2 - Gnostic Liberation Front
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Por perdidos caminos, por estrechos senderos, junto a torrentes helados y montes cubiertos por una extraña niebla, a través de selvas y espesuras, Parzival avanza solitario. Duerme bajo coberturas de ramas, o en cuevas que le protejan del frío y de la nieve. No sabe dónde se encuentra ni si progresa o si únicamente va girando en torno. Mientras tanto, el Rey Arturo y su séquito han salido de caza. Uno de sus más bellos halcones se ha extraviado y llega a posarse sobre la rama de un árbol en la misma selva donde se encuentra Parzival. Esa noche es muy fría y ambos luchan contra "el abrazo de la Virgen de los Hielos" que se les acerca al corazón, hasta el amanecer. Parzival sale del refugio y ve que los rayos de un sol frío y transparente caen a través de las verdes ramas. Vuelve a iniciar la marcha y el halcón le va siguiendo. Llegan así a un claro donde las ramas de los grandes árboles forman una cúpula como de una catedral románica. Muchas ocas han venido allí a pararse en busca de los rayos del sol matinal. El halcón cae sobre ellas, disparado como una flecha. Una de las ocas ha sido gravemente herida y tres rojas gotas de su sangre se derraman sobre la nieve. Parzival se queda extático, como en trance. Mira esas tres rojas gotas sobre el blanquísimo manto de la nieve. Se baja de su caballo, se sienta allí y se queda contemplándolas. " ¡Ah", se dice. "¿Quién ha hecho esto? ¡Condwiramurs, la tintura de este color es como el de tu piel! ¡Blanco como la nieve, rojo como el rojo de tus labios! ¡Sean las criaturas de Dios benditas por haber reproducido tu brillante imagen! La nieve entregando su blancura a la sangre y la sangre enrojeciendo el blanco... ¡Condwiramurs, tu pura imagen se halla reflejada aquí en la selva...!" Y el héroe toma en su dedo dos de las gotas y las pone en sus mejillas. Luego deposita una tercera sobre su mentón. Y es así como el amor inmenso que él siente por su reina de Bel-repeire (recordemos este nombre) y la nostalgia y el deseo, revividos ante la imagen reproducida en la blanca nieve y en la roja sangre, hacen que Parzival alcance un estado de suprema autoconciencia y caiga en profundo trance. Se queda ahí inmóvil, como una estatua. Y es así, en ese extático estado, que Parzival tiene dos combates con caballeros que le desafían y a los que vence, haciendo uso de la Lanza de Troya (guardemos también este nombre), que ha encontrado en la celda de un eremita. Tras las justas, de inmediato vuelve a caer en ese sueño despierto, ante la sola contemplación de la sangre sobre la nieve. Y así habrá de quedarse hasta que Gawan venga y haga desaparecer esas gotas rojas cubriéndolas con su capa. El también ha tenido experiencias con el Dios Amor y sabe de su poder sobre las almas. Los caballeros con que Parzival ha combatido en trance de Amor son Segramors y Keie. Un día Parzival vuelve a encontrar a Sigune. Ella vive en penitencia de amor, en una ermita del bosque, que es una caverna junto a una vertiente. Ahí ha sepultado el cadáver de su amado, muerto en justa caballeresca. Una vez a la semana, el día sábado^Cundrie, la bruja, viene a verla montada en una muía y le trae alimento del Gral. Sigune porta sólo un anillo, el de su amado muerto. La conversación entre Sigune y Parzival es muy bella. Ella descubre que es su primo, porque Herzeloyde, la madre de Parzival, es su tía y es la hermana de Anfortas, el Rey del Gral. Le dice: "Un torrente que surge de mi corazón y de mis ojos protege la fortaleza de mi amor". (Como los fosos de agua a un castillo). Parzival trata de conocer la naturaleza del Gral. Por ello ha abandonado a su esposa, lo ha dejado todo, ha tomado sus Dos Espadas y la Lanza de Troya, se ha marcado con la sangre roja sobre la nieve (como un copihue rojo sobre un témpano de la Antartica a la deriva) y ha ido en peregrinación y empresa de guerra, para llegar a conquistarlo. Ahora quiere saber más sobre el amor que es capaz de vencer a la muerte. Sobre el A-Mor. "Guardo este anillo de compromiso", dice Sigune, "en recuerdo de un hombre amado, de cuyo amor nunca tomé posesión por acto humano. Y a pesar de ello, mi corazón de