Hitler no es político, es mágico. (El subrayado aparece esta vez en el original.) Para entender este término es necesario saber lo que el Inconsciente es. Es la parte de nuestra constitución mental sobre la que no tenemos casi ningún control, que contiene pensamientos y aun conclusiones sobre las que no somos conscientes... El secreto de Hitler no es que él tenga un inconsciente más poderoso, más lleno de pensamientos y recuerdos que el de otros hombres, sino su secreto se halla en que su inconsciente tiene un extraordinario acceso a su conciencia y que él le permite que le domine y le mueva. (El Maestro diría: "Voluntariamente traspasa la energía al cuerpo astral".) Es como un hombre que escuchara atentamente una susurrante voz que le llega desde una misteriosa fuente. Y actúa de acuerdo con ella. Nosotros tenemos demasiada racionalidad para obedecerla. Perp Hitler la escucha y obedece. El verdadero líder siempre es guiado. El mismo Hitler se ha referido a su Voz. Por esto tiene siempre la razón sobre todos sus consejeros y la opinión de los observadores extranjeros. Esto es porque la información acumulada por su inconsciente y que llega a su conciencia, por medio de su excepcional talento, ha sido más correcta que la de todos los que alcanzan otras conclusiones que las de él. Hitler no puede dejar de obedecer a su Voz. Cuando anunció en el "Sport Palace" la invasión de Checoslovaquia, la voz del Hitler humano tembló. ¿Qué hombre no habría sentido miedo en ese instante, al tomar la decisión que podría comprometer el destino de millones? Sin embargo la Voz le ordenaba seguir adelante. Y él tenía que obedecerla... Hitler es como Mahoma, es el Mesías de Alemania, que enseña la virtud de la espada. El espíritu de la Alemania Aria debe ser apoyado por la espada... El carácter religioso del hitlerismo se pone de relieve por el hecho de que las comunidades alemanas a través del mundo han adoptado el hitlerismo, a pesar de estar tan distantes del poder de Berlín. Miremos a Sudamérica, especialmente las comunidades alemanas en Chile... Si Hitler habla gritando se debe a que debe hacerlo así, porque a través de él se expresa el Inconsciente Colectivo de su raza. Su voz es, por lo menos, la de setenta y ocho millones de alemanes. Tiene que gritar, aun en conversación privada... La Voz que él oye es la del Inconsciente Colectivo, especialmente la del Inconsciente Colectivo de su raza; pero también de muchos ingleses, franceses y hasta checos, que sienten admiración por él, además del miedo". En el diario "The Observer", de Londres, en octubre de 1936, Jung declara: "La política alemana no es hecha, es revelada a través de Hitler. El es la Voz de los Dioses... Hitler gobierna por revelaciones. Por esto la sensibilidad exagerada de los alemanes ante la crítica o ataque a su líder. Es una Masfemia para ellos, porque Hitler es su Oráculo... Cuando Hitler fue presionado por otras naciones para que no se retirara de la 'Liga de las Naciones', se aisló por tres días en su refugio, y, luego, sin ninguna explicación, dijo: 'Alemania debe retirarse'. Esto es una revelación". "En Alemania se trabaja hoy por la creación de una aristocracia. Los SS están siendo transformados en una casta de caballeros (como los Caballeros Teutónicos y los Templarios) que* gobernarán a sesenta millones de 70

