2 - Gnostic Liberation Front
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EL CASTILLO DE LA ORDEN ACE cuarenta años, casi, vengo repitiendo que el Führer no murió en el Bunker de Berlín. Los dirigentes secretos del Hitlerismo Esotérico partieron con él en dirección a los refugios polares de los Dioses Blancos, tal como antes lo hicieran los dirigentes desconocidos de los Templarios, los guías invisibles de los auténticos Rosacruces, de los vikingos, de los visigodos, de los troyanos y los siddhas hiperbóreos. Todo lo cual nos concierne de un modo esencial a algunos pocos sudamericanos que, desde el nacimiento, y aún antes, somos los nostálgicos de los Dioses Blancos, los impenitentes buscadores de Paititi, de la Ciudad de los Césares. Nos hemos convertido en los adelantados-guerreros-sacerdotes del Hitlerismo Esotérico, que aún permanecemos en la superficie de la tierra para cumplir el sacrificio heroico y lograr la inmortalización, antes o después que también a nosotros nos alcance la destrucción terrestre. Antes del dramático e inevitable cierre de esta Época Más Oscura. Al franquear las entradas del mundo divino, las puertas de la Ciudad de los Césares, nos encontraremos con todos esos inmortales que allí han resucitado, pudiendo penetrar en una nueva velocidad del tiempo. La velocidad supratemporal de los Vimanas, de los Ovnis como los llaman hoy. Y estaremos cara a cara con el Führer. Mas, para que todo esto pueda llegar a suceder, debemos alcanzar antes la Iniciación del Hitlerismo Esotérico. No se trata, entonces, de ponernos a buscar por cumbres, lagos, valles, ventisqueros, oasis antarticos, las entradas al mundo subterráneo, la Ciudad Alquímica de las mutaciones, la del plomo, Paititi, sin haber sido merecedores de cruzar su umbral gracias a una transformación previa y sincronística, lograda por medio de la Iniciación que hizo posible que los hitleristas esotéricos también fueran admitidos, por "los que antes que ellos llegaron", a esos Refugios de la Vida Eterna, de la raza aria inmortal. Nadie que no sea un ario, un nacido dos veces, podrá penetrar ahí. Cuando hace casi cuarenta años fui en busca de los Oasis de la Antartica, ya~-efa un iniciado. Pero me faltaba aún. Además, debía escribir este libro, "El Cordón Dorado", "NOS" y toda mi obra, para contribuir al combate de Adolf Hitler, el Ultimo A vatara. 304
Fácil es ahora entender la importancia que para nosotros tiene llegar a conocer cuál fue la iniciación del Hitlerismo Esotérico. En mi libro "El Cordón Dorado" intenté una explicación. Creo ahora poder avanzar más en este fundamental tema, sin pretender, por ello, hacer exotérico lo que necesariamente deberá permanecer por siempre esotérico; es decir, no totalmente revelado. En mi libro anterior me referí al Castillo de la Orden Negra de los SS, donde se habría dado la iniciación a unos pocos elegidos, intentándose una mutación que hiciera posible la aparición del Sonnenmensch, del Hombre-Sol, del Superhombre, gradualmente y por etapas. Primero, la transformación del alemán en hombre nórdico; luego, de éste en ario. Pudiendo alcanzar hasta el hiperbóreo de los orígenes, con la consiguiente restauración del "órgano perdido"; esa "glándula" atrofiada, el tercer ojo, el Vril, ER ("la Columna que atravesaba el Cielo"), condición de la Raza Blanca original. Al recuperarlos, el redescubrimiento del Vimana vendría a ser una consecuencia lógica, sincronística. El hecho de que los hitleristas hayan podido construir los Ovnis en los últimos años de la guerra, tal como nos lo afirma el "Militárisches Taschenlexikon" de la Bundeswehr, de la Alemania Federal de hoy, nos está indicando que en el Laboratorio Esotérico Alquí-mico del Ordensburg, del Castillo de la Orden Negra, de la Ahnenerbe o de algún otro