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2 - Gnostic Liberation Front

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El historiador chileno Francisco Antonio Encina y el autor, en 1950.<br />

Durante la guerra, el mapuche se vio obligado a dejar en manos de la mujer el trabajo de la agricultura, de la<br />

familia, del comercio y hasta de la medicina y la religión. En la mujer pasó a descansar toda la armazón social y de<br />

la familia. De ahí al matriarcado había un paso. La leyenda misma lo favorece, con esa amazona Gaibomilla de la<br />

paleo-historia. El Chile<br />

de hoy, donde la mujer es el centro y la base sustentadora de la estructura social, no ha hecho más que<br />

desarrollar el tema indígena-mongol. Y es lógico que, cuando el elemento blanco, gótico, se debilita en la sangre<br />

del mestizo de Chile, por consecuencia natural, por gravidez y velocidad adquirida, sea el matriarcado que se<br />

imponga victorioso. Al paso del tiempo, aun sin contar con los semitas y los negros, la decadencia y<br />

descomposición debían producirse. Más pronto que tarde el equilibrio se rompería en desventaja del blanco y de<br />

su espíritu sobrio, guerrero y señorial. Espíritu que conoció Nicolás Palacios en su propio hogar campesino, donde<br />

su padre era un patriarca respetado y amado por sus numerosos hijos y por sus servidores, además de temido. La<br />

mecha de la bomba de tiempo de la descomposición racial había sido encendida al comienzo mismo de la<br />

fundación de la comunidad mestiza, en la Conquista. La explosión debería producirse en nuestros tiempos.<br />

Negros entran muy pocos a Chile. Son traídos como esclavos en el siglo XVIII, a Mendoza y a Talca, por<br />

traficantes y encomenderos. Se instalarán en el barrio de la Recoleta, en Santiago y Rancagua, principalmente,<br />

para abandonar pronto el territorio chileno cuyo dimano les es favorable. Van en dirección de Argentina. El<br />

mulatismo en Chile es débil. En cambio, cada vez más se fortalece en la sangre del mestizo el afluente amarillo,<br />

poli-nésico, asiático, mongol, reforzándose física y psicológicamente con la llegada del ibero aborigen, no godo. El<br />

factor meláneo, es decir negro —de los negros de las islas de la Melanesia- se expresa en la sangre del indio por<br />

el preponderante elemento mongol y de lo que en éste hay del negro, mezclado antiguamente con el amarillo y<br />

con el blanco, como en Corea. Según Keyserling, el chileno se parece cada vez más a un finougureano de las<br />

estepas del Asia Central.<br />

Cuando residía en el extranjero y venía de visita a Chile, debía admirarme del aspecto cada vez más asiático de la<br />

policía, de la tropa militar y del pueblo en las periferias urbanas. Hoy sucede con el centro de las ciudades y en el<br />

mismo Santiago. Donde hace unos años se paseaban bellas mujeres criollas, blancas, distinguidas y se reunían<br />

los hombres también blancos, a verlas pasar y a charlar de política y hasta de literatura, hoy circula un mar<br />

promiscuo y confuso de ¡"finougureanos", de mongoles, lumpen racial y social, inundándolo todo coñ~süs<br />

mercados ambulantes de baratijas, de modo que se creería estar en el mercado flotante de Bangkok o en el<br />

mercado de Estambul, con la única diferencia de que allá la gente es mejor y más bella. Por todos lados se ven<br />

"fakires", pregonando bálsamos, tocando músicas y vendiendo. Creería uno encontrarse en pleno Chandni<br />

Chowk, si no fuera por la falta del espíritu de esa calle de la Vieja Delhi y su magia de Samsara. Las voces<br />

guturales, delgadas, en falsete, son las mismas de Oriente. Y el "roto" se siente en su elemento vendiendo<br />

baratijas por todos lados.<br />

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