alemanes... Sin la idea de una aristocracia no hay posible estabilidad. Ustedes, en Inglaterra, deben al gentleman la posesión del mundo". Nunca, en nuestro tiempo, con el lenguaje de nuestro tiempo, se ha escrito así sobre Hitler, nadie le ha analizado con esta capacidad de penetrar las profundidades. Quiero pensar que Jung no pudo ir más lejos aún, porque se perdió la guerra. De este modo, se encontraba imposibilitado para desarrollar en la justa medida su teoría de los dos Inconscientes Colectivos, del "sonambulismo" de Hitler y de la Voz que él escuchaba. También sobre el inconsciente femenino del hombre y el inconsciente masculino de la mujer. Quiero creer que Jung sabía, porque tal vez de allí lo tomara, que el Inconsciente Colectivo no es más que la "memoria de la sangre" de los antiguos Minnesanger, de los trovadores iniciados germanos que la cantaban; la Minnetrinken, o los Minnetrinker, que la bebían; o la Mannerbunde, la Orden de camaradas que la intercambiaban. Y la Espada llamada "Memoria de la Sangre" de los Caballeros del Gral. Porque la "memoria de la sangre" es el río de las imágenes que circulan eternamente en la luz del Sol Negro y se reproducen en el cuerpo astral. Esto, y no otra cosa, es lo que Jung ha nombrado con palabras de la jerga del psicoanálisis judaico, del que intentara liberarse en su ruptura con Freud. Del mismo modo, el "inconsciente femenino" y el "inconsciente masculino", el anima y el animas, son traducción a un lenguaje organicista de lo que los esotéricos vienen diciendo desde siempre, que el "cuerpo del deseo" del hombre es femenino y el de la mujer, masculino. En cuanto a la posesión de Hitler por un Arquetipo, su análisis adquiere una importancia sin límites. Jung dice: "parece ser el doble de una persona real, como si Hitler, el hombre, estuviera dentro, al igual que un apéndice, deliberadamente oculto, para no perturbar el "mecanismo". Aquí nos es permitido, gracias a esta excepcional descripción de un hombre que vio a Hitler de muy cerca, como nos lo declara, poder conectar su análisis con las reflexiones que sobre la manifestación del Arquetipo Hiperbóreo hemos venido haciendo en estas páginas. Dejamos en claro que el mismo término "arquetipo" lo hemos tomado de Jung, desde un principio, a la espera de alcanzar este punto en que ahora nos encontramos. Como a todo lo anterior, también preferimos darle a este término su significado antiguo, de Idea, o Entelequia, con el alcance que para Platón tuviera. E ir aún más lejos, identificándolo con los Dioses del germanismo, como realmente entendemos esa "expresión del Inconsciente Colectivo Ario", es decir, "de la Memoria de la Sangre Aria". El Dios de los arios se estaría expresando a través de Hitler gracias a que él, premeditadamente, desaparece como individuo, como hombre, como ser humano, para encarnar ese Dios, para dejar que hable, para escuchar su Voz, en "su sangre", y permitir que El lo maneje por intermedio del "instrumento de sus genes", por así decir. Hitler, valiéndose de la técnica de una Iniciación, desaparece "como un apéndice", se oculta a sí mismo, para no perturbar "el mecanismo" de la Revelación. Por ello, mi Maestro decía que Hitler era un iniciado. Porque esto y no otra cosa es la Iniciación. Descubrir la clave, la ciencia, que permita ser poseído por "su" Dios. "Morir para que El viva". Y es muy posible que ese Dios seamos nosotros mismos. El "Cuerpo Astral con un Rostro", el "Hijo del Hombre". No un "yo"; muchos: NOS. Por eso Hitler también sería un Dios. Y si Jung no lo reconoció, yo si. Triste es que pueda sucedemos lo que al pastor que buscaba a Krish-na por los valles y las cumbres himaláyicas. Un día, Krishna pasó junto a el y el pastor no lo reconoció. Y por eso cantaba, sollozando: "He perdido mi corazón en el camino y no lo he encontrado nunca más..." Jung no se equivocó cuando afirmó que Hitler podía impresionar a otros pueblos, además de los alemanes, por representar el Inconsciente Colectivo Ario. (Entrevista de Howard L. Phip, en "The Psychologist", de Londres, en mayo de 1939.) Otros hombres son igualmente impresionados por su presencia. Ya en su tiempo, hemos visto que esto fue así; extranjeros que no entendían el alemán fueron literalmente transportados por sus discursos. Hombres y mujeres ingleses, norteamericanos, franceses, belgas, sudamericanos. León Degrelle no era alemán, ni Doriot, ni el mismo Mussolini. En cuanto a Chile, sería errado afirmar que únicamente las minorías alemanas del sur le fueron adictas. Ya hemos visto lo que sucedió con el nazismo chileno, el brasileño y tantos otros. Sin ir más lejos, yo mismo. Y en Noruega, Knut Hamsun, y en Norteamérica, Ezra Pound. Esto, mientras Hitler estuvo en la superficie de la tierra. Hoy, después de cuarenta años de su desaparición, es más aún. Su figura se agiganta en el Mito, a pesar de todo lo que se hace por evitarlo. Aún los que le atacan le admiran, pues este ataque es una forma de la fascinación. Y es aquí donde hay que centrarse, porque esto no tiene una explicación racional. Si Jung pudo creer, a veces, que el hitlerismo sólo representaba una religión nacional de Alemania, se ha equivocado, pues su "religión" es de carácter universal. Tiene todos los ingredientes míticos y arquetípicos para ello, como lo iremos comprendiendo. El pueblo alemán es sólo su mejor vehículo. Nada se puede contra esto. El mismo ejemplo del origen del cristianismo nos ilustra. Los romanos hicieron todo lo posible por evitar el contagio. Fue en vano. También Jung, en la misma entrevista que hemos reproducido en parte, establece una comparación entre el pueblo judío y el alemán: "Los judíos, después del primer cautiverio dé Babilonia y más tarde, con la amenaza romana de hacerlos desaparecer de la tierra, desarrollan un "complejo de inferioridad", según Jung e "inventan, como compensación, la idea de un Mesías, que vendrá a entregarles todos los frutos de este mundo. También los 71

