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2 - Gnostic Liberation Front

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elaciones diplomáticas con Alemania. Deberé relatar aquí la trampa en que mis amigos me hicieron caer. Me<br />

explicaron que la decisión debería ser tomada en Buenos Aires, por el Ministro Consejero de la Embajada<br />

alemana, von Pohammer.<br />

Viajé a Buenos Aires, donde fui recibido por los camaradas argentinos de esa época: Oses, director de "El<br />

Pampero", Ferrando, de la firma Lutz Ferrando, y otra gente antigua y noble de Entre Ríos. Me dirigí a la<br />

Embajada a ver a Pohammer, quien me esperaba. La consigna que me dieran fue decirle que le había conocido<br />

en Chile, donde él también estuvo como diplomático. Yo no le había conocido, por supuesto; pero me aseguraron<br />

que sería la frase clave, "porque von Pohammer tenía muy mala memoria". Y así lo hice, con el resultado de que<br />

esa frase fue realmente clave para cerrarme las puertas. Porque von Pohammer tenía una memoria de elefente y<br />

sabía que no nos habíamos visto nunca.<br />

Creo que mis amigos lo hicieron a propósito, para salvarme, porque ellos también sabían que la guerra se<br />

perdería ya y querían que yo viviera.<br />

Quise ir a la guerra, a pesar de estar recién casado y mi mujer esperando su primer hijo. Ella nunca tuvo buena<br />

salud y seguramente también habría muerto en el Berlín de esos años de la gran catástrofe. Pero me seguía<br />

ciegamente, sin importarle su seguridad. ¡Mujer extraordinaria, gran madre! Debo brindarle aquí mi tributo de<br />

admiración, porque entonces ella también amaba a nuestro Führer. Convivió con los camaradas, sufriendo con<br />

las derrotas y alegrándose con los triunfos.<br />

Diez años después, volví a encontrar a von Pohammer en Bombay, como Cónsul General de la Alemania Federal.<br />

Sin duda, le habían degradado. De nada hablamos; pero estoy seguro que, con "su mala memoria", se acordaba<br />

de todo perfectamente.<br />

EL SEÑOR DE LAS TINIEBLAS<br />

A la Gran Guerra le debo haber editado "La Nueva Edad" y a esta publicación los dos acontecimientos más<br />

importantes de mi existencia terrestre: el conocimiento del problema judío y mi Iniciación, con la consiguiente<br />

revelación del Hitlerismo Esotérico. Por esto estoy infinitamente agradecido de la guerra. En verdad, es a Hitler a<br />

quien debo todo, porque él fue el Revelador dentro de esta guerra. Gracias a él también conocí al Maestro,<br />

llegando a ser un iniciado. Tras esta confesión, espero que nadie se admire de mi lealtad de por vida a ese Ser<br />

superior, a quien debo tanto. Pertenezco —en el Eterno Retorno— a sus huestes de guerreros sacros, a su Ultimo<br />

Batallón, a la Wildes Heer, a la Horda Furiosa de Wotan.<br />

Del problema judío, como casi todos los de mi generación en Chile y también del mundo, no sabía nada.<br />

Puntualizo: de mi generación, porque personas más antiguas que nosotros, sí sabían. Ya el genial Nicolás<br />

Palacios, en 1904, publica su libro "Raza Chilena", advirtiendo sobre el peligro judío. El que no conozca este<br />

problema no podrá saber nada de la historia de la humanidad, aseguraba. Para poder apreciar las bondades o<br />

peligros de una teoría filosófica o científica, se haría necesario preguntarse primero por el origen racial de su<br />

creador, escribía. Si es judío, esa teoría deberá ser falsa y dañina para los no judíos.<br />

A fines del siglo pasado, el Conde de Gobineau publica su gran obra, "La Desigualdad de las Razas Humanas".<br />

Es más importante que todos los volúmenes de Spengler sobre la decadencia de Occidente, porque ahí se explican<br />

las causas de la decadencia de las civilizaciones, que Spengler deja en la nebulosa de unos ciclos<br />

orgánicos entrópicos.<br />

A propósito de Palacios, que va más lejos que Gobineau, ¡cuánta verdad hay en su afirmación de que se debe<br />

indagar por el origen racial de los autores de las teorías y concepciones del mundo, para decidir sobre su validez!<br />

Si los chilenos aún lo leyesen, podrían haber sido advertidos a tiempo sobre el judío Milton Friedman y su siniestra<br />

teoría del consumismo monetarista, aplicada aquí hasta sus últimas consecuencias por sus discípulos de la<br />

"Escuela de Chicago".<br />

La verdad absoluta no existe, desde Kant se sabe que la "cosa en sí", el "objeto en sí", es inalcanzable con la<br />

razón pura. Digo desde Kant, por decir algo. Porque en verdad esto ya lo sabían mucho mejor los antiguos<br />

filósofos de la India aria. Así, el mundo es "voluntad y representación". Cada uno se lo representa según su<br />

voluntad, la que nunca depende de su razón, ni de lo que él quiere con su razón. Aunque así lo crean, especialmente<br />

hoy. Ha sido Jung quien nos ha entregado la fórmula para poder expresar esto en el presente. Su teoría de<br />

los Inconscientes Colectivos viene en nuestra ayuda. Es desde aquí y las diferentes formas de expresión o de<br />

en-frentamiento de los Arquetipos, de donde podemos comenzar a entender mejor lo que Palacios quería<br />

decirnos. Si existe una Inconsciente Colectivo Ario y otro Inconsciente Colectivo Judío, las concepciones del<br />

mundo que de ahí se desprendan, como "voluntad y representación", lo incluyen todo, hasta la ciencia, el arte, la<br />

filosofía, la religión y la tecnología, debiendo ser distintas, en su punto de partida, su dirección y las finalidades a<br />

las que tienden. El ejemplo más cercano y que mejor ilustra esto, sería la ruptura entre las concepciones<br />

psicológicas del ario Jung y del judío Freud, precisamente. La separación no se produjo en forma racional, por<br />

voluntad consciente de cada uno, sino porque sus Inconscientes Colectivos poderosos los arrastraron. Sus<br />

concepciones del mundo eran opuestas, con sus marcas indelebles de producción, por así decir. El Inconsciente<br />

Colectivo Ario une, tiende a completar, a concebir el unus mundus, la totalidad del ser humano, divinizándolo. No<br />

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