sitio, se había tenido éxito en la mutación, producida por la Swastika Levógira, en el Camino del Retorno. Por medio de esa Alquimia iniciática, recreando al Hiperbóreo. No pretendemos haber logrado penetrar un secreto tan bien guardado, ni mucho menos entrar a revelarlo. Siempre aquí nos estaremos moviendo en un camino de suposiciones y de simbolismos, más que de realidades tangibles. Los directores secretos de las SS fueron desconocidos de las huestes uniformadas, manteniendo el contacto sólo con la cúspide visible, a menudo también anónima, de modo que nos asiste la duda de que el mismo Himmler les haya descubierto, debiendo obedecer órdenes, que la mayoría de las veces le llegaban directamente del Führer o de alguna otra autoridad ignorada. Sospecho que el mecanismo pueda haber sido aún más complicado. Himmler habría estado seguro de que era él quien entregaba las directivas y planeaba el sistema, siendo, en cambio, dirigido de una manera muy sutil, telepáticamente, por corrientes que le llegaban desde un centro realmente invisible. El hecho de elegir una tierra determinada y un centro magnético, cargado de fantasmas, como el Castillo de Wewelsburg, en Westfalia, facilitaba la transmisión de energías poderosas nórdico-germá-nicas. De haber podido seguir más años en el trabajo de ese Laboratorio de Magia Levógira, sólo los Divyas saben adonde habrían llevado a los SS. Por ello,, el Señor de las Tinieblas tembló en sus avernos descargando todas sus fuerzas antes de que también para El se hiciera demasiado, tarde y el Yuga de los Héroes pudiera tener éxito en remontar la corriente fatal de la entropía y reimplantar la Edad Dorada. Vencer el tiempo, creando.'una nueva velocidad que lo superara. Ni a Hitler,. ni a sus SS se les hizo el regalo de los años necesarios para alcanzar la mutación del número exacto de los elegidos. Puede también que las. cosas hayan sucedido de la forma como aquí las hemos; estado presentando, como una necesidad absoluta de ganar perdiendo, porque de otro m»do. no era posible ya lograrlo en una tierra exterior superpoblada, donde predomina el número de los bastardos y de las sangres mezcladas. Y así, el necesario número de las transmutaciones se habría alcanzado, a pesar de todo, debiendo pasar inmediatamente esos elegidos a la "tierra interior", a las Ciudades de los Dioses Blancos, a otro plano de la manifestación, o a aquellos refugios terrestres, inexpugnables, rodeados de poderosas fuerzas telepáticas, donde también el Führer podría estar esperando la catástrofe final, en el límite de la cuál retornará con Kalki, el Ultimo Avatdra. Cuando escribí "El Cordón Dorado", aun no había visitado el Ordensburg de Wewelsburg. Conocía sí la descripción que de él me hiciera Julius Evola, como de un lugar donde se trataba de reconstruir la Orden Templaria, dentro de la simbología del Gral. No me pareció que Evola tomara muy en serio ese intento, considerándolo más bien como algo romántico y sin importancia esencial. Aquí, como en muchas otras cosas referentes al Hitlerismo Esotérico, Evola se ha equivocado. Nada de lo que intentaran los hitleristas fue superficial, porque era dramáticamente serio, a vida y muerte... Y así también en Wewelsburg. Es la diferencia del alma nórdica con la meridional (no con la de Evola, a pesar de todo) y con la mayor parte del mundo, exceptuando los judíos, por supuesto. 305
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se trata, entonces, de ponernos a buscar por cumbres, lagos, valles, ventisqueros, oasis antarticos, las entradas al<br />
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Cuando hace casi cuarenta años fui en busca de los Oasis de la Antartica, ya~-efa un iniciado. Pero me faltaba<br />
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