mujer casta me impulsa a amarlo. Aquí adentro yo tengo al hombre cuyo anillo he usado desde que fuera muerto en una justa y yo le daré amor a través de los días sin felicidad que aún me restan. Es el amor verdadero el que yo le reservo, porque él combatió para ganar, respetando las Leyes de la Caballería, con lanza y escudo, hasta morir en mi servicio de Amor. Yo soy una virgen no desposada. Sin embargo, frente a Dios él es mi esposo. Si los pensamientos son capaces de producir hechos reales, entonces yo no tengo ninguna secreta oposición que pueda impedir nuestras bodas. Su muerte hirió mortalmente mi vida. Así, este Anillo, signo de una verdadera Boda, asegurará mi pasaje hacia Dios. El torrente de lágrimas emanado de mi corazón y de mis ojos guarda mi eterno Amor. Los dos estamos aquí dentro de este recinto. El, Schionatulander, es uno, yo soy la otra...". Parzival y Sigune se reconocen, y ella le demanda si ha hecho la pregunta al Gral. El le cuenta su desgracia y le pide indicarle el camino a Munsalvaesche. Sigune le aconseja seauir las huellas de la muía de Cundrie, la bruja. 334 SCHASTEL MARVEILE
Mientras tanto, Gawan avanza en una aventura paralela. Un día llega junto a un río, a la vista de un extraordinario castillo. El botero que le ayuda a cruzar la corriente es un Caballero llamado Plippalinot. Tiene el poder de juzgar, tomar prisioneros y liberar. Se hace amigo de Gawan y le pasa a la otra ribera. Así comienzan las increíbles aventuras del camarada de Parzival. Ellos son también parientes por el tatara-tatara abuelo de Parzival, quien, por la rama paterna, era bisabuelo de la madre de Gawan, quien era hijo del Rey Lot de Noruega y de Sangive, por lo que Gawan viene a ser sobrino del Rey Arturo, con quien ha crecido y se ha educado. Gawan se encuentra frente al Castillo Encantado, donde Clinschor, o Klingsor, tiene prisioneras a cuatrocientas doncellas, por medio de un encantamiento mágico. Ese castillo representa algo espiritual, pero es también un señuelo. Tiene al centro un gran Pilar, por medio del cual se ve a distancia y donde están reflejadas todas las cosas que suceden alrededor del Castillo, en varias millas a la redonda. Queda por lo tanto dicho que el Pilar —la Columna— originalmente fue el Vril, el Poder perdido de la raza aria, esa "glándula" atrofiada que permitía ver lo que hoy nadie ve. El simbolismo del Castillo ya lo hemos tratado con anterioridad. Estamos, pues, nuevamente en la tierra de Castilla. En Schastel Marveile se encuentran los tesoros de Thabronit, o Thule. Clinschor, Duque de Terre de Labur {Laburu es la Swastika en vascuence y significa "los cuatro soplos de Ra"), primo materno de Virgilio de Ñapóles, fue el amante de Iblis, esposa del Rey Ibert, de Sicilia, quien le sorprendió en el lecho con su esposa, haciéndole castrar. Desde entonces, Clinschor se enclaustra en su Castillo de la Encina —Karlot Enbolot—, en Sicilia, quizás si en Apulia, centro del Imperio Hohenstaufen, de Federico II. Su magia la aplicó por primera vez en un lugar llamado Persida, nombre tan extraño como muchos otros de esta historia y que nada tiene que ver con Persia, aunque posiblemente lo tenga con perfidia. Clinschor aparece así como un Druida, en el aspecto negativo que también se ha atribuido a estos magos. Un Druida castrado, involucionado. (Aquí podría simbolizarse la mezcla y caída de un Druida). El castramiento, en relación con su magia, es algo que deberá tratarse de penetrar en su sentido oculto. Federico II se hacía acompañar también por un mago —Scot— a quien nos hemos referido en "El Cordón Dorado". Clinschor también vive después en un castillo sobre una roca inexpugnable. Desde ahí ejerce su poder sobre Schastel Marveile, que lo mismo puede ser Castillo Encantado como Castidad Maravillosa. Después del triunfo deGa-wan sobre las pruebas que se le presentan en el Castillo y en su amor por la Duquesa Orgeluse, Clinschor pierde su poder sobre el Castillo. En cambio, Gawan podrá permitir el regreso al "hogar ancestral" de los "exiliados", de los que allí se hallaban prisioneros por la fuerza invisible y poderosa de un encantamiento, de un "hipnotismo a distancia". Puede así verse que esta prueba de Gawan, que