alemanes... Sin la idea de una aristocracia no hay posible estabilidad. Ustedes, en Inglaterra, deben al gentleman<br />

la posesión del mundo".<br />

Nunca, en nuestro tiempo, con el lenguaje de nuestro tiempo, se ha escrito así sobre Hitler, nadie le ha analizado<br />

con esta capacidad de penetrar las profundidades. Quiero pensar que Jung no pudo ir más lejos aún, porque se<br />

perdió la guerra. De este modo, se encontraba imposibilitado para desarrollar en la justa medida su teoría de los<br />

dos Inconscientes Colectivos, del "sonambulismo" de Hitler y de la Voz que él escuchaba. También sobre el<br />

inconsciente femenino del hombre y el inconsciente masculino de la mujer. Quiero creer que Jung sabía, porque<br />

tal vez de allí lo tomara, que el Inconsciente Colectivo no es más que la "memoria de la sangre" de los antiguos<br />

Minnesanger, de los trovadores iniciados germanos que la cantaban; la Minnetrinken, o los Minnetrinker, que<br />

la bebían; o la Mannerbunde, la Orden de camaradas que la intercambiaban. Y la Espada llamada "Memoria de<br />

la Sangre" de los Caballeros del Gral. Porque la "memoria de la sangre" es el río de las imágenes que circulan<br />

eternamente en la luz del Sol Negro y se reproducen en el cuerpo astral. Esto, y no otra cosa, es lo que Jung ha<br />

nombrado con palabras de la jerga del psicoanálisis judaico, del que intentara liberarse en su ruptura con Freud.<br />

Del mismo modo, el "inconsciente femenino" y el "inconsciente masculino", el anima y el animas, son traducción<br />

a un lenguaje organicista de lo que los esotéricos vienen diciendo desde siempre, que el "cuerpo del deseo" del<br />

hombre es femenino y el de la mujer, masculino. En cuanto a la posesión de Hitler por un Arquetipo, su análisis<br />

adquiere una importancia sin límites. Jung dice: "parece ser el doble de una persona real, como si Hitler, el<br />

hombre, estuviera dentro, al igual que un apéndice, deliberadamente oculto, para no perturbar el "mecanismo".<br />

