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2 - Gnostic Liberation Front

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pronto sus caminos se separan, entrando en conflicto. La pérdida es siempre para el guerrero, que hoy día carece<br />

de apoyo en la estructura liberal o marxista de la sociedad, como en los casos conocidos de José Antonio Primo<br />

de Rivera en^España, donde el General Franco (quien le sentía como un enemigo, como un rival) no acepta el<br />

ofrecimiento de canjearle que le habían hecho los "rojos", que no deseaban fusilarle; o Codreanu, abandonado<br />

por el General Antonescu, en Rumania; o Plinio Salgado, por el General Getulio Vargas, en Brasil. Tampoco los<br />

militares de Chile impiden la masacre de los nazistas rendidos el 5 de septiembre de 1938. Mussolini es<br />

traicionado por el General Badoglio. Skorzeny, su liberador alemán, declara en su libro postumo, "La Guerra<br />

Desconocida", que los generales alemanes también traicionaron a Hitler, impidiéndole ganar la guerra, con la<br />

entrega de valiosa información a Stalin y a los aliados de esa época. En un terrible libro, recién publicado por el<br />

Coronel SS. Otto Ernst Remer, "Verschwórung und Verrat um Hitler", aparece una impresionante lista con los<br />

traidores militares en los altos mandos de las fuerzas armadas del Tercer Reich.<br />

La tradición que Chile heredó en su sangre gótica y nativa no es la de un militar profesional, sino la de un guerrero<br />

señorial, de un hijodalgo, con pergamino o sin él, de un aristócrata de verdad.<br />

Sólo si un ejército como el chileno fuera capaz de comprender la diferencia aquí expuesta y qué implica una Orden<br />

Guerrera espiritual, conformada desde la circunferencia hasta su centro por un ideal que no es meramente el del<br />

patriotismo visceral, sino algo superior, que conecta con fuerzas iniciáticas del "otro lado" y con Guías invisibles,<br />

llegando a crear una suerte de "segundo cuerpo" de dirigentes desconocidos, cuerpo filosó-fico-místico, que<br />

llamaríamos Aura, únicamente entonces podría transmutarse en una Orden Guerrera, como esas sacras de los<br />

Caballeros Teutónicos y Templarios. Y ya no habría diferencia entre militares y guerreros civiles. El militar se<br />

habría transmutado en guerrero-mago. El Ejército sería un cuerpo místico, con algo más que una ideología<br />

política o de otro orden, con un Aura, con un "segundo cuerpo". Una conexión poderosa con un más allá.<br />

Nada de esto es posible sin una decisión racista y eugenésica en el cuerpo místico y total del Ejército, única que<br />

logrará la regeneración y transmutación de sus componentes, permitiendo el nuevo advenimiento de los Dioses<br />

Blancos, en una raza biológica superior.<br />

Un Ejército chileno que, como antaño, vuelva a cultivar la tierra, "costeándose sus - propias armas y acémilas", sin<br />

ser una carga que vive del trabajo de los otros. Un Ejército de hidalgos de raza, con honor espiritual. Un Ejército de<br />

hombres libres, de civiles-guerreros, un pueblo en armas, como en Suiza, pero de selección, de<br />

guerreros-iniciados. La Orden de Wotan, los Guerreros del Hitlerismo Esotérico.<br />

Para alcanzar este ideal en las actuales condiciones del mundo, se haría necesario realizarlo en secreto, porque<br />

se deberá navegar en contra de las espantables aguas de esta Época Más Oscura, que los hindúes llamaron<br />

Kali-Yuga y los griegos la Edad del Hierro. Dada la condición racionalista y materialista de todas las instituciones<br />

de estos tiempos, incluyendo los ejércitos, es casi un sueño utópico imposible de alcanzar, sin la intervención de<br />

otra Fuerza de lo alto.<br />

Las noticias de Chile durante el gobierno de la Unidad Popular, me las hacía llegar nuestro Cónsul General en<br />

Zürich, quien había servido como mi secretario y colaborador en Belgrado, en los tiempos de mi Embajada en<br />

Yugoslavia. Se hallaba desesperado, porque su situación en Suiza era bastante absurda: todas las conexiones de<br />

Chile con el país helvético se estaban realizando a través de la delegación comercial de Cuba, sin que a él se le<br />

considerara para nada. Deseaba renunciar. Yo le tranquilizaba, diciendole que esa situación no podía durar<br />

mucho. Chile no era una nación para ser gobernada por gente tan exótica, nosotros éramos sud-polares.<br />

Fue nuestro Cónsul quien me transmitió la noticia del golpe militar y del fin de Allende.<br />

Volé a Chile en el primer avión de la línea nacional que aterrizó en Madrid (aún teníamos "LAN Chile", hoy<br />

destruida por el gobierno "nacionalista" militar), llegando quince días después del golpe. En las calles, de noche, y<br />

de día, se escuchaban disparos y el tableteo de ametralladoras. Los helicópteros volaban sobre los edificios. Más<br />

adelante trataré de describir esta atmósfera única, nunca experimentada antes en nuestra tierra.<br />

Actué como siempre lo había hecho en mi patria, libremente y con esa natural despreocupación tan propia de los<br />

chilenos. Rápidamente, me di cuenta que aparecía como un ser extraño, una rara avis. En el espacio de un día y<br />

una noche, algo había cambiado en Chile en la esencia de sus seres. Al parecer, nada tenía que hacer aquí, por<br />

el momento -quizás para siempre.<br />

Deseaba ayudar, sin embargo, y fui a visitar el Ministerio de Relaciones Exteriores, al que había pertenecido por<br />

más de veinte años. Un Almirante era el Ministro. Me escuchó atentamente y quiso que la Junta Militar, que había<br />

tomado el gobierno del país, también me oyera. Me dieron una audiencia para una semana después. Pienso que<br />

mientras tanto investigaban mis antecedentes nacionales e internacionales, pidiendo informaciones a las fuentes<br />

de que ellos disponían y aún disponen, en el país y en el extranjero.<br />

Por mi larga experiencia en el servicio exterior y también en la política nacional e internacional no podía pensar<br />

que el golpe militar chileno se había efectuado solo, sin una estrecha colaboración con organismos externos. Ya<br />

he hablado de Yalta. Por otra parte, hacía tiempo que Chile había dejado de ser ese país feliz, sin historia ("los<br />

países felices no tienen historia"). Con el Frente Popular, una fórmula internacional se había aplicado en Chile, por<br />

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