no encuentra el Gral, es complementaria, sin embargo, de la de Parzival y tan importante como aquélla. Ambas equivalen a un triunfo de A-Mor y se realizan con la Dama en el corazón y en el pensamiento. Y con la espada en la mano, en un sinnúmero de combates. Gawan es responsable de la destrucción de un encantamiento, de un "hipnotismo a distancia", que ha hecho prisioneros y prisioneras a los arios hiperbóreos, no permitiéndoles regresar a su Hogar Ancestral, a la Hiperbórea de la Edad Dorada. Dentro del Castillo, primero combate con un león y lo vence, luego enfrenta la prueba del lecho que gira (como un Polo dislocado) y donde cientos de dardos disparados desde los muros por fuerzas automáticas e invisibles le dejan muy malherido. Deberán cuidarle las mujeres sabias, con emplastos de hierbas, las Nornas, que dirige la Reina Arnive, madre de Arturo y también prisionera en el Castillo. Como Clinschor tiene palabra y honor, una vez vencido por el Héroe de A-Mor, deberá cumplir con la Ley impuesta por su misma magia. Su encantamiento se deshace. Muchas serán las penitencias de Amor que debió sufrir Gawan. Antes de llegar a este castillo, luchó en la defensa de otro, como caballero juramentado de una muchachita que le hace entrega de su A-Mor cortés y puro, pidiéndole combatir en su nombre. Gawan acepta. Lo que esa niña le dice, bien merece ser reproducido aquí. Gawan recuerda las palabras de Parzival de poner más confianza en la mujer que en Dios. Parzival ha dicho: "Pertenezco a un Linaje de Amor". Y el Rey Arturo confiesa: "Nunca he visto una más maravillosa invención del tema de Amor". Lo dice al final de esta historia. Y el mismo Wolfram von Eschenbach, al terminar el capítulo seis y también sü obra, confiesa haberla escrito para Señora-Amor, esperando de Ella sólo el premio de "un buen pensamiento". Rendido a los pies de la joven princesita, Gawan le dice, antes de entrar en combate: "Déjame poner mi espada en tu mano, para que la toques. Si alguien quiere entrar en justa conmigo, tú irás a combatir y lo harás por mí, pues aún cuando todos me vean a mí luchando, tú serás quien combata en mí". Y ella le responde: "Sí, yo seré tu escudo y tu defensa; tu corazón y tu firme fe. Cuando la desgracia amenace, yo seré tu guía y tu amiga, el techo que te proteja de la tormenta y te ofrezca dulce reposo. Mi amor te envolverá con la paz y te traerá la suerte cuando te encuentres frente al peligro, de modo que tu valor jamás decaiga. Yo soy tu Castillo y tu Castellana y estaré siempre a tu lado en el combate. Si únicamente pones tu fe en mí, jamás la fortuna ni el valor te abandonarán". Muéstrase de este modo que el Amor nada tiene que ver con la edad. Esa doncellita se expresa como una mujer. Sus años se cumplen en-otra dimensión: La del A-Mor. Ahora, ella deberá entregarle al amado una prenda 335
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Por perdidos caminos, por estrechos senderos, junto a torrentes helados y montes cubiertos por una extraña<br />
niebla, a través de selvas y espesuras, Parzival avanza solitario. Duerme bajo coberturas de ramas, o en cuevas<br />
que le protejan del frío y de la nieve. No sabe dónde se encuentra ni si progresa o si únicamente va girando en<br />
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y llega a posarse sobre la rama de un árbol en la misma selva donde se encuentra Parzival. Esa noche es<br />
muy fría y ambos luchan contra "el abrazo de la Virgen de los Hielos" que se les acerca al corazón, hasta el amanecer.<br />
Parzival sale del refugio y ve que los rayos de un sol frío y transparente caen a través de las verdes ramas.<br />
Vuelve a iniciar la marcha y el halcón le va siguiendo. Llegan así a un claro donde las ramas de los grandes<br />
árboles forman una cúpula como de una catedral románica. Muchas ocas han venido allí a pararse en busca de<br />
los rayos del sol matinal. El halcón cae sobre ellas, disparado como una flecha. Una de las ocas ha sido<br />
gravemente herida y tres rojas gotas de su sangre se derraman sobre la nieve.<br />
Parzival se queda extático, como en trance. Mira esas tres rojas gotas sobre el blanquísimo manto de la nieve. Se<br />