Aquí nos es permitido, gracias a esta excepcional descripción de un hombre que vio a Hitler de muy cerca, como<br />

nos lo declara, poder conectar su análisis con las reflexiones que sobre la manifestación del Arquetipo Hiperbóreo<br />

hemos venido haciendo en estas páginas. Dejamos en claro que el mismo término "arquetipo" lo hemos tomado<br />

de Jung, desde un principio, a la espera de alcanzar este punto en que ahora nos encontramos. Como a todo lo<br />

anterior, también preferimos darle a este término su significado antiguo, de Idea, o Entelequia, con el alcance que<br />

para Platón tuviera. E ir aún más lejos, identificándolo con los Dioses del germanismo, como realmente<br />

entendemos esa "expresión del Inconsciente Colectivo Ario", es decir, "de la Memoria de la Sangre Aria". El Dios<br />

de los arios se estaría expresando a través de Hitler gracias a que él, premeditadamente, desaparece como<br />

individuo, como hombre, como ser humano, para encarnar ese Dios, para dejar que hable, para escuchar su Voz,<br />

en "su sangre", y permitir que El lo maneje por intermedio del "instrumento de sus genes", por así decir. Hitler,<br />

valiéndose de la técnica de una Iniciación, desaparece "como un apéndice", se oculta a sí mismo, para no<br />

perturbar "el mecanismo" de la Revelación.<br />

Por ello, mi Maestro decía que Hitler era un iniciado. Porque esto y no otra cosa es la Iniciación. Descubrir la clave,<br />

la ciencia, que permita ser poseído por "su" Dios. "Morir para que El viva". Y es muy posible que ese Dios seamos<br />

nosotros mismos. El "Cuerpo Astral con un Rostro", el "Hijo del Hombre". No un "yo"; muchos: NOS. Por eso Hitler<br />

también sería un Dios. Y si Jung no lo reconoció, yo si.<br />

Triste es que pueda sucedemos lo que al pastor que buscaba a Krish-na por los valles y las cumbres himaláyicas.<br />

Un día, Krishna pasó junto a el y el pastor no lo reconoció. Y por eso cantaba, sollozando: "He perdido mi corazón<br />

en el camino y no lo he encontrado nunca más..."<br />

Jung no se equivocó cuando afirmó que Hitler podía impresionar a otros pueblos, además de los alemanes, por<br />

representar el Inconsciente Colectivo Ario. (Entrevista de Howard L. Phip, en "The Psychologist", de Londres, en<br />

mayo de 1939.) Otros hombres son igualmente impresionados por su presencia. Ya en su tiempo, hemos visto<br />

que esto fue así; extranjeros que no entendían el alemán fueron literalmente transportados por sus discursos.<br />

Hombres y mujeres ingleses, norteamericanos, franceses, belgas, sudamericanos. León Degrelle no era alemán,<br />

ni Doriot, ni el mismo Mussolini. En cuanto a Chile, sería errado afirmar que únicamente las minorías alemanas del<br />

sur le fueron adictas. Ya hemos visto lo que sucedió con el nazismo chileno, el brasileño y tantos otros. Sin ir más<br />

lejos, yo mismo. Y en Noruega, Knut Hamsun, y en Norteamérica, Ezra Pound. Esto, mientras Hitler estuvo en la<br />

superficie de la tierra. Hoy, después de cuarenta años de su desaparición, es más aún. Su figura se agiganta en el<br />

Mito, a pesar de todo lo que se hace por evitarlo. Aún los que le atacan le admiran, pues este ataque es una forma<br />

de la fascinación. Y es aquí donde hay que centrarse, porque esto no tiene una explicación racional. Si Jung pudo<br />

creer, a veces, que el hitlerismo sólo representaba una religión nacional de Alemania, se ha equivocado, pues su<br />

"religión" es de carácter universal. Tiene todos los ingredientes míticos y arquetípicos para ello, como lo iremos<br />

comprendiendo. El pueblo alemán es sólo su mejor vehículo. Nada se puede contra esto. El mismo ejemplo del<br />

origen del cristianismo nos ilustra. Los romanos hicieron todo lo posible por evitar el contagio. Fue en vano.<br />

También Jung, en la misma entrevista que hemos reproducido en parte, establece una comparación entre el<br />

pueblo judío y el alemán: "Los judíos, después del primer cautiverio dé Babilonia y más tarde, con la amenaza<br />

romana de hacerlos desaparecer de la tierra, desarrollan un "complejo de inferioridad", según Jung e "inventan,<br />

como compensación, la idea de un Mesías, que vendrá a entregarles todos los frutos de este mundo. También los<br />

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