baja de su caballo, se sienta allí y se queda contemplándolas. " ¡Ah", se dice. "¿Quién ha hecho esto?<br />
¡Condwiramurs, la tintura de este color es como el de tu piel! ¡Blanco como la nieve, rojo como el rojo de tus<br />
labios! ¡Sean las criaturas de Dios benditas por haber reproducido tu brillante imagen! La nieve entregando su<br />
blancura a la sangre y la sangre enrojeciendo el blanco... ¡Condwiramurs, tu pura imagen se halla reflejada aquí<br />
en la selva...!"<br />
Y el héroe toma en su dedo dos de las gotas y las pone en sus mejillas. Luego deposita una tercera sobre su<br />
mentón.<br />
Y es así como el amor inmenso que él siente por su reina de Bel-repeire (recordemos este nombre) y la<br />
nostalgia y el deseo, revividos ante la imagen reproducida en la blanca nieve y en la roja sangre, hacen que Parzival<br />
alcance un estado de suprema autoconciencia y caiga en profundo trance. Se queda ahí inmóvil, como una<br />
estatua. Y es así, en ese extático estado, que Parzival tiene dos combates con caballeros que le desafían y a los<br />
que vence, haciendo uso de la Lanza de Troya (guardemos también este nombre), que ha encontrado en la<br />
celda de un eremita. Tras las justas, de inmediato vuelve a caer en ese sueño despierto, ante la sola<br />
contemplación de la sangre sobre la nieve. Y así habrá de quedarse hasta que Gawan venga y haga desaparecer<br />
esas gotas rojas cubriéndolas con su capa. El también ha tenido experiencias con el Dios Amor y sabe de su<br />
poder sobre las almas.<br />
Los caballeros con que Parzival ha combatido en trance de Amor son Segramors y Keie.<br />
Un día Parzival vuelve a encontrar a Sigune. Ella vive en penitencia de amor, en una ermita del bosque, que es<br />
una caverna junto a una vertiente.<br />
Ahí ha sepultado el cadáver de su amado, muerto en justa caballeresca. Una vez a la semana, el día<br />
sábado^Cundrie, la bruja, viene a verla montada en una muía y le trae alimento del Gral. Sigune porta sólo un<br />
anillo, el de su amado muerto.<br />
La conversación entre Sigune y Parzival es muy bella. Ella descubre que es su primo, porque Herzeloyde, la<br />
madre de Parzival, es su tía y es la hermana de Anfortas, el Rey del Gral. Le dice: "Un torrente que surge de mi<br />
corazón y de mis ojos protege la fortaleza de mi amor". (Como los fosos de agua a un castillo).<br />
Parzival trata de conocer la naturaleza del Gral. Por ello ha abandonado a su esposa, lo ha dejado todo, ha<br />
tomado sus Dos Espadas y la Lanza de Troya, se ha marcado con la sangre roja sobre la nieve (como un copihue<br />
rojo sobre un témpano de la Antartica a la deriva) y ha ido en peregrinación y empresa de guerra, para llegar a<br />
conquistarlo. Ahora quiere saber más sobre el amor que es capaz de vencer a la muerte. Sobre el A-Mor.<br />
"Guardo este anillo de compromiso", dice Sigune, "en recuerdo de un hombre amado, de cuyo amor nunca tomé<br />
posesión por acto humano. Y a pesar de ello, mi corazón de mujer casta me impulsa a amarlo. Aquí adentro yo<br />
tengo al hombre cuyo anillo he usado desde que fuera muerto en una justa y yo le daré amor a través de los días<br />
sin felicidad que aún me restan. Es el amor verdadero el que yo le reservo, porque él combatió para ganar,<br />
respetando las Leyes de la Caballería, con lanza y escudo, hasta morir en mi servicio de Amor. Yo soy una virgen<br />
no desposada. Sin embargo, frente a Dios él es mi esposo. Si los pensamientos son capaces de producir hechos<br />
reales, entonces yo no tengo ninguna secreta oposición que pueda impedir nuestras bodas. Su muerte hirió<br />
mortalmente mi vida. Así, este Anillo, signo de una verdadera Boda, asegurará mi pasaje hacia Dios. El torrente<br />
de lágrimas emanado de mi corazón y de mis ojos guarda mi eterno Amor. Los dos estamos aquí dentro de este<br />
recinto. El, Schionatulander, es uno, yo soy la otra...".<br />
Parzival y Sigune se reconocen, y ella le demanda si ha hecho la pregunta al Gral. El le cuenta su desgracia y le<br />
pide indicarle el camino a Munsalvaesche. Sigune le aconseja seauir las huellas de la muía de Cundrie, la bruja.<br />
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